“Lealtad peronista”, un oximorón

(Por: Rubén Lasagno) – Lealtad se define como: “Sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios morales, a los compromisos establecidos o hacia alguien” y Peronista se define como “un movimiento político argentino surgido a mediados de la década de 1940 alrededor de la figura de Juan Domingo Perón y un considerable número de sindicatos”.

Rara y extrañamente en la política podamos encontrar lealtad, aunque siempre debemos dejar la puerta abierta a que existan excepciones. El problema es que entre los actores políticos, la lealtad es un factor extraño y escaso, que no se amalgama con las ambiciones, los codazos y el ánimo de parecer, inclusive sobre el “ser” mismo de cada uno.

Pero si analizamos la palabra “lealtad” dentro del contexto peronista y particularmente con el kirchnerismo como colonizador de la vieja ideología nacida en los 40 en la República, el término en sí, sufre una deformación conceptual muy marcada, dejando claramente establecida una clara contradicción: lealtad y peronismo/kirchnerismo, es un oximorón.

Sin embargo y volviendo a la condición de leales dentro de la política, no debemos dejar pasar por alto que el Radicalismo, no es precisamente un dechado de lealtades, pero al menos no lleva la palabra como una consigna partidaria, como sí lo hace el peronismo donde la “lealtad” es prácticamente un símbolo de pertenencia grabado a fuego en cada 17 de octubre, precisamente “Día de la lealtad peronista”.

Ayer 17 de octubre la lealtad se dividió en tres, ya que el peronismo dividido demostró su permanente contradicción tanto en el discurso como en los hechos. Están todos peleados, separados, escindidos, divididos, incluyendo y en especial, entre los integrantes del mismo gobierno. Y uno de los “leales”, Máximo Kirchner que tiene tanto de peronista como Xi Jimpin de gaucho pampeano, no ahorró ataques y críticas hacia su propio gobierno, el que conforma su madre, Alberto y Massa, haciendo visible la fábula del escorpión y la rana.

Máximo, una persona que no ha tenido la honrosa experiencia de facturarle un servicio a alguien, criticó la falta de trabajo de los sectores del gobierno que no se ocupan de la pobreza, subido a eslogan estúpidos como “la riqueza concentrada”, cuando él personalmente es dueño de más de 500 millones de pesos (en blanco) que no puede explicar como los hizo. Los otros “representantes de los trabajadores” que lo acompañaban eran: Pablo Moyano, Roberto Baradel, Hugo Yasky y Hugo “Cachorro” Godoy. Todo dicho-

Con ánimo de tribunero y pretendiendo ser locuaz e hiriente ante el auditorio de militantes rentados, el hijo de la vicepresidente asumió un discurso viejo que atrasa 40 años y lo descontextualiza, además de ridiculizarlo, tanto por ser tan anticuado en su fase conceptual, como por la forzada actitud que pretende imponer para vencer sus miedos y la timidez que le han enseñado a controlar, lo cual lo lleva a sobreactuar innecesariamente, más allá no poseer entidad moral para hablarle a los trabajadores, alguien que en el ingreso a la Cámara Baja, no pudo llenar el casillero de la ficha donde pedía “Trabajo que desempeña actualmente”.

El solo hecho de que Máximo tome la posta para hacer un discurso “peronista”, nos demuestra cómo está el peronismo; si a eso le agregamos que en el día de la “lealtad” se llevaron a cabo tres actos distintos y por separado con los mismos “leales” del peronismo nacional, es ciertamente ridículo que sigan insistiendo en continuar una tradición que ha caído en desuso y solo forma parte de la retórica del discurso peronista, pero que en la práctica no se aplica. (Agencia OPI Santa Cruz)