(Por: Rubén Lasagno) – La irrupción de Javier Milei en la política, es un fenómeno mucho más común de lo que el mundo supone. Generalmente, las sociedades, luego de padecer gobiernos corruptos, inútiles e incapaces de resolver los problemas fundamentales de la gente como la economía, la seguridad y el trabajo, tal el modelo populista, caen, primero, en un letargo como aquellos animales que se paralizan con el miedo, pero cuando ese estadío pasa, la reacción popular no se hace esperar y suelen escapar para los lugares más impensables: el caos o la búsqueda de un cambio brusco, producto de la reducción del pensamiento crítico anulado por tanto tiempo mediante la anestesia populista.
Y allí, cuando la autoestima social está en su punto más bajo, aparecen pseudos ídolos o “referentes” que se construyen sobre bases falsas e inconsistentes. Esto ha pasado con Donald Trump en EEUU y en la humilde Argentina se vive un hecho similar (advirtiendo que existen marcadas diferencias entre los personajes) con la aparición en la escena política nacional del out sider llamado Javier Milei.
¿Qué fenómenos desata Milei que no provoca otro candidato?; básicamente sacude la rebeldía dormida de algunos sectores hartos de la política convencional y entronizan, conscientes o inconscientemente, a un ídolo de barro que crece como una bola de nieve echada a rodar, la cual, lejos está de ser sólida en su interior; ante el menor obstáculo, se desintegra.
Estos fenómenos basan su éxito en dos hechos fundamentales: son disruptivos, abaten ciertos prejuicios que la sociedad consideraba “inamovibles” y fundamentalmente le dicen a la gente, lo que ésta quiere escuchar, en general orientando un explícito contramensaje hacia el político clásico, estructurado y fiel alumno de la vieja escuela que sostiene la falacia como herramienta de confusión y el engaño como fundamento metodológico del convencimiento de las masas.
Transformers
Javier Milei surgió de la nada y se transformó de un payaso parlachín con imagen retro de vernáculo argentinoide, pomposo, extravagante, gritón, exagerado y ciertamente simpático, sustentado por un brillantísimo cerebro de economista anti-sistema que se jacta de ser un sabelotodo, aunque solo en el campo de la teoría, en una promesa política cierta y palpable como en la cual devino.
Nadie sabe, ni entiende (y casi ni le importa), si Milei, ya en el poder, podría hacer un mínimo porcentaje de lo que promete o se volvería un transformers pragmático de la más dura corriente positivista a la que adhieren escuelas económicas de muchas partes del mundo.
Milei es el efecto de la causa. El país está mal, su pueblo desorientado, la clase política desprestigiada y no hay líderes ni referentes, por lo tanto, lugar que no ocupa un cuerpo, debe ser ocupado por otro, para que ese espacio no quede vacío e implosione o colapse. Y allí aparece el otrora economista libertario, que con el mensaje contra sistema, se ganó la simpatía de quienes quieren cambiar 180º el rumbo de este Titanic, para salvar lo que aún queda del maltrecho barco llamado Argentina.
Entre el ser y el parecer
¿Milei es bueno o es malo?. Ni lo uno ni lo otro. Es contrafáctico pensar lo que podría hacer el libertario en una eventual presidencia. Lo único concreto y posible es ver cómo se mueve el personaje en el nuevo hábitat que eligió para desarrollarse y observar qué puntos de compatibilidad tiene con la realidad de los argentinos, pues él dice tener la receta para cambiarlo y las diferencias sustanciales que posee en relación con la fauna autóctona de la política nacional que tanto critica.
Pero un día, esa bola de nieve hueca estalla y queda a la vista la poca consistencia de ese cuerpo extraño llamado Javier Milei, quien criticó “la casta” y terminó en estos días haciendo lo mismo, solo que más evidente.
