Atentado a Cristina Fernández, un fallo garrafal de la custodia personal de la vicepresidente y un descuido imperdonable de los responsables de la seguridad

(Por: Rubén Lasagno) – Que alguien haya logrado vulnerar la valla humana de seguridad personal de la vicepresidente y gatillar un arma a escasos centímetros de su cabeza, es suficiente fundamento para echar a los integrantes del primer anillo, es decir los custodios que se desplazan a todos lados con la funcionaria, son la sombra de ella y se apostan frente a sus domicilios o donde ella pernocte y a los efectivos de la policía Federal, encargados del segundo perímetro alrededor de la vicepresidente. Si bien los equipos son varios, al menos los que actuaron ayer, no fueron eficaces.

No hay ni existe justificación alguna para sostener en el cargo a quienes incumplieron el objetivo de proteger a la figura pública de la vicepresidente, en un claro intento de magnicidio, tal como queda expresado en las imágenes. Que no lo hayan logrado, es circunstancial.

Lo que se destaca en el video, es que la seguridad personal de CFK estaba dispersa, los que se encontraban cerca de la mujer la miraban a ella, no al entorno; estaban más preocupados por los movimientos de Cristina que las de su entorno. El segundo círculo de seguridad (el más alejado), a cargo de efectivos de la Federal que pocos días antes Aníbal Fernández había colocado allí, luego de una pulseada política con Rodríguez Larreta, no fueron eficaces para detectar sujetos cuyas actitudes, desplazamientos o movimientos, fueran sospechosos y pasible de ser abortado.

Pues bien, esa policía junto a la custodia personal de CFK (también federales) deben responder con sus cargos por incumplimiento de sus deberes, en virtud de la inexistencia de un protocolo acorde para proteger al funcionario, la violación del mismo o lo que es peor, la falla del sistema por propia ineptitud para resguardar la vida confiada en sus manos. Todos ellos están altamente entrenados y no tienen excusas.

En general los problemas de seguridad alrededor de una figura pública de este nivel que se desplaza de un lado a otro, proviene de múltiples causas: relajamiento funcional del grupo, acostumbramiento, familiarización y falta de aplicación de los procedimientos antirutinas, sin embargo en estos casos, donde la figura pública está en movimiento y en contacto con la gente o el público, sus custodias tienen protocolos ampliados, no deben estar mirando a quien custodian, sino a los alrededores, precisamente, para “ver venir” la amenaza y  en ningún caso deben permitir la filtración de alguien con cualquier objeto en la mano y mucho menos un arma.

Tampoco hubo reacción inmediata del personal más cercano a CFK en ese momento, quienes deberían haberla protegido con su cuerpo, bajar su cabeza y evacuarla de allí protegida por varios efectivos y de manera rápida y eficiente. Nada de esto ocurrió, Cristina Fernández siguió caminando, ignorando lo que había ocurrido instantes antes.

Todo lo que vino después, también es irregular. La aprehensión del sujeto, efectuada por militantes que estaban allí, el arma caída y el posterior tratamiento de su detención, alojándolo por algunas horas en un una carpa de la PFA, hasta llevárselo de ahí sin indagatoria inmediata, encubre sospechas de mala praxis policial o alguna irregularidad judicial que aún no está técnicamente determinada.

Los hechos ocurridos son gravísimos en materia institucional, pero lo son también en función de la seguridad personal y perimetral. 

Ninguno de ellos, por estas horas, debería estar en funciones. (Agencia OPI Santa Cruz)