Según publica Clarín Sin bajar su reclamo de cambios, la vice argumenta que las renuncias K buscan “liberar de presión” a Alberto F.
Por: Ignacio Ortelli
“Esto no es un golpe, no fue la intención”. Bien entrada la noche del miércoles, cuando el aluvión de renuncias se había concretado hacía varias horas y los principales medios de comunicación daban cuenta del vaciamiento del Gabinete, Cristina Kirchner dejó saber a Alberto Fernández, a través de dos interlocutores, que la decisión de pedirles a sus ministros y funcionarios que pusieran “a disposición” su renuncia no tuvo como objetivo asestarle un golpe sino “liberarlo” de presiones para que decidiera los cambios que quisiera en su equipo. No fue una marcha atrás de la vicepresidenta, que está convencida en que tras la derrota electoral hay que reperfilar el Gobierno, sino más bien una aclaración ante la incomodidad que le generaba quedar en un lugar que siempre le atribuyó a otros sectores de poder.
En efecto, de haber querido capitular, Cristina podría haber desactivado el conflicto con un llamado durante la tarde al Presidente, que más allá de la decepción que le provocó enterarse por los medios de las renuncias masivas -especialmente la del ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro por quien siente especial afecto- esperó toda la jornada un gesto de la vicepresidenta que le permitiera apagar el escándalo y la crisis política autoinflingida por el oficialismo. Pero la reunión del martes entre ambos no había terminado bien y el trabajo de los que buscan interceder resultó una misión por demás compleja.
El único gesto que dio la vice fue el llamado al ministro de Economía, Martín Guzmán. Y no sólo por el contenido (le dijo que no estaba pidiendo su renuncia, a pesar de que desde hace un año es receptor de sus críticas y del núcleo duro K): la propia comunicación del Senado se encargó de difundir la comunicación. En las próximas horas, además, podría haber una foto entre ambos, aunque eso dependerá de cómo evolucione la pelea con Fernández.
Esa “salvaguarda” a Guzmán, de todos modos, no hizo más que visibilizar que Cristina sí insiste con la salida de varios funcionarios que Fernández tampoco quiere entregar: el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, los ministros Matías Kulfas (Desarrollo Productivo), Sabina Frederic (Seguridad), Claudio Moroni (Trabajo) y los secretarios Juan Pablo Biondi (Comunicación y Prensa), Julio Vitobello (Presidencia), y Francisco Meritello (Medios y Comunicación Pública). “Esa no es ni fue la intención”, fue la aclaración que desde el kirchnerismo duro partió hacia la Casa Rosada ante los titulares de algunos medios que hablaban de “golpe”.
El albertismo ve “apriete”
Más que de “golpe”, cerca del Presidente hablaron de “apriete” y explicaban por qué el resto del Gabinete no siguió el camino de De Pedro y los otros funcionarios, lo que hubiera servido para disimular la identidad política de la movida y podría haber sido explicado como un gesto similar al de los ministros de Axel Kicillof. “Con aprietes no nos llevan más. No bancamos más aprietes. Los cambios los va a hacer cuando crea que hay que hacerlos”, se plantaban.
La intransigencia de Alberto se explica en parte en la molestia que le causaron la formas. Aunque no hubo acuerdo el martes, cuentan sus íntimos que “jamás se imaginó que le iba a renunciar medio Gabinete y que se iba a enterar por los medios”. “Si la intención era ayudar, podíamos haberlo armado como un gesto de todo el Gabinete y no pasaba todo esto”, lamentó un hombre que se considera “incondicional” del Presidente.
Quienes intentan interceder entre Alberto y Cristina dicen que todavía se está lejos de un acuerdo, pero que el correr de las horas servirá para que decante. Remarcan que hay una “diferencia de estilos” que durante la jornada más tensa del Frente de Todos en el poder hizo fracasar cualquier acercamiento.
“Para Alberto fue un apriete y para Cristina una discusión más. Hay que serenarse y ordenarnos”, pide un alto funcionario que junto al titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y al jefe del bloque del Frente de Todos, Máximo Kirchner, trabaja en tender puentes entre ambos dirigentes. “Algunos viven esto como una batalla de vida ó muerte y eso no es bueno”, agrega.
En cualquier caso, el conflicto no se arreglará sólo con un acuerdo entre las cúpulas. La idea que empieza a ganar fuerza entre primeras y segundas líneas que intercambian mensajes buscando conciliar es juntar a todos. “Esto se arregla entre Alberto y Cristina, pero también con una mesa larga en la que todos, incluidos los gobernadores y los gremios, vuelvan a sentirse parte”, resume uno de los que pivotea, por su trayectoria, en ambos bandos. (Clarín)