LA TILINGUERÍA KIRCHNERISTA

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16:30 – (Por Rubén Lasagno) – Tilingo es un argentinismo con una acepción bastante lavada, tal como “Insustancial, ligero, un hombre que dice tonterías” y uno más rudo que lo indica como “cobarde, tonto y de baja condición moral”.

En general la clase política argentina está inmersa en una tilinguería asociada al vaho que produce el poder y cuanto más arriba trepan, mayores pavadas hacen, dicen y construyen.

El tilingo es por definición un egocéntrico quien se cree suficientemente importante como para impactar con sus opiniones en el quehacer de todos nosotros, los ciudadanos comunes y está, generalmente, identificado con cierto rasgos esquizoides y un narcisismo exacerbado, piensa que es el ombligo del mundo, cuando en realidad resulta lo más alejado de un ejemplo a seguir y en muchos casos, un claro ejemplo de lo que no se debe hacer para llegar a conseguir popularidad, muy alejado del concepto de buena fama.

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Hay muchos tilingos en nuestro país que aprovechan sus cinco minutos, pero la mayor tilinguería pertenece al krichnerismo y más aún, a los tilingos sufrientes de la abstinencia de poder y por consiguiente de los beneficios que le reportó a esta tilinguería nacional, la instalación por 12 años en el poder de sus padres putativos provenientes de las frías mesetas patagónicas, aunque a decir verdad sus progenitores nunca pertenecieron a ningún lado que no fuera donde se podían generar los millones de dólares que se robaron en la década ganada.

La mayor tilinga es la suprema jefa de la banda, hablamos de Cristina Fernández, quien supo mostrar por ocho años sin interrupciones, lo que puede hacer un tilingo en el poder. Decana de la tilinguería K, desde la presidencia sazonó diariamente con frases y actitudes una pléyade de tilingos menores que se cocinaron al calor de las apariencias, la corrupción, la mentira, el esnobismo de cabotaje y forjó un gobierno de improvisados donde actuaban aplicando más el pensamiento lateral que planes reales para resolver las crisis de la coyuntura.

Acabado el poder y acabado el país, los tilingos han perdurado aún con más tiempos para pensar en sus largos días de ocio; para algunos, esos días, discurren en celdas pequeñas e incómodas de Marcos Paz o Ezeiza y para otros se han corrido las nubes y ayudados por los tilingos de Cambiemos, que en el gobierno nacional no dan pie con bola, aparecen generando frases de antología como las del economista Guido Sandleris, ex kirchnerista, amigo de Axel Kicilof, hoy a cargo del Banco Central quien dijo hace unos días: “Ni loco compraría dólares en este momento”.

Otros tilingos más ilustres son por ejemplo, Estela de Carlotto, quien para blindar a sus amigos que por años metieron la mano en la lata y quedaron retratados por la prolija letra de Centeno en los cuadernos Gloria, se preguntó “¿Cómo un chofer va a tener escritura perfecta?“.

Tal vez el padre de los tilingos, inclusive por detentar un título internacional en tilinguería política, Diego Maradona, no encontró mejor reseña en su afiebrada cabeza confusa y errante, portador de una suerte de afasia permanente donde no conecta bien con la realidad y se manifiesta con un delay cognitivo muy marcado, le pidió a CFK ser su compañero de fórmula para la presidencia de la multiprocesada senadora, al 2019. ¿Se plantea el lector una posible fórmula con estos tilingos juntos?. Yo no. Pero bueno, este hombre enfermo, drogadicto, caprichoso, mutante de convicciones y sin ideología política, que fue funcionario de Carlos Menem y abrazó a Chávez y sus dólares, no solo no tiene clara sus ideas, sino su propia existencia. ¿Será un tilingo que encontró su lugar en el mundo?: Culiacán, México.

Otros tilingos de esta especie son (solo por nombrar algunos), Darío Grandinetti que dijo sin parpadear, en un arranque de profundo sentir democrático: “Quiero que este gobierno (Macri) se vaya, no me importa si cumple o no el mandato“; o Fito Páez que en el 2011 dijo “Me dan asco los porteños que votaron a Macri” y ahora, tal vez dándose cuenta lo tilingo que había sido, la negó tres veces a Cristina afirmando “Nunca pertenecí al kirchnerismo, solo apoyé ciertas políticas”.

Un prócer de la tilinguería es el cuasi cómico Dady Brieva, quien no se privó de mostrar sus dotes personales y acuñó frases para el olvido como “Macri no es mi presidente” o la revelación del pensamiento positivista del autodestruido Midachi “Quiero que se queden y la pasemos mal así no los votan más”, por ejemplo. Éste no es solo tilingo por lo que dice, sino por pensar que si se van los que están, vuelven ellos….(¿?)

Otro novel de la tilinguería K es Leonardo Greco quien tras declamar su “amor por Cristina”, dijo “Es un amor que nace es de la racionalidad. De estar medianamente instruido, y de lo que pasó en este país. Es el mejor Gobierno que tuvo nuestro país y corroborado por testimonios populares” e inmediatamente para defenderlo de las críticas, el tilingo intratable Diego Brancatelli dijo “Para muchos es difícil entender de amor. Para muchos es difícil entender de lealtad. Y para muchos es difícil entender lo que siente Greco. Hay millones de Greco en la Argentina. Y bueno… aquellos que destilan odio, los que no saben lo que es amar, no van a saber nunca lo que siente Greco“.

También la tilinguería aporta frases como “La patria no se rinde”, “La patria está en peligro”, etc y en general hay una propensión en el argentino a cultivar esta suerte de sentencias unívocas y determinantes, con signos más acentuados en la clase política expulsada del poder en el 2015. Son los tilingos de siempre; los que meten la cabeza bajo la tierra para borrar el pasado y creen que alguien se puede sentir afectado con sus imposiciones, cuando en realidad, lo muestran como es: un tilingo más de aquellos que nos robaron la esperanza en un aquelarre de corrupción y mentira que duró 12 años. (Agencia OPI Santa Cruz)

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