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Según publica La Nación El contexto de crisis económica, agravada por la pandemia y la guerra en Ucrania, complican los planes de varios mandatarios latinoamericanos; asumen con altas expectativas del electorado, pero la falta de recursos es una limitante para enfrentar el malhumor social.
Por: Lucía Sol Miguel
“Otra cosa es con guitarra” es un chilenismo tradicional que refiere al hecho de que las cosas se tornan difíciles cuando se intentan poner en práctica. Con esa frase se sinceró el presidente chileno, Gabriel Boric, en una entrevista televisada dos semanas atrás por su octavo mes en el gobierno, en la que asumió los errores de su gestión y describió las dificultades inesperadas que tuvo su agenda.
La victoria del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil, que asumirá el próximo 1° de enero, consolidó el regreso al poder de la izquierda en América Latina. La mayor economía de la región se une así a este grupo de diez gobiernos ubicados en el mismo espectro ideológico -aunque acumulan varias diferencias entre sí- que llegan al poder impulsados por el voto castigo al oficialismo con propuestas de cambio que buscan dar respuesta a sociedades desencantadas con la política y hastiadas de las crisis económicas. Pero, en algunos casos, eso fue precisamente lo que dificultó el desempeño de los gobiernos.
“La izquierda llega con campañas con muchas promesas para reformas estructurales, para un aumento del gasto fiscal, para solucionar problemas como la desigualdad, mejorar servicios públicos. Todo esto requiere de un gran presupuesto y los países latinoamericanos carecen de estos recursos, menos en un contexto de crisis económica agravada por la pandemia y la guerra en Ucrania. Entonces los presidentes llegan sin la capacidad de cumplir con su agenda. Asumen con muchas expectativas y pocos recursos”, señaló a LA NACION Benjamin Gedan, director del programa de América Latina del think tank Wilson Center.
La pandemia de coronavirus trajo aparejado agravantes a los problemas de fondo de América Latina, una de las regiones más golpeadas. Frustró los planes de reducción de la pobreza y de la desigualdad, disparó la inflación, profundizó la precarización laboral e impulsó la informalidad a un 50%. La región, expuesta a un escenario geopolítico y económico inestable por sucesivas crisis como la guerra en Ucrania, apenas crecerá un 3,2 del PBI este año y un 1,4% en 2023, según la Cepal. En paralelo, la insatisfacción en la democracia continúa en aumento y alcanzó el 70%, de acuerdo al último informe de Latinobarómetro.
Con ese telón de fondo, los primeros meses de gobierno, que suelen ser de estabilidad, suman palos en la rueda. “En general, a nivel casi mundial, esta es una época muy difícil para los gobiernos. Todos, la izquierda y la derecha, enfrentan desafíos económicos enormes y un mal humor social casi universal que genera una rápida decepción, que hace que las lunas de miel sean muy cortas. En América Latina, los gobiernos recientemente elegidos han perdido en promedio el apoyo de sus votantes muy rápido, como hemos visto en Chile, con Gabriel Boric, o en Perú, con Pedro Castillo”, agregó Gedan.
Xiomara Castro (honduras) y Gustavo Petro (Colombia) cuentan con el mejor desempeño entre los gobiernos de izquierda de la región, con un 62% de aprobación, según el último sondeo de CID Gallup (octubre). En el segundo y tercer puesto están, respectivamente, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (44%), y el régimen del nicaragüense Daniel Ortega (37%). Le siguen Alberto Fernández (32%) y Nicolás Maduro (28%). En el último lugar está Castillo (18%).
Petro, que lleva poco más de 100 días de gobierno, pudo celebrar varias victorias al impulsar puntos claves de su agenda: el Congreso aprobó su reforma tributaria para el próximo año -su gran promesa electoral-, reactivó los vínculos diplomáticos con Venezuela, propuso una “paz total” para sentar a la mesa de negociación a los principales grupos del conflicto armado, y se mostró como un líder comprometido con la lucha frente al cambio climático en la COP27 en Egipto. Pero no estuvo exento de críticas ni problemas.
La última encuesta de opinión local de Invamer registró que su imagen negativa se disparó 20 puntos, con un 42,7% que desaprueba su gestión. Y el manejo de la economía fue la principal preocupación que destacaron los colombianos. El peso colombiano registra constantemente récords históricos de depreciación frente a máximos precios del dólar y se disparó la inflación.
“Hay una parte de la devaluación del peso colombiano que se debe a factores mundiales […] pero hay una segunda parte que corresponde a los anuncios del gobierno”, explicó el investigador de la Universidad Externado de Colombia David Rodríguez Guerrero. “Petro ataca en Twitter al Banco Central colombiano por subir las tasas de interés, esto a pesar de que su propio Ministro de Hacienda participa en la junta del Banco y estuvo de acuerdo con subir las tasas”.
Rodríguez Guerrero suma el controversial anuncio de la Ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, que marcó la cancelación de nuevos permisos de exploración de hidrocarburos – otra promesa de campaña-, una medida que le costó enfrentarse a una moción de censura la semana pasada por haber generado “pánico económico”, según la oposición.
