- Publicidad -

¿Reivindicación por consenso o imposición por una costumbre peronista?


08/11 – 12:30 – El primer peronismo fue muy propenso a tomar el espacio público como propio, luego de la muerte de Eva Perón abundaron los nombres de la pareja en calles, hospitales, yacimientos, ferrocarriles. Bien puede decirse que ese abuso es el que enfurecía a los opositores. (Por (*) Hugo Moyano para OPI Santa Cruz)

La excesiva rutinización de las convocatorias a la plaza de mayo donde las arengas de Perón fueron subiendo de tono, dejaron de ser fiestas para ser convocatorias a la lucha. Estas son algunas de las causas claves de la perdida de adhesión y del triunfo del golpe de 1955.

La derrota de Perón en 1955 fue política antes que militar, quien repase el último año de gobierno lo encuentra floreciente de proyectos, se impulsa la provincialización de los territorios nacionales, se debate sobre la imperiosa necesidad de producir más energía para sostener un proceso de industrialización, de explotar petróleo y explotar los causes de agua. Se trato de atemperar la puja distributiva.

Pero los puentes de diálogo con la oposición estaban rotos, incluso las grietas por derecha (alianza libertadora nacionalista) e izquierda (John W. Cooke) y los enfrentamientos con los sindicalistas se le produjeron en el interior del movimiento gobernante. Faltaba el espacio a la moderación. Todo el resentimiento se fue conjugando desde los militares a los políticos detenidos, pasando por los curas que alentaron la marcha de Corpus Cristi con la asistencia de los comunistas.

El haber quitado los medios de difusión a los opositores durante tanto tiempo, llevó a que cuando se permitió el uso de la cadena nacional a los líderes opositores, fue de un modo tan excepcional y acotado que no se pudo generar el acuerdo que la hora demandaba.

En suma. como no había espacio a la negociación, los más criminales y resentidos encontraron justificación a los bombardeos y muertes y se abrió una página negra en la historia de la argentina.

El peronismo de los setenta volvió a cometer muchos de esos errores. En parte porque la proscripción fue tan grotesca y cruel que en parte merecía reparaciones. Cuando Jorge Cepernic retiró la placa que ocultaba en el pié del monumento a San Martin en la plaza de Río Gallegos los nombres de Juan Perón, Tomas Fernández y José Martin Miranda era un hecho de reparación.

No era justo que el nombre del presidente, del gobernador y del comisionado municipal al momento de inauguración de ese monumento estuviera oculto por el solo hecho de ser peronistas.

Pocos hechos hubo tan impactantes como el abrazo entre el entonces gobernador Cepernic y el popular gordo Miranda, eterno urdidor de acuerdos y de cartas provenientes de Madrid, ese mediodía en la Plaza San Martin.

El monumento a San Martin volvía a ser lo que fue en sus orígenes.
Así como este hecho fue una reparación acertada, hubieron otros cambios de nombre que no fueron aceptados, Radio Provincia pasó a llamarse radio Grupo Cóndor, era un homenaje a esa gesta pacífica de reafirmar la soberanía en Malvinas encabezada por Dardo Cabo y de la cual Héctor Ricardo García saco provecho enviando un cronista que le permitió vender miles de ejemplares de sus revistas. Pero ni los peronistas entendieron eso, de hecho, una de las primeras determinaciones de la intervención de Saffores fue quitar el nombre a la radio LU 14.

La calle Comodoro Rivadavia paso a denominarse Juan J. Valle, pero eso generó un revuelo y el concejo deliberante votó una ordenanza por la que suspendía el cambio de denominaciones de calles, y eso fue aceptado por los concejales peronista y el intendente Bórquez. La señal que se quiso dar era de frenar el ímpetu renovador e iconoclasta para dar paso a la moderación.

De todos modos la crisis interna del peronismo y los enfrentamientos con la oposición se reiteraron bajo nuevos métodos. Por lo pronto, cuando Oscar Allende la noche del 23 de marzo sostuvo en su discurso que las dictaduras en América Latina no solucionaban los problemas sino que los agravaban, no pudo lograr detener el golpe que estaba en curso. Más aún nunca hubo un golpe tan esperado como el que se produjo en 1976.

El recupero de la democracia hace casi treinta años, con alternancias y crisis, ya nos ponen en otra realidad mundial y en otro país. Cosas buenas y no tan positivas nos rodean. Procuramos tener un concepto más maduro del estado, preservar el medio ambiente, reivindicar nuestra identidad latinoamericana. Y si algo suena ridículo son los “gendarmes de la revolución” que pretenden indicarnos lo que debemos pensar. Pero siempre nos enfrentamos a nuevas situaciones.

