Según publica La Nación La vicepresidenta forzará a su bloque a reunirse horas antes de que muchos senadores finalicen su mandato y el Frente de Todos pierda el quórum propio; busca aval para 116 decretos.
Por: Gustavo Ybarra
Tras varios días de silencio y ya de regreso en Buenos Aires, Cristina Kirchner bajó la orden a su bancada y el Senado volverá a sesionar recién el próximo 9 de diciembre. La fecha no es casual: ese será el último día que la vicepresidenta contará con la holgada mayoría que le permitió manejar los tiempos de la Cámara alta desde que volvió al poder.
“Es un gesto a Alberto Fernández de que sigue teniendo el poder; no quiere perder la centralidad”, fue la lectura que hizo un senador oficialista que participó de la reunión de bloque celebrada este mediodía, en la que el presidente de la bancada, José Mayans (Formosa), comunicó la decisión de la vicepresidenta.
El mismo 9 de diciembre, unas horas antes, se celebrará la sesión preparatoria en la que jurarán los senadores electos de las ocho provincias que renovaron su dotación en las últimas elecciones y que entrarán en funciones al día siguiente. A partir de ese momento, el oficialismo perderá el quórum propio y tendrá que negociar el apoyo de fuerzas provinciales para poder habilitar una reunión del pleno.
Hasta el momento se desconoce el temario, pero todo indica que en esa sesión se discutirían el centenar de decretos de necesidad y urgencia firmados por Alberto Fernández en los últimos dos años y que obtuvieron dictamen de la comisión bicameral de Trámite Legislativo la semana pasada, no sin el rechazo de la oposición nucleada en Juntos por el Cambio.
Voceros oficialistas especulaban con que la ratificación de esos decretos será la zanahoria con la que la vicepresidenta se garantizaría que muchos de los senadores oficialistas que finalizan su mandato viajen a Buenos Aires para dar quórum. “Si fracasa la sesión, los que falten van a quedar como responsables de asestarle un duro golpe político al Gobierno”, explicó un legislador kirchnerista la movida de la vicepresidenta.
El bloque del Frente de Todos del Senado volvió a reunirse por primera vez desde que las elecciones confirmaron la pérdida de la mayoría y el quórum propio que las primarias habían anticipado en septiembre. A pesar del fuerte clima de tensión interna que impera en el oficialismo, no hubo quejas ni reproches. “Nadie habló del elefante que estaba en el medio de la sala de reuniones”, bromeó un senador patagónico, muy al tanto del malestar de muchos legisladores con Cristina Kirchner y, sobre todo, con sus alfiles en la bancada, como Anabel Fernández Sagasti (Mendoza) y Oscar Parrilli (Neuquén).
“Los senadores están olfateando el ambiente”, respondió otro legislador oficialista cuando se le preguntó por qué nadie se animó a hacer públicas las quejas que se vienen escuchando en reuniones privadas. El silencio se entiende en el desconcierto que reina en amplios sectores del peronismo, en particular aquellos que se referencian en los gobernadores provinciales, sobre los próximos pasos políticos que dará Alberto Fernández.
Si bien a muchos les sonó como una música maravillosa el anuncio del jefe del Estado de que en 2023 habrá competencia interna en el Frente de Todos, lo que implicaría terminar con el “dedazo” que Cristina y Máximo Kirchner impusieron en el armado de las listas, no son pocos los que recuerdan que fue el propio Fernández el que terminó con el “albertismo” después de haberlo alentado.
En ese sentido, un veterano senador recordó cómo el cordobés Carlos Caserio quedó en offside político con su idea, que había hecho pública en varios medios de comunicación, de conformar un bloque “albertista” en el Senado, separado de los legisladores alineados con el kirchnerismo.
Apenas unos días después, Cristina Kirchner convocó al peronismo a la unidad, juntándole la cabeza a peronistas enfrentados con ella, como Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá, y desarticuló por completo la jugada de Caserio al que, además, vetó como futuro ministro de Transporte, cargo le había ofrecido el jefe del Estado como compensación por la incómoda situación en la que había quedado.
Cristina Kirchner estuvo en El Calafate recuperándose de la intervención quirúrgica a la que fue sometida el 4 de noviembre último. Pero regresó el lunes a Buenos Aires. Varios legisladores oficialistas sostenían que la estadía en el sur de la vicepresidenta excedió a las cuestiones médicas y que guarda más relación con el nuevo deterioro de las relaciones con Alberto Fernández tras el acto que el jefe del Estado encabezó en Plaza de Mayo la semana pasada. (La Nación)