Según publica Clarín En una reunión convocada por el organismo se concluyó que es necesario revisar las fórmulas de las vacunas contra el Covid. Cómo sería el nuevo diseño.
Por: Pablo Sigal
Las vacunas aprobadas durante la pandemia de Covid demostraron, en mayor o menor medida, ser eficaces. Todas apuntan a una sola región del virus: la proteína de la espícula. Aunque eso logra prevenir los casos de enfermedad grave y muerte, no siempre frena las infecciones en personas vacunadas. La habilidad de la variante Ómicron ha profundizado esa debilidad.
En una reciente reunión convocada por la Organización Mundial de la Salud bajo el título “¿Que evidencia tenemos de que Ómicron evade la inmunidad y cuáles serían sus implicancias?”, una de las principales conclusiones -a cuyo contenido tuvo acceso Clarín- fue la necesidad modificar las fórmulas de las vacunas hoy disponibles para hacerle frente a esta nueva etapa de la pandemia.
La novedad consiste en incluir otra proteína, denominada N (Nucleocápside) en los nuevos desarrollos, y no sólo a la S (Spike). La proteína N es interna y más estable que la S (externa), que ha demostrado una de las tasas más altas de mutación en comparación con las otras regiones del virus. El objetivo sería apuntarle al ‘corazón’ del Covid, no sólo a sus ‘extremidades’.
El director del encuentro de la OMS fue William Dowling, investigador de la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés). La presentación y el cierre estuvieron a cargo de Philip Krause, director adjunto de la FDA.
Participaron, entre otros, científicos del Africa Health Research Institute, el Instituto Karolinska de Suecia, del John Hopkins School of Medicine, el Instituto Bernhard Nocht de Medicina Tropical en Hamburgo, del Ministerio de Salud de Israel y de la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica).
Las investigaciones presentadas confirmaron que las respuestas de las células de inmunidad celular (de largo plazo) se mantienen en gran medida intactas contra todas las variantes, incluida Ómicron. En ensayos de laboratorio con ratones se vio que en algún momento de la replicación viral la proteína N sale y se expone. Y ahí es donde los anticuerpos podrían reducirla.
Esta inmunidad celular, según explicaron los investigadores, está impulsada fundamentalmente por la proteína de la Nucleocápside, por lo que sería determinante incluirla en futuras vacunas para enfrentar a Ómicron, que con su poder de contagio probablemente ha llegado para reinar como variante predominante.
Una descripción rápida del virus para comprender qué es la proteína N (ver infografía): la apariencia del SARS-CoV-2 es la de una corona solar. Esta partícula viral es una esfera de un diámetro que varía entre 60 a 140 nanómetros (1 nanómetro es la millonésima parte de un milímetro) junto con espigas o “Spikes” de 8 a 12 nanómetros de longitud aproximadamente.
La estructura del virus consiste en una Nucleocápside (que protege al material genético viral) y en una envoltura externa. En esa envoltura se encuentran la proteínas Spike (S), proteína de membrana (M) y proteína de envoltura (E), además de otras proteínas accesorias.
El coronavirus infecta las células mediante la interacción entre el dominio de unión al receptor (RBD, por sus iniciales en inglés) de la proteína S del virus y el receptor ACE2 de la célula humana. Por eso, la proteína S y su RBD se seleccionaron como blancos principales en el desarrollo de vacunas, a la espera de generar anticuerpos neutralizantes para bloquear el ingreso del virus.
Sin embargo, las mutaciones de la proteína S plantean nuevos desafíos e interrogantes: ¿Cuánto tiempo dura la inmunidad de las vacunas de manera efectiva? ¿De qué forma la estrategia de las vacunas actuales puede reparar la evasión de Ómicron a la respuesta inmune? Para los científicos resulta urgente mantener la delantera frente al ritmo de la mutación y difusión viral con nuevas estrategias.
Las personas que recibieron la vacuna de ARN mensajero de Moderna o de Pfizer mostraron títulos de anticuerpos elevados contra la proteína S. Se sabe, también, que la actividad neutralizante de células B de memoria de personas vacunadas son similares a la de pacientes que se recuperaron de una infección natural.
Pero la presencia de anticuerpos neutralizantes contra la proteína S del virus no otorga una protección completa contra una infección producida por Ómicron. Se observó una reducción que oscila entre 30 y 40 veces en la capacidad neutralizante en personas que recibieron dos dosis.
Las terceras dosis para enfrentar en lo inmediato a la nueva variante se vuelven imprescindibles, a fin de reforzar precisamente el poder de los anticuerpos y reducir la transmisibilidad. Pero en el mediano y largo plazo una vacunación de refuerzos constantes no sería sostenible. De ahí que se busque una fórmula alternativa que modifique esa lógica por otra más duradera.
En el marco de la reunión de la OMS apareció otro dato alentador con respecto a la proteína N: investigaciones que han demostrado que ex pacientes de SARS-Cov poseen células T de memoria de larga duración que son reactivas a la proteína N más de 17 años después de la epidemia de SARS de 2003.
En resumen, Philip Krause subrayó en el cierre del encuentro que vacunas con una combinación de anticuerpos dirigidos a la proteína S y N pueden otorgar una protección razonablemente larga contra el Covid. Además, se anticipó, podrían combinarse en un cóctel con vacunas antigripales convencionales para dar protección no sólo contra el SARS-CoV-2, sino contra diversos coronavirus. (Clarín)