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Argentina y los combustibles: de potencial exportador a importador crónico

Según publica Clarín El desafiante panorama que enfrenta el país en materia energética.

Por: Federico Pablo Vacalebre

La escasez de combustible se está haciendo notar cada vez más. Asimismo, agrega otro factor de deterioro en la dinámica productiva. Como ocurre con la aceleración inflacionaria, la guerra entre Rusia y Ucrania agregó dificultades, pero los guarismos propios reflejan más las inconsistencias internas.

¿Qué es lo que viene sucediendo? En el interior del país hay faltante de gasoil y de gas licuado. Esto afecta la movilidad en autos particulares, transporte de pasajeros y cargas y la producción (particularmente la agropecuaria). Las demoras en las importaciones de combustible es la principal queja desde el sector y se alerta que el suministro de combustible a las estaciones de servicio seguirá aplicándose por cupos.

La mirada y las dudas recaen sobre la normalización de esta situación y la misma gira en torno al impacto sobre el precio de los combustibles derivados de las sanciones a Rusia.

El precio del petróleo oscila y se mantiene en torno a los u$s100 el barril (en 2021 se ubicaba en el orden de los u$s68). El precio del GNL (gas natural licuado) que se importa está en u$s40 aproximadamente, cuando en 2021 era de u$s8. En este contexto, y siendo que parte de las importaciones de combustibles se financian vía subsidios, las restricciones fiscales actuales agregan presiones y mucha incertidumbre.

¿Nuestro país tiene necesariamente que estar en riesgo de desabastecimiento dadas las actuales condiciones internacionales? Si consideramos algunos datos del Ministerio de Economía, podemos ver que a partir de 1991 el saldo de exportaciones menos importaciones de combustibles creció hasta llegar a ser en el año 2006 de u$s7.400 millones a precios actuales.

Por su parte, a partir del 2006, el saldo comenzó a declinar hasta llegar al año 2013 a ser deficitario en – u$s9.800 millones a precios actuales. Desde aquel entonces las exportaciones comienzan a ser más que las importaciones, pero para el 2021 el saldo vuelve a ser negativo en – u$s1.400 millones.

Lo que subyace de estas cifras es que la Argentina tiene condiciones para ser un país exportador neto de combustibles. Con políticas mínimamente racionales, se logró producir combustibles por encima de lo que se consume. ¿Por qué? Lo que se desprende es que:

1. Entre 1991 y 2001 había contratos de largo plazo con empresas extractivas que generaron el superávit;

2. En el 2002 se rompen estos contratos y, a pesar de esto, el superávit siguió creciendo hasta el 2006. A partir de este momento, empieza a declinar hasta llegar al 2013 con un severo déficit de combustibles;

3. Entre 2015 y 2019 se trataron de recrear las condiciones para las inversiones y recuperar el superávit, pero se revirtieron (volviendo al déficit energético).

Si bien ahora el mundo enfrenta una importante crisis energética por la guerra, hay que contemplar que aunque se levanten las sanciones a Rusia, la crisis persistirá porque Rusia dejó de ser para Europa un proveedor fiable de energía. En efecto, la Unión Europea (UE) ya está buscando fortalecer la infraestructura de regasificación de gas licuado que tiene en la red de puertos que van desde el Mediterráneo hasta el Mar del Norte.

En pocas palabras, más allá de la guerra en sí, la UE ya tiene decidido morigerar la dependencia energética de Rusia y se convertirá, de este modo, en un gran comprador de gas licuado a nivel mundial (lo que hará subir su precio). La reconfiguración, en términos internacionales, debería ser una gran oportunidad para nuestro país, por la potencialidad en la producción gas. Desgraciadamente, y debido tanto a malos diagnósticos como a políticas energéticas erróneas aplicadas en las últimas décadas, hoy estamos ante una situación de alta dependencia del gas licuado.

Las reacciones ante la crisis energética son análogas y nos acercan a las que genera la aceleración inflacionaria. ¿Por qué? Básicamente, en lugar de sincerar el diagnóstico de que con el actual desorden del sector público se generan las condiciones para la alta inflación, se apela a planteos simplistas. ¿Cómo? Desde tratar de evitar los aumentos de precios mediante controles hasta proponer la completa dolarización de la economía como una decisión ordenadora a nivel integral. Medidas cortoplacistas abundan. El déficit está en la ausencia de una mirada estratégica. (Clarín)

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