Las limitaciones políticas de las próxima campañas y el rol fundamental de la prensa independiente

(Por: Rubén Lasagno) – Podría remontarme al inicio de la democracia, si quisiera poner un (mal) ejemplo extendido, de lo que nos ocurre a los argentinos, pero solo me voy a extender a tres personajes de la política que nos tocó sufrir y/o sufrimos en los últimos años: Alberto Fernández, quizás el que menos sorprendió porque casi la mayoría sabíamos de quién se trataba y dos out sider, que se llevan todas las fichas: Javier Milei y Claudio Vidal.

Creo, sin temor a equivocarme, que el paradigma político ha cambiado a partir de la observación y la toma de conocimiento empírico que tiene la gente, de los fracasos, los éxitos, las mentiras y la mala praxis de personas que se ofrecen para gobernar un país o una provincia, e incumplen todas y cada una de las promesas realizadas en ese mundo maravilloso que le venden al pueblo, cuando invierten fortunas que nadie sabe de dónde salen, o sí se sabe pero muchos callan y nadie investiga, para decirnos exactamente lo contrario de lo que harán.

Claro Menem dijo una frase decepcionante: “Si yo decía lo que iba a hacer, nadie me votaba”. Y lo decepcionante no solo son los candidatos que la adoptan como una biblia política, sino nosotros que sabiendo que esa es una verdad descarnada, los votamos.

Claramente un candidato sin historia política previa tiene el beneficio de la duda, pero como votantes no podemos creernos el mundo contrafáctico que nos proponen sin hacer una mínima autocrítica y es necesario analizar al personaje por lo que es y por lo que hizo y no por lo que dice que va a hacer cuando asuma el cargo; ya que cuando lo descubrimos, es tarde.

Y es aquí donde toma relevancia la prensa independiente de cualquiera de los candidatos; aquella que no tiene autolimitantes para hablar de cada uno de ellos, sin otro objeto que darle a la sociedad, los elementos necesarios para que juzgue al personaje, antes que el personaje se venda asimismo, que como si fuera un Currículum Vitae exacerba “las condiciones” naturales, pule los errores personales y muestra un historial “con filtros” para lavar a ese personaje y hacerlo potable con el fin de lograr la meta; una vez allí, estará a salvo (al menos hasta la próxima campaña).

Experiencias que no repetiremos

Lo de Alberto Fernández no fue una sorpresa porque estaba dentro de un programa de simulación incluído en la necesidad de Cristina Fernández de permanecer en el poder, gracias a los buenos oficios de Mauricio Macri, quien le permitió con su mal gobierno y poniéndola como “lo diferente a él”, disgustar al votante medio; algo más o menos parecido a lo que está haciendo Javier Milei en este momento con este deplorable personaje de la historia argentina.

Lo de Milei y Claudio Vidal son dos historias paralelas similares y es ese modelo el que en el futuro la sociedad debe evitar votar ciegamente o solo potenciando el voto por la bronca y las redes sociales, dos malas consejeras para impulsar un cambio, al menos real.

Ambos, Milei y Claudio Vidal, han mentido de una manera asquerosa, absurda e impune durante sus campañas, sostenidos por la necesidad de cambiar lo establecido e impulsados por el deseo popular de aplicar el “voto castigo” contra Alberto-Cristina y Massa y más acá a Alicia Kirchner.

Hoy los vemos (y sufrimos) a ambos, transitar otros caminos absolutamente distintos a los prometidos y contrariamente a lo que piensan, eso eleva doblemente el próximo voto bronca y serán ellos, los mismos que llegaron por el mecanismo de selección impulsiva de la gente, quienes saldrán eyectados por el mismo mecanismo.

Ambos han construido un historial que no deja conforme al votante medio. Si tenemos en cuenta que ambos son gobiernos de coalición, es decir, no tienen suficiente fuerza propia para mantenerse, siempre dependerán de otros para permanecer. 

Veremos en las próximas campañas cuántos socios tendrán y esos socios que los acompañen, cuántos votos va a aportarles. La gente está reaccionando a los estímulos más elementales: la observación de la acción política y pública; lo que ocurre a nivel nacional y en la provincia de Santa Cruz, a la mayoría, hoy, no le gusta lo que ve.

El rol de la prensa libre (no politizada)

Y aquí es donde entra la prensa libre, para deshojar la margarita de la mentira, el engaño y la corrupción, ejerciendo el periodismo sin color político para investigar, opinar, decir y contarle al votante, lo que ha votado y lo que, tal vez, no deberá votar en adelante.

Es mentira que la prensa pone y saca gobiernos. Ese es un discurso fascista de quienes llegan blandiendo la libertad de expresión y lo primero que hacen es anularla. Lo que si hace la prensa, es restarles votos a través de la concientización pública al difundir sin apasionamientos, quien es quien en cada campaña y luego en el mundo del poder.

No es la prensa la que pone y saca presidentes y gobernadores, son ellos mismos con sus malas acciones y sus corrupciones interminables, quienes atentan contra su propia estabilidad. 

La función de la prensa es contar lo que pasa y ahí estamos los que no trabajamos para ningún sector interesado. Y por eso nos transformamos en un peligro latente para la clase política. No es porque seamos mejores, sino (y precisamente) porque somos libres de hacerlo y esa libertad, a los adalides de las libertades que llegan como candidatos enarbolando todo tipo de banderas que cuando asumen las enrollan y repliegan, la detestan y la combaten.

Precisamente por esto, es que los medios tenemos un rol fundamental a la hora de concientizar al pueblo. Ya no sirven “las buenas noticias” que armonizan los gobiernos con los medios pagos, porque las malas acciones, los yerros políticos, la corrupción y las mentiras, son el núcleo de interés que tiene la gente, para conocer al verdadero personaje que se vendió como bueno y resultó ser más de lo mismo o como en el caso de Alberto Fernández un poco más denigrante y degenerado (además de inútil y corrupto) que el promedio de presidentes que hemos tenido.

Estamos viviendo un momento donde las redes sociales son “combativas”, pero el periodismo serio es el único “informativo”. La pelea sucia se da en ese campo insustancial y barroso de las redes donde nadie es lo que dice ser y las fake news y el anonimato, desacreditan cualquier objetivo honesto que un candidato pueda tener. 

Son los medios libres e independientes los que toman una significación superior y concentran la atención seria de los lectores, cuando saben que allí van a encontrar lo que otros no le dicen, no les cuentan y el propio gobierno (nacional o provincial) ocultan.

Ese es nuestro rol, el cual será significativamente más importante a medida que se acerquen las campañas y podamos recurrir a los archivos para nutrir la memoria pública de aquello que no debemos olvidar antes de volver a emitir el voto y tengamos que elegir entre un aventurero y alguien con las capacidades necesarias para gobernar al menos con honestidad y buenas intenciones. (Agencia OPI Santa Cruz)