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El resultado de la profecía cumplida

Los autos de alta gama - Foto
07/03 – 11:15 – Cuando hacemos los análisis de la coyuntura política y económica, solemos apoyarnos, generalmente, en el conocimiento previo del “proyecto kirchnerista”, basado en la improvisación y el ensayo sobre prueba y error. Como ha sucedido a lo largo de tantos años del modelo nacional, reflejo pálido del modelo desplegado por NK en Santa Cruz, cuando la presidenta dispara una idea, es porque ya está concebida y ordenó su aplicación. Y en ese momento el destino del proyecto, depende del rechazo o la aceptación pública. (Por: Rubén Lasagno)

El día 4 de enero de este año, escribí una columna bajo el título “La farsa del impuesto Nac&Pop”, donde en síntesis, hablaba de esta metodología de ensayo de prueba y error que aplica el gobierno nacional, ante la falta de un plan claro y preciso para administrar la economía del país y la ausencia de políticas de Estado, lo que implica diagramar acciones proyectadas a 20, 30 o más años, que claramente suponen sobrevivir a todos los actuales actores políticos.

Pero hacíamos hincapié en que ese método de ir para adelante con las medidas más insólitas y contraproducentes, es propia del kirchnerismo, si ve que en el camino no se le interpone ningún obstáculo; es decir, en la práctica, si no observa una respuesta social negativa a sus intentos y menos aún de la oposición errante que funciona en la Argentina.

En ese marco y en relación al incomprensible y muy mal aplicado impuesto a “los autos de alta gama”, como tituló la presidenta, para vender un proyecto de recaudación altamente contraproducente para el trabajador metalúrgico, autopartista y todos los empresarios de fábricas y concesionarias de automotores y motos, expresamos en aquel momento:

Los empresarios ya dijeron que en estas condiciones habrá reducción de personal, se retraerán las ventas y las casi 40 fábricas de motos, cuatriciclos y repuestos que hay actualmente, anunciaron que dejarán de construir modelos, dado que los vehículos más caros, sostienen la producción a menor costo de los modelos más económicos”.

E inmediatamente retomamos en nudo inicial del problema: la sociedad, el empresariado y el propio trabajador, que generalmente, en estos casos, está ausente de estas decisiones, no se involucra, no reclama por las consecuencias que medidas de este tipo le acarrearán a su futuro y el de sus familias, porque (básicamente) cree en la palabra de quienes, les dicen, están haciendo lo mejor para sacar adelante al país. Y a continuación, en aquella nota, afirmamos

“Cuando esto suceda (mecanismo que ya comenzó a perfilarse) y las fábricas comiencen a retraerse, habrá despidos y gente sin trabajo. Allí sí, saldrán a la calle, pero será muy tarde. Esa persona que va a quedar sin trabajo, no es la que accede a un auto de “alta gama”; será el laburante, el eslabón más débil de esta cadena; aquel que cuando se anunció el impuestazo, no le importó, porque (según el gobierno) iba afectar solo a los de mayores recursos”.

El día llegó

La prensa nacional se hace eco hoy, de una baja considerable en las ventas de autos, con caída histórica en los últimos 10 años de casi un 30% y una proyección aún más desalentadora en los próximos meses y una situación similar operada en las fábricas y montajes de motos y cuatriciclos, que en los últimos años proliferaron en la industria nacional, dando trabajo a miles de familias. Según una carta de la Asociación Argentina de Motovehículos, le comunicó a Débora Georgi que la actividad está en “emergencia” y que las unidades con precios entre 28.000 y 50.000 pesos están sujetas a una alícuota del 30% más y las que superan el último valor al 50% por arriba del precio de venta, lo que hace caer en un pozo recesivo a la industria del sector, que vio disminuido en un 28% el patentamiento en los últimos 30 días.

¿Y qué esperaban?

Tal como lo habíamos anunciado, también, el gobierno imponía una medida absolutamente desestabilizadora laboral y socialmente, solo para perseguir una magra recaudación de 200 millones de pesos al año, con lo cual generaría un caos en la industria que se vería reflejada en la retracción de las ventas y por ende, como es lógico, los empresarios comenzarían a “achicarse” a causa de la reducción de sus ventas y como consecuencia, iniciarían la ronda de despidos en fábricas y concesionarias.

Una vez más, como producto de la política de prueba y error, el gobierno ahora advierte que con el impuesto a los autos, prácticamente no recaudó nada y busca una medida para morigerar el impacto negativo, porque se vienen las consecuencias sociales insalvables. Es la profecía cumplida.

La única medida para lograr eliminar las consecuencias nefasta en la industria nacional, es quitar esta aberración impositiva. Retrotraer la situación y asumir que fue uno de los tantos errores de cálculos, al que nos tiene acostumbrado la presidenta y su inexistente gabinete económico, que maneja las finanzas públicas con el viejo hábito de la “libreta del almacenero”, que mantenía Néstor, solo que ahora más desordenada y sin saber cómo escribir en ella.

De culpas y culpables

Y una vez más, también, debemos recordar que el máximo culpable de estos dislates en la propia sociedad, que no sabe (o no quiere) reaccionar a tiempo, cuando desde el poder pergeñan estas barbaridades que solo algunos nos atrevemos a contar, analizar y criticar. La mayoría de los medios se transforman en voceros voluntarios o involuntarios que proporcionan la plataforma exacta para permitirle al gobierno nacional escarbar en la opinión de la gente y aplicar cualquier medida, por más aberrante que sea, si es que no tiene resistencia social.

Esto pasa hoy con la reforma del Código Penal, ya pasó con el Impuesto a los Bienes Personales y seguirá pasando, en tanto la sociedad no participe con su voz en alto, tomando las calles e inundando las redes sociales con su despecho, hacia las acciones arbitrarias que toma y aplica este gobierno.

Si acaso CFK no da marcha atrás con el impuesto a los automotores y motos, el país comenzará a retraer el empleo en ese sector y las consecuencias de esta medida demagógica y mal implementada golpeará el sector más vulnerable: al trabajador y es allí, cuando ese hombre de familia, ese empleado, el obrero y el industrial, se darán cuenta de lo que el 4 de febrero expresamos, al persuadirlos de que debían salir a protestar a tiempo, mucho antes de lanzarse la medida. Hacerlo luego, era tarde, inútil y costoso, como lo es hoy. Ahora llegó ese momento y las consecuencias son imprevisibles. (Agencia OPI Santa Cruz)

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2 COMENTARIOS

  1. Ya rompieron el mercado inmobiliario, ahora el automotor y el de las motos, ahora se viene el codigo penal favorable a los delincuentes, vamos barbaro…. ahhh me olvidaba, el narco metido hasta bajo las baldosas en todo el pais, gracias FV

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