En materia de paz, si bien la guerrilla del Ejército de la Liberación Nacional (ELN) confirmó la reanudación de los diálogos en Caracas para llegar a un acuerdo con el fin de acaba con el conflicto armado, las muertes continúan. A principios de noviembre el grupo guerrillero se adjudicó el asesinato de dos policías. Según Human Rights Watch (HRW) 35 líderes sociales fueron asesinados en los tres primeros meses del gobierno de Petro.
En caída
La aprobación de Gabriel Boric sigue cayendo. La encuestadora Candem arrojó en su último estudio esta semana que la imagen positiva del mandatario chileno disminuyó hasta un 29% y su desaprobación se ubicó en el 63%, una muestra del duro golpe que implicó el aplastante triunfo del rechazo a la nueva constitución, que sigue siendo un tema inconcluso. Las riendas de este gobierno no son las indicadas para la mayoría de los chilenos, dado que el 72% cree que el país va por mal camino.
“Boric quedó golpeado por el ‘rechazo’ porque en parte fue un voto castigo al gobierno que tiene que ver con la mala situación económica, con las pérdidas de empelo de la pandemia que no se han recuperado completamente, con los temas de orden público, y la inflación, que nosotros en Chile no estamos acostumbrados”, enlistó a este medio Claudia Heiss, directora de la carrera de Ciencia Política de la Universidad de Chile.
Heiss aseguró que un tercer factor que afecta al avance de la agenda del oficialismo chileno es que no cuenta con mayorías en el Congreso y traza la semejanza con el triunfo de Da Silva, que se consagró presidente, pero fue aplastado por el bolsonarismo en el Parlamento. Es por eso que tras la derrota del Plebiscito buscó moderarse y reemplazó puestos claves, como en el Ministerio del Interior y Seguridad Pública y en la Secretaría General de la Presidencia, “para construir una plataforma de centro izquierda amplia y tratar de conseguir apoyos del centro derecha para superar el escenario tan adverso en el Congreso”.
La situación en Perú es muy distinta. Castillo llegó al poder a mediados del año pasado con una sociedad polarizado tras ganar las elecciones frente a la derechista Keiko Fujimori con una diferencia de apenas el 0,26% de los votos. Desde entonces fue imposible salir de la tormenta política: pasó por dos impeachments por “incapacidad moral para gobernar”, realizó más de 70 cambios en el gabinete ministerial en poco más de un año en el poder, estuvo envuelto en un escándalo familiar por lavado de activos y se lo acusó a fines de octubre de liderar una “organización criminal” por lo que está siendo investigado.
En tanto, el caso de López Obrador es “interesante”, según Gedan. “Es uno de los presidentes más populares en la región, que ha sabido mantener un voto fuerte a pesar de la pandemia y de su actitud confortativa con muchos sectores del país. A pesar de todo es un personaje carismático y muy capaz en la política”, detalló.
El partido Morena venció en las elecciones intermedias del año pasado, aunque perdió su mayoría absoluta, pero los aliados de López Obrador obtuvieron buenos resultados.
No obstante, el presidente despertó oposición en el último tiempo por su iniciativa de reforma electoral, que según sus adversarios es una estrategia para eliminar el autónomo Instituto Nacional Electoral (INE) y asegurarse más tiempo en el poder. En noviembre, miles de mexicanos se manifestaron en la capital al grito de “¡México, despierta!” para “defender la democracia”, lo que generó una contraprotesta convocada desde el gobierno el 27 de noviembre a la que acudieron más de un millón de personas.
Fracturas
En Bolivia, dos exaliados indiscutidos enfrentan tensiones en la interna. El exmandatario Evo Morales lleva meses cuestionando la estabilidad de su heredero político, el actual presidente Luis Arce, y los analistas temen que las fracturas en el oficialismo empeoren a un país que todavía no se recuperó por completo de la crisis del 2019. El MAS acusó a Arce de los problemas internos, además de tildarlo como responsable de un paro indefinido en Santa Cruz, bastión económico del país.
“Arce tiene una agenda definida y la ha tenido desde que tomó la presidencia. Obviamente, la presencia de Evo es importante. Pero Arce trata de tener una línea de apertura hacia otras corrientes, trata de ser más tolerante, con un gobierno vinculado a otros partidos y no tan definido con Evo y el MAS. Hay una gran fragmentación de la oposición y eso es una ventaja que Arce debería aprovechar”, explicó a este medio el profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Michel Levi.
En cuanto a las autocracias latinoamericanas que se presentan a sí mismas como dentro de este espectro ideológico, el régimen de Maduro se vio particularmente favorecido por la guerra en Ucrania y la crisis energética. En una de las últimas medidas de relajamiento con este gobierno, el presidente estadounidense Joe Biden autorizó al gigante energético Chevron para operar en Venezuela pese a las sanciones para dar un empujón a su estancada producción petrolera.
Para Gedan, el fenómeno de la crisis energética mundial tornó aún más difícil imponer presión sobre los regímenes autoritarios. “El precio del petróleo es un alivio importante para Venezuela y Estados Unidos ahora tiene más interés en el petróleo venezolano y en la capacidad de abrir nuevamente el mercado. No quiere decir que Estados Unidos esté abandonando su agenda en favor de la democracia, pero ahora el tema energético cobró un nuevo rol en su agenda que antes no tenía”. (La Nación)