Crónica de un viaje a El Calafate

Daniel Dessein Presidente de ADEPA brinda su discurso en El Calafate - Foto: OPI Santa Cruz/Juan Raposo

Por: Daniel Dessein

Ver de cerca el glaciar Perito Moreno es una experiencia impactante. La contemplación de esa masa de hielo aparentemente infinita -su superficie supera a las de las ciudades en las que vivimos- que tardó varios siglos en formarse, nos induce a replantearnos las escalas con las que acostumbramos a medir nuestra realidad. La experiencia patagónica modifica las ideas que teníamos sobre lo que es grande o pequeño, lejano o cercano, reciente o antiguo, frío o caliente. También ofrece una perspectiva distinta para evaluar nuestras obras, proyectos y diferencias.

En 1874, en el final de la presidencia de Sarmiento, se le encomendó al perito Francisco Pascacio Moreno su primera expedición a la Patagonia. La primera de muchas en las que Moreno tuvo un papel central en el trazado de límites de la Argentina y Chile.

Sarmiento pensaba que el mal argentino era la extensión, el gran obstáculo para la cohesión del país. Entre San Miguel de Tucumán y El Calafate hay 2.683 km en línea recta. 3.400 km por ruta. Distancia que supera a la que separa a Oslo de Atenas, las capitales de Europa continental más lejanas entre sí de norte a sur.

La integración nacional hoy parece encontrar un obstáculo más poderoso.

“¿Queremos paz social? Bueno, comencemos con parar este juicio vergonzoso”. La frase es del jefe de bloque del Frente de Todos José Mayans y se refiere a la causa Vialidad por la obra pública en Santa Cruz que tiene como principal imputada a Cristina Kirchner.

Kilómetros

En mi primer día en El Calafate, me invita a comer a un restaurant Francisco Muñoz. Es el director de OPI Santa Cruz, el medio santacruceño que denunció las irregularidades de su provincia. Cuando salimos, veo en una mesa a alguien cuyo rostro me resulta familiar y en un acto reflejo lo saludo mientras sigo caminando. El destinatario de mi saludo abre más los ojos cuando me ve salir con Francisco. Me entero luego que es Rudy Ulloa, ex chofer de Néstor Kirchner transformado en poderoso empresario. Y comprendo mejor las dificultades que genera la proximidad para el periodismo en esta provincia de poco más de 300.000 habitantes.

El miércoles 21 de septiembre salgo a caminar. En El Calafate el día de la primavera es frío. Hay sol pero la temperatura no llega a los diez grados. A pocos metros vislumbro la casa de Cristina Kirchner detrás de una línea de árboles. A continuación, un portón de ingreso al hotel Los Sauces, anunciado por un cartel precario y desgastado. En ese lugar la avenida por cuya vereda camino hace una curva y se dirige en línea recta hacia el Lago Argentino. A quinientos metros se topa con una rotonda y la avenida se abre hacia derecha e izquierda por una decena de kilómetros. La materialidad de la causa Vialidad.

Por la tarde hablo con un funcionario local. Me cuenta detalles de la recuperación en los últimos meses de esta localidad que vive del turismo y que tuvo un fuerte golpe con la pandemia después de años de crecimiento extraordinario. En 2001 había 6.000 habitantes. En 2022, cuatro veces más.

Por la noche celebramos un cumpleaños distinto. Me invitan a comer un cordero a la estaca Francisco Muñoz y Rubén Lasagno, su socio en OPI Santa Cruz, para festejar un nuevo aniversario de su medio. “Desde hace 18 años no buscamos cambiar la realidad, sino forzar a nuestra audiencia a repensar y analizar esa realidad a partir del conocimiento de hechos, que están detrás de un manto de silencio, encubrimiento o un disimulado olvido”, dirá Rubén. OPI Santa Cruz alimentó informativamente a los medios nacionales a través de los cuales los argentinos conocieron los casos de corrupción de la era K.

Disyuntiva

Este jueves se estrenó una película que dialoga con el presente. Argentina, 1985 aborda el juicio a las Juntas haciendo foco en los dilemas íntimos del fiscal Julio César Strassera. Un hombre ordinario al que le encomiendan una tarea extraordinaria. Restaurar el orden jurídico quebrado de un país.

Hoy la sociedad argentina enfrenta una coyuntura institucionalmente delicada que se monta sobre una crisis económica. Un equilibrio republicano en riesgo frente a una embestida contra la Justicia.

La disyuntiva de Mayans es inquietante. Paz por impunidad. Una disyuntiva que atraviesan muchas sociedades en momentos críticos de su historia. Y esas sociedades, usualmente a través de las decisiones de sus dirigentes, suelen trazar un límite entre lo que puede dejarse en la penumbra y aquello que debe ser iluminado. A veces son personas comunes, como Francisco y Rubén, los que deciden empujar el límite de lo que debe salir a la luz. (La Gaceta)

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