Sabemos ahora que el libertario, como hábil émulo de los más conspicuos transas políticos del enjambre nacional, vende los puestos en las listas a precios que van desde los 30 mil dólares para una concejalía a los 250 mil dólares para figurar entre el segundo y cuarto puesto en algunas de las Cámaras del Congreso.
Denunciado por su propia tropa, Milei no tuvo mejor idea que argumentar tirándose una palada de tierra sobre la melena batida: dijo que cada candidato debe pagar su campaña, haciendo un aporte dinerario proporcional a la aspiración que tenga para el cargo.
El libertario pretendió hacernos creer que hay ciudadanos dispuestos a entregar su patrimonio en honor a estar alistado para un puesto de representación, pero, precisamente, el duro ejercicio de la desconfianza que hemos cultivado los argentinos en estos 20 años de kirchnerismo abyecto, nos ha entrenado lo suficiente para desenmascarar sus bajos instintos.
La teoría del autofinanciamento de los candidatos de Milei, implica que quien no tiene plata, aunque le sobren las condiciones morales, éticas, técnicas y/o profesionales para desarrollar una representación política, no tiene la mínima posibilidad de ser parte de las listas de “Libertad Avanza”.
En cambio, quien posea el dinero suficiente para comparar una banca (entre 30 mil y 250 mil dólares), tendrá las puertas abiertas para integrar las listas libertarias, aún cuando sea un narcotraficante, un lavador de dinero o un honorable comerciante. Y ni hablar que, muchos de los que ponen plata en su campaña, estén abonando un coseguro para conseguir inmunidad/impunidad tras una banca y gambetear la justicia por alguna causa pendiente.
Si a esto le agregamos las últimas investigaciones que lo vinculan con Sergio Massa en el armado de este verdadero “negocio político”, en tanto es el tigrense quien le dicta los lugares que serán ocupados en las distintas listas, por las módicas sumas señaladas, al “mito Milei” se le diluyen sus pies de barro y entra en el tobogán de repudio generalizado y casi seguro en el ostracismo y tal vez en el olvido, que suele ser más duro y rápido cuando los pueblos se ven defraudados por la mentira previa, precisamente, porque están cansados de tantos años de engaños continuos de esa “casta” a la que el propio Milei, pertenece.
Políticamente Milei es un globo de ensayo inflado de apuro por miles de argentinos de buena fe, que creyeron en las promesas de cambio.
Es un típico fenómeno político aislado, del momento, circunscripto a CABA y alrededores, a cuya aventura se largó sin ningún tipo de apoyo ni proyecto, ni estructura política. Por esto y no por otra cosa, desconoce y no apoya a sus partidarios en el interior del país.
Las PASO le darán a Milei una suerte de lección, un baño de realidad de lo que implica simular combatir la mentira con otras mentiras y engañar a quienes, como todos los argentinos, hemos hecho un master en detección de chantas y fabuladores de la política actual. (Agencia OPI Santa Cruz)
CLARO Y PRECISO. ES UN HDP LOCO Y PELIGROSO, ADEMAS DE CHUPACULO DE MASSA
Este nabo convenció a muchos de ser distinto y es mas igual que Massa ja
Tremendo hijo de puta
Bien, entonces Argentina FUÉ, no tiene destino, se desintegró, ya que si Milei no es ninguna alternativa de cambio y todo el resto ES LO MISMO que viene reventando al país desde hace décadas, entonces será al reverendo pedo ir a votar.
Un ladri igual o peor que los otros
El que escribió este articulo sabe que se queda sin caja si gana Milei, como todo el periodismo. Y para el que leyó todo le pregunto, quien paga las campañas políticas? creen que son gratis? Milei vino a mostrar que todo se paga, el problema es que sale del bolsillo de todos y va al de unos pocos. Y con respecto a eso que escribis de poner plata para buscar impunidad o inmunidad, se ve que OPI ya se olvido la historia K…
no encuentro la nota que hicieron cuando acusaban a Miel de vender cargos y la justicia lo descarto. Raro que paso?