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La mitad de los alumnos del país desayuna en el colegio

Ayer se iniciaron la clases en la provincia y hubo notoria ausencia de alumnos ante el adelanto de la fecha de inicio - Foto: OPI Santa Cruz/Francisco Muñoz
10/04 – 11:00 – Según un estudio, los comedores de las escuelas públicas atienden a 4,5 millones de chicos. Dicen que es necesario enfocar mejor los recursos para brindar alimentos de mayor calidad nutricional.

Por: Alfredo Dillon
Proliferaron a partir de la crisis de 2001, y desde entonces no dejaron de crecer: los comedores escolares atienden cada día a 4,5 millones de chicos en todo el país, la mayoría de sectores vulnerables. El 50% de los alumnos argentinos desayuna en la escuela y el 21% almuerza allí, según una investigación de CIPPEC presentada ayer. Todo indica que estas cifras van a aumentar en los próximos años, de la mano de la ampliación de la jornada extendida y el nivel inicial. Por eso, desde CIPPEC advierten que es necesario asignar mejor los recursos, entre otras medidas, para optimizar un servicio que es a la vez nutricional, educativo y sanitario.

“En un contexto inflacionario y de restricción fiscal, es importante garantizar que las escuelas más vulnerables brinden un servicio de calidad”, explica a Clarín Cecilia Veleda, especialista de CIPPEC y una de las autoras del informe. El estudio concluye que es necesario focalizar mejor el servicio para dar una comida de mayor calidad nutricional y que la reciban q uienes realmente la necesitan.

La urgencia queda clara si se tiene en cuenta que el 40% de los chicos argentinos tiene sobrepeso, de acuerdo con datos del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI). Se trata de “ una epidemia en crecimiento ”, advierten desde CESNI. Y a este problema se suman otros, como altos índices de anemia por deficiencia de hierro (afecta a uno de cada 5 menores de 5 años), retraso del crecimiento (lo sufre el 10% de la población infantil), carencia de vitamina A (presente en 1 de cada 7 niños), bajo consumo de calcio (sobre todo en adolescentes) y anorexia.

El informe de CIPPEC enfatiza que los gobiernos provinciales deben garantizar la inversión en este rubro: “El presupuesto es limitado y discontinuo ”, describe. Hay directores que tienen que hacer “malabares” para comprar la comida para sus alumnos con los $2 pesos diarios que les da el Estado.

En la Escuela Primaria N° 24, que funciona dentro de un complejo de monoblocks en Boulogne, ese es el presupuesto para la merienda “reforzada”. “Esto hace que sea una merienda carente de alimento real –señala la maestra María Rosa Gatica– Solo podemos darles a los chicos un turrón o una galleta de grasa con mate cocido ”.

El menú es igual de precario en la Escuela Secundaria N° 45 de Tigre, ubicada sobre el arroyo Toro. Allí la docente Gisela Wörn denuncia que “ el menú solo contempla arroz, fideos y polenta en sus diferentes variantes (con aceite, con huevo, etcétera)”. Gisela continúa: “El pastel de papas que correspondería dar un día fijo por semana siempre se ve suspendido. En muchas ocasiones tuvimos que devolver la bolsa de carne picada porque era de pésima calidad: contenía más grasa que carne”. Y aclara: “ La carne picada es el único corte de carne que se provee ”.

Un informe recién elaborado por la Federación de Educadores Bonaerenses (FEB) refleja varias situaciones como esta. La desesperación de docentes y directivos en algunas escuelas los lleva a pedir fiado a los comercios de la zona. Pero algunos colegios están tan endeudados que ya no consiguen que les presten. En la Escuela N° 45 a veces los maestros terminan pagando la comida de sus alumnos. “Las auxiliares, el casero y algunos profesores muchas veces compramos pollos, harina para pizza y otros elementos para ofrecerles una comida digna a nuestros chicos. Lo hacemos pagando de nuestros bolsillos”, cuenta Gisela.

Ante este panorama, que se repite con variantes en muchas escuelas, el estudio de CIPPEC reclama “incluir en el presupuesto anual las partidas para cubrir todos los componentes del servicio de comedor y garantizar que sean transferidas a tiempo ”, considerando que “ la inflación exige una fina estimación de los aumentos en los costos ”.

Tras analizar los modelos de gestión del comedor en 19 provincias, los expertos concluyeron que es necesario aprovechar mejor la información disponible sobre el nivel socioeconómico de los alumnos, para definir con criterios precisos quién debe recibir el servicio y a quién no le hace falta. “La asignación del servicio a toda la población de una escuela resulta incuestionable en las escuelas más vulnerables, pero cuando el servicio comprende muchas escuelas con alumnado de diverso nivel socioeconómico, esta opción puede tener un impacto negativo sobre la calidad de las comidas, ya que se reduce la inversión por ración ”, afirma Veleda.

Otras recomendaciones para mejorar el servicio apuntan a formalizar el rol del responsable del comedor –en casi todas las provincias, la tarea queda a cargo del director y los docentes –, y aprovechar ese espacio para potenciar la educación nutricional de los alumnos. (Clarín)

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