La Libertad de Expresión

(Por: Rubén Lasagno) – El ser humano tiene dos valores inalienables: la vida y la libertad. 

La vida es única e irrepetible, es el máximo valor, sin la cual, todo lo demás no tiene sentido porque si esta falta, implica la no existencia del individuo. La libertad es consecuencia e intrínseco a la vida. Un hombre puede ser preso físicamente, tras las rejas, mentalmente, tras el adoctrinamiento y de conciencia, cuando está condicionado de decir, hacer y proceder. En este último caso encaja lo que hoy 3 de mayo se conmemora como un hito en el mundo: la libertad de expresión.

Etimológicamente la expresión es todo acto comunicativo del ser humano, que a través de algún medio o lenguaje (verbal o no verbal) se manifiesta en sociedad, por lo tanto, la unión de ambos términos: libertad y expresión, conforma una definición per se suficientemente potente para definir autónomamente lo que debe ser un hombre en esta vida, por cuanto se define técnicamente como un derecho que implica la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.

Dicho esto, sin duda la libertad de expresión es incompatible con el autoritarismo, el totalitarismo y cualquier clase de gobierno que tiene como fin reprimir las ideas y sus diversas expresiones, entre aquellos que componen la sociedad y particularmente, está orientado hacia quienes tienen la vocación y el derecho de contarle al mundo lo que ocurre en algún lugar, en diversos “envases” literarios (libros, revistas, diarios, publicaciones), en radio y/o televisión, en el cine o en las plataformas digitales y redes sociales, en todas sus variantes.

Es precisamente por este motivo que la libertad de expresión, es un privilegio que se dan pocos hombres y mujeres, lo adoptan escasas empresas periodísticas y prácticamente ningún gobierno. Esta libertad está fuertemente condicionada por cuestiones de orden moral, de orden político y en muchos casos (quizás la mayoría) por razones económicas.

Libertad de expresión y gobierno, es prácticamente un oxímoron. En tanto el periodismo variopinto que pueblan los medios hegemónicos de un lado y otro de la camiseta política, contribuyen a borrar esa libertad de expresión o al menos condicionarla, recortarla o unidireccionarla, según convenga al patrón del mensaje o al periodista que a veces utiliza la autocensura, no solo para resguardar a la empresa que lo contrata, sino por beneficio propio.

En los últimos meses a nivel nacional se han producido dos despidos de un medio nacional como el canal América TV, con la salida de Viviana Canosa primero y hace dos días de la conductora y economista Marcela Pagano, de la señal televisiva.

Ambas fueron bajadas de la señal de televisión, por orden de Sergio Massa, otrora luchador de las libertades individuales, que ahora desde el Ministerio de Economía de la Nación, impide que hablen de él y mucho menos (como fue el caso de Pagano) analicen técnicamente los motivos de la corrida bancaria, la inflación desmadrada y la inconsistencia de dólar.

Los Ejecutivos del canal, son todos amigos de Sergio Massa; el ministro es el que pone la pauta y algo más. El canal reacciona a favor de sus intereses y le importa muy poco la libertad de expresión. Esto no lleva a otro razonamiento:

La libertad de expresión es tan potente como frágil y si no la cuidamos entre todos, es muy fácil perderla. Precisamente los gobiernos, sin distinción, la pregonan discursivamente, pero son reacios a aceptarla en la práctica.

La libertad de expresión está ahí, depende de quien la tome o no. Cómo cada uno la ejerza, es particularmente como cada uno valore su propia libertad de pensamiento y la voluntad de manifestarla. No es un dogma, como todas las expresiones de libertad, es una manera de vivir. (Agencia OPI Santa Cruz)