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La Presidenta hizo cambios en su entorno y Parrilli ganó influencia

Oscar Parrilli Secretario General de la Presidencia - Foto: OPI Santa Cruz/Francisco Muñoz
12/05 – 09:50 – Dos secretarios del funcionario asisten a Cristina Kirchner; ascenso de Carlos López.

Por goteo, la presidenta Cristina Kirchner cambió en los últimos meses su entorno más cercano: se trata de los secretarios y funcionarios que la rodean en cuestiones domésticas, pero que tienen llegada diaria a la máxima autoridad del país.

En ese esquema de enroques, el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, pesa cada vez más en el círculo íntimo, y dos de sus hombres de confianza son ahora asistentes privados de la jefa del Estado: son Mariano Cabral y Diego Bermúdez, este último de reciente incorporación, dos funcionarios que antes reportaban al neuquino.

Otro parrillista que se quedó con un cargo de peso la semana pasada fue Carlos López, un todoterreno con tareas que van desde asistir a la Presidenta en los actos hasta cuestiones de seguridad, si la situación lo requiere. De modos rudos y cara de pocos amigos, es uno de los encargados de echar a la prensa cada vez que alguien logra traspasar una valla en los actos oficiales y actúa como filtro en la elección de la primera y segunda fila de invitados estelares. Hace las veces de ceremonial, pero sin el trato cordial digno del protocolo.

López fue nombrado el jueves pasado a través del Boletín Oficial con el cargo de secretario adscripto para Asuntos Especiales de la Presidencia. Ese lugar era el que tenía Héctor Farías Brito, histórico asesor de Cristina Kirchner, que la acompaña desde el Senado. Era su secretario de despacho en la Casa Rosada y podría volver como asesor a la Cámara alta. López militó en el Frente Grande y en el Frepaso. Ahora logró un cargo después de 10 años de reclamar un puesto. Había llegado a Parrilli de la mano de Luis D’Elía, en momentos en los que el secretario general mantenía una relación fluida con los movimientos sociales, en los primeros meses de Néstor Kirchner en el poder.

Otro nombre que se alejó, aunque sólo en la formalidad, fue Juan Francisco Alarcón, más conocido como “Tatú”. Agente de la Policía Federal, se convirtió en el último secretario privado de Kirchner. La semana pasada se conoció su renuncia como coordinador ejecutivo de la Secretaría General. Había estado en el staff presidencial con el rango de secretario de Cristina y fue ganando influencia hasta armar una suerte de cuerpo de seguridad paralelo. En su lugar fue nombrado Héctor Patrignani, ex custodio de Kirchner.

El poder de “Tatú” es tal que llegó a proponer a quien luego quedó como jefe de la Casa Militar, la máxima autoridad de la seguridad de un presidente, Agustín Rodríguez. A pesar de su renuncia, se lo sigue viendo en los actos de la Presidenta fuera de la Casa Rosada. Entre los cambios del entorno de la jefa del Estado ya se habían ido Isidro Bounine y Martín Aguirres, con crecimientos patrimoniales que estuvieron en investigación judicial. Aún sigue Pablo Barreiro, hijo de Ricardo Barreiro, íntimo de la familia presidencial. (La Nación)

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