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El Central ya pagó este año la misma cantidad de intereses que en todo 2020

Banco Central - Foto: Marcos Brindicci

Según publica La Nación Abonó más de $720.000 millones, cifra similar a la del año pasado y superior a los $692.700 millones de 2019, cuando Alberto Fernández, en campaña, criticaba ese costo; el monto es menor en términos reales al que alcanzó hace dos años, pero su peso aumentó en relación a una economía que no dejó de achicarse.

Por: Javier Blanco

El Banco Central (BCRA) lleva contabilizados unos $720.000 millones en lo que va del presente año en pagos por intereses a los bancos por la deuda que asume cuando le compran Letras de Liquidez (Leliqs) o les toma créditos (pases pasivos), operaciones que hace para retirar de circulación buena parte del dinero emitido para auxiliar financieramente al Gobierno o inyectado al comprar dólares para recomponer su tenencia de reservas.

Nominalmente, consumió en siete meses y unos pocos días la misma cifra que debió oblar durante todo 2020 por igual concepto: $721.559 millones. Ese monto, además, incluso supera en 4% la montaña de plata que esa misma entidad abonó en 2019 ($692.700 millones), último de la gestión Macri y tras haberse comprometido con el FMI a mantener congelada la Base Monetaria (BM) y haber validado tasas de interés que llegaron a orillar el 86% nominal anual con dicho propósito.

Son los pagos que el actual presidente Alberto Fernández, en tiempos de campaña, denominó “usureros” antes de comprometerse a usarlos para aumentarle a los jubilados. “Me preguntan de dónde vas a sacar la plata para hacer todo: la plata de la voy a sacar de la usura que se llevan los bancos con las Leliqs”, lanzó en un acto con sindicalistas antes de las elecciones generales.

El aumento en el costo, con una tasa que se mantienen desde hace casi 17 meses en el 38% (en el caso de las Leliqs) y que promedia el 34,5% en el de los pases desde noviembre de 2020, se produce por el fuerte crecimiento que muestra esa deuda. Es la contracara del esfuerzo esterilizador que realiza el ente monetario (absorbió unos $217.000 millones en julio) y lo que hace que ese pasivo total virtualmente se haya cuadruplicado en los últimos dos años (cerró julio bordeando los $4 billones, exactamente en $3,925 billones).

El dato llamativo es que esa deuda total creció y su costo sigue en aumento pese a que los bancos, impulsados por la regulación que los incitó a cambiar Leliqs por Bonos del Tesoro, en poco más de dos meses cambiaron de destino unos $300.000 millones. De hecho, el costo total de la esterilización, que había arrancado el año promediando los $85.000 millones, fue de $104.500 en mayo, de $111.900 en junio y de $117.300 millones al cabo del último mes.

En el medio, y pese a esa norma, el Tesoro no pudo siquiera mejorar su ratios de financiamiento, al punto de captar apenas $34.000 millones más de lo que le vencía en julio (el menor monto desde marzo) y no llegar a cubrir dos tercios de lo que necesitaba esta semana, en la primera licitación de agosto.

El stock de pasivos remunerados del BCRA se mantiene en niveles récord desde hace unos meses y en torno al 11% en relación al PBI. “Es lo que inquieta, aunque las tasas son bajas en relación a la inflación que tenemos -y mientras eso pase parte de esa deuda se licúa- hay que comenzar a preguntarse qué pasaría si la inflación baja”, advierte el economista y consultor Jorge Neyro.

“Hay un fuerte aumento de los pasivos remunerados como consecuencia de una emisión de pesos que el público no quiere aceptar. Eso trae consigo la necesidad de esterilizarlos, lo que deteriora el balance del Central. Es una dinámica que preocupa y, supongo, será una de las cuestiones a atender en un próximo acuerdo con el FMI”, sostiene el economista Guido Lorenzo, director de LCG. “El costo asociado a esta política asciende al 1,7% del PBI, lejos de la expectativa inicial del Gobierno, que pretendía reducirlo respecto de los montos pagados por la gestión anterior durante la bola de Lebacs”, recuerda.

Pese a que la tasa se mantiene estable y el monto total de la deuda es menor en términos reales al que alcanzó en 2019, su peso aumentó en relación a una economía que no dejó de achicarse, pese a los rebotes estadísticos actuales. “Nuestra estimación es que el pago de intereses del BCRA alcanzará el 3,3% del PBI, es decir, cerrará incluso por encima del 3,2% de 2019″, explica Lorena Giorgio, economista jefe de Equilibra.

“Esa proyección incluye un stock de Leliqs y pases que cerrará el año por encima de los 4 billones de pesos, en torno al 9,8% del PBI, unas décimas por debajo de 2020. En este sentido, es relevante la nominalidad de la economía para que el ratio a PBI no se dispare, más aún tomando en cuenta que las proyecciones de crecimiento para 2022 son mediocres”, destaca.

El problema es que el abultado stock de pasivos remunerados implica un compromiso de emisión futura, ya sea por efecto del pago de intereses que arrastra o, directamente, por su eventual desarme, lo que se transforma en combustible para fogonear expectativas inflacionarias cada vez más altas de cara a 2022.

Y porque, para que ese problema desaparezca, debiera recomponerse la demanda de pesos, algo que no sucede aún pese al rebote de la actividad y el diagnóstico de supuesta “robustez” de la economía que intenta transmitir el Gobierno de cara a las elecciones. (La Nación)

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