Tronó el escarmiento

17/07 – 13:30 – “La orden que tengo es que se vote ahora”, dijo el diputado Pichetto cuando Cobos pidió el cuarto intermedio, tal vez como acto fallido o impulsado por su naturaleza de obediente empedernido. El enlace con el bunker de Néstor era Nicolás “Tito” Fernández, el santacruceño que iba y venía como un correveidile. Los nervios en el bloque del FPV eran evidentes, pero la desesperación de los principales operadores de Kirchner en el recinto superó todo lo vivido en Diputados donde Rossi, en aquel papel, al menos pudo cumplir “decorosamente” con el mandato del presidente pejotista.

Las muecas, las caras, los ademanes y las señas que cruzaban el recinto mientras hablaba Cobos es una postal aparte de todo lo que allí se vivía. Pichetto, además, impotente porque no podía doblar la luz y recordando el ninguneo que le hizo Cristina y Néstor en las elecciones provinciales donde apoyaron a su rival Saiz, pasó factura. Entonces ahora Pichetto corre el riesgo de, además de ser repudiado desde afuera por la apretada a Cobos, que sea ignorado desde adentro.

Habrá que ver también cuántos de aquellos Senadores que recibieron promesas de último momento, donde negociaron juicios, puestos para su familiares, subsidios para su provincia y otras yerbas, como Saadi, van a ver hecho realidad el compromiso de Kirchner bajo la adrenalina encendida de la disputa por ganar a toda costa.

Los restos de la batalla

Ya todo se redujo a una anécdota. Los discursos destemplados del ex presidente tomando la posta que nadie le cedió, haciéndose cargo de la voz oficial, hablando y echando fuego en nombre de un gobierno al cual no pertenece; las costosas carpas que armaron los desmedidos de siempre, a valores siderales con plata del pueblo; los aprietes, las amenazas, las patoteadas de funcionarios y funcionales; en fin, todo es una anécdota ahora.

Como es costumbre en el matrimonio, cuando pierden callan. Sin duda esta derrota enciende la luz roja en el tablero político del kirchnerismo y para recomponer esto Cristina Fernández deberá volver sobre sus pasos en muchas cuestiones, mandar a su marido a El Calafate con bozal incluido y reordenar estrategias de gobierno coherentes, inclusivas de todos los sectores y deberá bajar de la estatua de Evita para consagrarse a la gente que la votó, exclusivamente.

Lo que pasó anoche le demuestra al gobierno que ya no puede confiar en su buena estrella. Se terminaron los días en que con cuatro gritos Kirchner alineaba a los dispersos. Se han convencido (o tal vez no) que cuando la gente sale a la calle con las cacerolas no es para derrocar a Cristina, es para pedirle que gobierne para todos. Que nadie quiere que este gobierno se vaya y es más, todos quieren que a este gobierno le vaya muy bien, pero claro, ese es un deseo que no se agota en el patrimonio de Jaime, Nestor Kirchner, De Vido y el círculo estrecho que se ciñe al poder, se refiere a lograr que le vaya bien a todos los argentinos.

Lo de anoche fue un aprendizaje doloroso para Kirchner, pero aprendizaje al fin. Probablemente desde ahora se ahonden las diferencias en el arco político y muchos “incondicionales” revean la verdadera importancia de ser ellos mismos a la hora de tomar una decisión desde sus bancas.

Está todo por hacer y seguramente el país puede volver a encausarse por donde venía. Solo basta que el matrimonio advierta que debe cambiar el método y Kirchner debe entender que él solo es presidente de un partido ahora fracturado que lo ha puesto en su lugar. No es nada ni nadie en el gobierno actual, por lo tanto debe cederle a su esposa el control absoluto del gobierno, como corresponde, como lo marca la ley y como (por si no se dio cuenta) anoche se lo pidió el Senado. (Rubén Lasagno/OPI Santa Cruz)