La muerte de Kirchner es un hecho difícil de asimilar por los seguidores, y por la totalidad de quienes participan de la vida política del país. Cuando los sucesos son de tal magnitud la tendencia del peronismo por su historia es apelar a los reiterados homenajes, a cambiar los nombres pre-existentes y a la construcción de monumentos. Pero es un acto poco mesurado.

Si repasamos, no hace mucho tiempo con la muerte de Jorge Cepernic surgió en Río Gallegos la iniciativa de imponer ese nombre a la hoy Avenida Roca. Ahora ya se habla de denominarla presidente Kirchner.

Pero soslayamos los debates pendientes en torno del cambio de nombre a la Avenida Roca. Desde hace unos años promovió Osvaldo Bayer una campaña para quitar los monumentos y denominaciones que recuerdan al General Roca. Esta no surgió de un prejuicio iconoclasta. Estaba fundada en la polémica por el tratamiento que tuvieron los pueblos originarios con la llamada conquista del desierto. Pero además es un reflejo de la deuda que todos los estados nación de América tienen con los pueblos originarios.

De modo que tenemos enfrente un problema serio, que difícilmente se resuelve de manera equilibrada y con consenso social con una apresurada votación. Menos aún con la decisión de una comisión de vecinos notables, que antepongan su parecer al del conjunto de la población. Es tiempo de la moderación.

Lo primero sería sacar la decisión del terreno de los fanatismos, lo segundo hacernos una pregunta sincera, ¿Quiénes demandan una mayor reivindicación?, los pueblos originarios de América o los líderes del peronismo local. No sería mejor pensar que la deuda histórica con los pueblos originarios, a los que la reforma constitucional de 1994 les reconoció el derecho a preservar su cultura y lengua es la más demorada que tenemos como comunidad política. Más aún en el extremo sur de América donde los exterminios de indígenas y obreros fueron una regla para el avance del capitalismo.

Quien puede negarse a reconocer que tanto Cepernic como Kirchner tendrán su lugar en el espacio público, va de suyo que lo deben tener, pero en una escala de valores donde pensemos primero en las deudas culturales históricas antes que en los arrebatos pasionales momentáneos.

Mal manejada esa decisión, sin un debido fundamento puede quedar carente de consenso social. Bien planteada es digna de debate y análisis por la proyección que tiene la significación que tiene las denominaciones que se dan al espacio público.

Sería un tremendo error al calor del reciente fallecimiento, soslayar la discusión precedente e implantar la recordación por sobre toda la complejidad de la sociedad. Quienes deseamos que el dirigente político recientemente fallecido sea recordado, pero no con decisiones que surjan del apresuramiento o impulsadas por el sentimiento de dolor y buscando la grandilocuencia, consideramos que la mesura en la toma de estas determinaciones quizá sea el mejor camino para encontrar formas de recordación perdurables y que se arraiguen en la comunidad.

Quizá lo más sabio sería que por una determinación del Poder Ejecutivo Nacional por un lapso prudencial, de diez años, se suspenda el imponer el nombre de Néstor C. Kirchner a calles o avenidas y tampoco levantar monumentos públicos. Es muy triste saber que en Caleta Olivia por un acto de obsecuencia se quitó una denominación que recordaba a los mártires de Malvinas para imponer el nombre del presidente recientemente fallecido. Nadie debe construirse de arrebato y en base a la obsecuencia, primero porque está mal, segundo porque es innecesario.

Esta autolimitación daría un tiempo para conseguir un consenso amplio para definir que calles o lugares son los más significativos para tal recordación. Todos debemos acordar que en la Argentina existe un debate mal resuelto sobre el uso de los nombres par el espacio público. Más aún para no dividirnos en falsas antinomias, proponemos partir de aceptar la recordación en el espacio público. Pero también aceptar que maduraremos el lugar y la forma de tal recordación en un proceso plural. Estos sería un buen indicio de no apresurarnos en determinaciones que no es imprescindible de tomar con urgencia y menos sin amplio consensos.

En suma consideramos que estamos en tiempos de buscar acuerdos, y estos se tejen desde abajo en lo cotidiano, aceptando que el colectivo que componemos los habitantes de la nación es heterogéneo, plural, pero que puede madurar sus consensos si quienes pueden tomar la determinación abren el debate.

Seamos sensatos si se convocó a audiencias públicas para definir a que hora cerramos a los boliches y procurar más seguridad a los jóvenes, porque causa no usar ese procedimiento para definir el nombre de calles, y que éstas no sean definidas en función de sacar a uno para poner a otro, sino en función de las deudas en la recordación y en la valoración que como sociedad tenemos de personas, etnias y demás en el espacio público.

