(Por: Rubén Lasagno) – De acuerdo a la información suministrada por los jueces del Tribunal que juzga a la vicepresidente en la denominada “Causa Vialidad”, a las 17:30 se conocerá el fallo sintetizado, quedando para más adelante (posiblemente febrero o primeros días de marzo) la lectura de los fundamentos de cada uno de los tres magistrados intervinientes.
Como es de manual, la prensa nacional ha titulado en mayúscula lo que a todas luces va a ser un hecho histórico en el país y el mundo, dado que la persona, la cual seguramente va a ser condenada por delitos contra el Estado, nada menos que siendo presidente de la Nación, está en funciones actualmente y ocupando transitoriamente la presidencia de la Argentina.
Inmediatamente la imputada por serios delitos contra la administración pública, salió por sus redes sociales (único lugar donde se expresa, porque no puede encarar un micrófono libre y sin condicionamiento previo) anunciando que “va a hablar después de fallo”.
La pregunta es ¿A quién le importa lo que diga Cristina Fernández después del fallo, cuando no tuvo la voluntad ni la capacidad de defenderse técnicamente en juicio?.
¿A quién le importa lo que pueda decir si es condenada, cuando eludió dar precisiones a través de sus abogados y solo ejerció una defensa política basada en una falsa ideología, en un contraataque sobre la justicia, echando culpas a Macri, a los medios y no reconociendo que cometió un grave delito?
¿A quién le importa lo que diga CFK luego del fallo, si su postura mesiánica es absolutamente falaz, cargada de resentimiento y desesperación por lo inexorable y reproduce un acting gastado y previamente calculado, lo que ya no genera sorpresa ni interés, especialmente por su falta de contenido veraz, donde solo recurre a la contraacusación, como única arma para explicar lo que no explica: sus delitos?
¿Qué esperan los medios nacionales que diga, quien en años no ha sido capaz de enfrentar las acusaciones de los fiscales con pruebas concretas, sino y solo, con acciones contrafácticas y ataques desmedidos contra las autoridades del Tribunal?
Cristina Fernández no tiene nada para decir. Está acabada, recluida en sus propios argumentos sin sentido, víctima de su postura irreductible de creerse impoluta, cuando un puñado de jueces y fiscales, que ella misma puso en funciones, le están demostrando que fue la jefa de una asociación ilícita y está a punto de ser catalogada como una delincuente en funciones.
Ni el mundial puede tapar una noticia que va a recorrer el mundo. La estrategia infame de apropiarse de la pelota, para disimular lo que está ocurriendo a nivel judicial, no funcionó ni funcionará. La corrupción es ampliamente visible y despreciable y mucho más cuando, como en este caso, la imputada de serios delitos, se encuentra precediendo el país.
¿Podría haber un fallo exculpatorio?. Es prácticamente improbable, después de lo que hemos visto y escuchado, pero en Argentina, todo es posible. Una gran parte de la justicia es cómplice, corrupta y está disociada de la sociedad que les paga el sueldo. No olvidemos que estos mismos jueces son quienes CFK insultó en los estrados en aquella actuación nefasta donde les dijo en la cara que quienes deberían responder y dar explicaciones eran ellos y a ninguno de los magistrados se le ocurrió “pararle el carro”, como dice el vulgo y hacerla desalojar la sala, como sí hubiera ocurrido con cualquier hijo de vecino.
Sin embargo, aún como todo puede pasar en este Macondo, siempre queda abierta la puerta para lo inexplicable; de hecho el juez Oyarbide confesó públicamente que fue apretado por los Kirchner para cerrar sus causas por enriquecimiento ilícito y eso solamente, en cualquier parte del mundo, daría lugar a la reapertura de cualquier causa viciada de nulidad. (Agencia OPI Santa Cruz)