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El pliego de Rafecas podría descongelarse en el Senado, aunque no se apruebe la ley

Según publica La Nación La derrota de las PASO provoca cambios en los proyectos judiciales; su reunión con el ministro de Justicia dio una señal de lo que podría ser una flexibilización del kirchnerismo, que no lo quería.

Por: Hernán Cappiello

La derrota electoral del Gobierno en las PASO actuó como un rayo que descongeló los proyectos judiciales del gobierno, al punto que el nombre del juez Daniel Rafecas como el futuro Procurador volvió a estar sobre la mesa, lo que implica en la práctica dejar en el fondo del olvido las leyes de reforma del Ministerio Público Fiscal y la de la Reforma Judicial.

La lógica pareciera ser que ante un escenario que preanuncia una mayor debilidad política en el Congreso, donde el Gobierno puede perder la mayoría en el Senado y algunos diputados, más vale pájaro en mano que ciento volando. Es decir, mejor este candidato que eligió hace ya dos años Alberto Fernández y que la oposición se comprometió a apoyar que un procurador como Eduardo Casal, a quien el kirchnerismo ve como un abogado de parte, de parte de Mauricio Macri, según lo describió una de las espadas jurídicas del cristianismo.

Así las cosas, el ministro de Justicia Martin Soria recibió el viernes en su despacho a Rafecas. La cita fue para interiorizarse sobre la Unidad AMIA que protege la documentación de la causa, ya que el juez quien quede a cargo del expediente por el atentado terrorista, pues quedará provisoriamente a cargo del juzgado que ocupó Rodolfo Canicoba Corral, antes de jubilarse.

El encuentro sirvió para que Soria difundiera la foto y lo propio hizo Rafecas en su cuenta de Instagram arrobando a la cuenta personal del ministro y a la oficial del Ministerio. “Nuevo desafío laboral: el próximo martes asumiré como Juez interino a cargo del Juzgado Federal 6, hasta que se cubra la vacante. En ese contexto, fui convocado por el Sr Ministro de Justicia y DDHH, Martin Soria, para ponerme al tanto de las importantes refacciones edilicias que se están ejecutando en el Palacio Barolo para optimizar la preservación de documentos y archivos relacionados con la causa judicial donde se investiga el atentado a la AMIA (causa que, si bien quedó en su momento radicada en el Juzgado Federal 6, su instrucción está delegada desde hace muchos años en la UFI-AMIA), posteó. Estuvo ahí en ese encuentro Juan MArtín Mena, el delegado de Cristina Kirchner en el ministerio y su hombre de confianza.

El posteo fue el único comentario que hizo Rafecas. Pero la escena empezó a ser leída en diferentes ámbitos. En el Senado, allegados al Bloque del Frente de Todos deslizaron la posibilidad de que el pliego de Rafecas, congelado por Cristina Kirchner en el Senado hace más de 700 días, finalmente se mueva.

El problema ahora son los tiempos. Debería ocurrir antes de que los actuales legisladores dejen sus bancas el 10 de diciembre, pero no en medio de las elecciones.

El debate es cuando. El mecanismo de designación prevé que se fija un plazo de 15 días para recibir adhesiones e impugnaciones y luego se haga una audiencia pública.

Rafecas, dijeron dirigentes que conversaron con él, no vería con agrado que su pliego sea debatido en medio de las elecciones, por lo que una posibilidad es que se fije audiencia para la semana del 20 de noviembre. Ese sería el acuerdo dentro del Gobierno.

En la oposición, dijeron líderes de Juntos por el Cambio que hablaron con La Nacion, que mantendrán el compromiso público de apoyar el pliego de Rafecas, si es que se pone a consideración en el Senado. La mesa nacional de Juntos por el Cambio emitió un documento el 19 de mayo pasado, tras una reunión, en el que dijeron:” Juntos por el Cambio considera imprescindible la apertura del proceso y el tratamiento del pliego del candidato a procurador de Rafecas. Para esto, nuestra fuerza se compromete a prestar el acuerdo para dicha designación”. Firmaron todos, halcones, palomas, radicales, de la CC y del PRO.

Un dirigente nacional de la fuerza evaluó que esta es la mejor oportunidad para el Gobierno, pues si pierde aún más legisladores en las legislativas, hasta puede verse en la incómoda situación de que la oposición trate de llevar un candidato propio para un cargo a medida de un dirigente radical de prestigio jurídico y años.

En la Procuración General de la Nación la foto tuvo una sola lectura: se viene el tratamiento del pliego de Rafecas. Eduardo Casal, el procurador interino regresaría a su cargo de procurador ante la Corte. Pero allí festejaron la posibilidad de que Rafecas sea efectivamente el Procurador, no solo por su formación y prudencia, sino porque entienden que implicaría desechar la ley de Reforma del Ministerio Público Fiscal, aprobada en Diputados, que, de pasar por el Senado, iba a significar el quiebre definitivo de esta institución y la pérdida de su independencia.

Al mismo tiempo de llegar Rafecas con la vieja ley, se archivan todos los repartos que puso el juez federal para no aceptar el cargo. En la vieja ley son necesarios los dos tercios de los votos para ungirlo procurador, tras un acuerdo político entre oficialistas y opositores. En cambio, en la nueva ley, bastaba una mayoría simple, requisito que Rafecas rechazada porque entendía que afectaba la legitimidad a su postulación. Junto con la vieja ley, también pareciera que seguirá el mismo destino la ley de reforma judicial, aprobada en el Senado y anclada en Diputados.

Estas que aparecen como concesiones judiciales del kirchnerismo en el Senado no tendrían, sin embargo, su correlato en el Consejo de la Magistratura, donde el oficialismo va a seguir peleando para designar a sus candidatos en la estratégica Cámara Federal (hay dos sillones vacantes) y en los juzgados federales de Comodoro Py 2002 donde hay tres juzgados vacantes, con la perspectiva de un cuarto, si es que finalmente Rafecas es designado Procurador. Pero por ahora, la oposición logró bloquear los intentos del oficialismo. Y los consejeros de la oposición se juramentaron que no va a intentar ningún acuerdo en el Consejo para nombrar jueces, al menos hasta después de las elecciones cuando quede claro como quedó el reparto de fuerzas. (La Nación)

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