Tomemos un ejemplo en Puerto San Julián el Concejal Ariel Sarasa impulso la recordación de un vecino, Corcino Vega, que permanecía el caso olvidado a pesar de ser un hijo de ese pueblo que murió peleando por los republicanos en la guerra civil española. Y allí también se consultó a la comunidad española para ver como se lo recordaba. El ejemplo vale, porque es un cambio en la actitud del funcionario que busca a quienes representa y los hace partícipes del problema y de la solución.

No es agradable que las barras de los organismos deliberativos sean pobladas con fanáticos para agraviar a los que piensan distinto; la democracia es el disenso, por si no lo sabemos, nadie tiene la verdad absoluta y las decisiones no se toman por impulsos. Porque o sale cualquier cosa o tenemos el cuadro que vivimos por estos días donde el cambio de nombre de la Avenida Roca no se voto en la práctica.

Que buena cosa sería que este error burocrático dejara tiempo a la mesura, a procesar mejor una decisión, a no abrir una nueva antinomia, a celebrar consensos. Ni los pueblos originarios, ni Jorge Cepernic, ni Néstor Kirchner deben quedar en el olvido, pero insistimos evaluemos como sociedad con quienes estamos en mayor deuda, acaso no arrastramos una visión del pasado que soslayó que San Martín y Perón eran descendientes de indígenas y ese olvido no fue casual.

Acaso no convertimos en epopeyas lo que fue un exterminio. Acaso miles de lenguas se están perdiendo y miles de los carentes de necesidades básicas insatisfechas son los herederos de los dueños de la tierra. Acaso nos olvidamos que un español periodista, letrado, librepensador fue el primero que uso en los años veinte la palabra crímenes de lesa humanidad para tratar los genocidios cometidos en el sur.

En nombre del progreso y de la modernización, ocultamos y perdimos muchas de nuestras raíces, no sea que ahora con el fragor de la lucha política le estemos tirando otra palada de tierra al pasado.
Nada es irreversible ni insoluble, bastaría con un debate amplio, mesurado, que parta de aceptar que todos tendrán su lugar, y que nos corresponde jerarquizar. Es un llamado a la prudencia a los funcionarios, no para que hagan lo que decimos, sino para que escuchen la voz del pueblo que es la voz de Dios. (Agencia OPI santa Cruz)

(*) – (Titular de la emisora Fm News de Río Gallegos y de la empresa “News Multimedios S.A”).

spot_img

Suscribité al Newsletter

Más Noticias

- Publicidad -spot_img

Más Noticias

10 COMENTARIOS

  1. Debemos poner fin a la manía de cambiar nombres. No hay que cambiar, hay que sumar. A lo que ya tenemos, dejarlo tal cual está. A lo nuevo, ir bautizandolo de a poco, dejando pasar los 10 años que antiguas normas preservaban. La historia se nutre de las sucesivas capas “geologicas” que van dejando su huella. El pasado se nutre de Rosas, de Urquiza, de Sarmiento, de Mitre. No exclusivamente de uno de ellos.

  2. MUY BIEN FRANCOTIRADOR!!!! asi se habla…el problema es …¿como hacerles entender a estas bestias?? bah! no creo q no lo entiendan, el problema ES QUE SE HACEN LOS BOL…….PARA PASARLA BIEN, para actuar a lo patoteros,(como fueron enseñados y peor!), y para llevarse puestas todas las normas, las leyes, las instituciones…..¡¡¡¡SON IMPARABLEEEESSS!!!! un PELIGROOOO

  3. Perdón por ocupar este espacio, me enteré que en RTurbio (ver opinion austral 08/11/10) el Sr??? Ferro le quiere quitar las tierras a la Asociación de Volantes de Río Turbio, Autodromo Mario Giaccobo, que raro don Ferro queriendo quedarse con algo ajeno, como se quedo con Cruz del Sur, vamos!!!!! afloje don Ferro, que me parece que esta vez le dieron la cana, por ladino…..

  4. Les hago una propuesta a todos esos LESOS Y TARADOS q no quieren cambiar el nombre a la calle Roca, recientemente se entregaron casa a muchos vecino de esa ciudad y le propongo al pel…..compañero presidente HCD, que el tarado se olvido de como se actua como consejal? A ese barrio le ponga el nombre de nuestro querido Nestor Kirchner, y al otro barrio el nombre de un compañero de ley don Jorge Cepernic y ya esta? tanto lio, no les da la cabeza para pensar, entonces que dejen a otros que quieran trabajar a por una provincia mejor.

  5. En Caleta Olivia no se respeto los 5 años que deben de pasar a partir de la muerte de alguien para la colocación de su apellido a una calle e incluso debe ser la única ciudad del mundo donde existen 2 calles con el nombre de NCK y pareciera que en esta ciudad solo viven peronistas, insólito, inaudito e INCREIBLE.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí