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En Diputados celebrarán el día de “sus” periodistas

La Cámara de Diputados de la Nación - Foto: web
04/06 – 13:00 – Como todos saben el día 7 de junio de cada año se celebra el día del periodista, una fecha establecida por la fundación de la Gaceta de Buenos Aires de Mariano Moreno. Lo interesante de observar es que el kirchnerismo no hace extensiva la invitación a “todo el periodismo”, sino a quienes ellos consideran con honestidad K para informar, es decir, el periodismo militante. Lejos de tener a mano un periodista crítico, la celebración es más una caricia al ego propagandístico de un gobierno en retirada, que a lo que se entiende por periodismo en su definición universal. Y por si quedaban dudas de que no se trata de celebrar al periodismo, ningún periodista hablará en la jornada.(Por Rubén Lasagno)

Ayer empezó a circular en la Cámara de Diputados de la Nación una invitación para la celebración del “día del periodista”, que en realidad es el día sábado 7 de junio, pero que no se sabe bien porqué (tal vez como una cuota más del desconocimiento que sobre la profesión tiene el gobierno) lo celebran mañana jueves 5.

Tal como OPI pudo leer en el texto de la invitación, en la oportunidad solo tendrán la palabra, diputados, funcionarios e intelectuales de fuerte descendencia K y a pesar de que se engalana como Jornada de Conmemoración de los 70 años del Estatuto del Periodista Profesional, estarán ausentes los periodistas, pues se trata de un acto partidario más, en cuyo programa se prevé la apertura, a cargo del presidente de la Cámara Julián Domínguez; posteriormente Jorge Rivas expondrá sobre “Derechos laborales”, Horacio Pietragalla hará lo propio con el tema “Otro lado de la cámara” y Juliana Di Tullio, jefa de bloque del FPV, hablará de “Avances en la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual”.

El día de “sus Periodistas” o “su periodismo”, el FPV prescindirá de los periodistas, pero en lugar de ellos estarán los delegados oficiales en la AFSCA Fernando Torrillate y Cynthia Ottaviano, la funcionaria de la Secretaría de Comunicación Pública Verónica Torrás; la decana ultra K de la Facultad de Periodismo de La Plata, Florencia Saintout y Lidia Fagale, titular de la UTPBA.

Tras destacarse en la cartilla que “habrá almuerzo y obsequios”, el evento, que en teoría nació para celebrar el día del periodista, se transformará en una sesión de periodismo militante, tal como nos tiene acostumbrado el kirchnerismo, rama que fomentan y detentan curiosos ejemplares como Víctor Hugo, el mediático Brancatelli, los encorvados panelistas de 6,7,8, Duro de Domar, TVR, Telam, los multimillonarios “Grupos” como Spolsky, Cristóbal López, etc y una larga lista de aquellos que algún día pensaron en dedicarse al periodismo y decidieron hacer otra cosa. Tal vez, ciertamente, sea un acierto que ellos no estén mencionados en la cartilla de invitación, porque es “el día del periodista”.

Sin embargo no hay que alarmarse, porque indudablemente “ese”, no es el ámbito del periodismo. La profesión, más allá de sus imperfecciones y de muchos inescrupulosos que la ejercen, es digna, cuando se sustenta en la libertad de expresión, de pensamiento, la crítica y de ejercicio del derecho de informar.

Nadie que esté cooptado por un color político hace periodismo con honestidad, hace propaganda política, que es otra cosa. Se puede ser periodista con pauta o sin pauta, lo que no se puede es serlo sin dignidad. No se pueden encubrir políticas o políticos, ni funcionarios ni jueces, porque es complicidad, lo cual no es periodístico. El valor del periodista es ser libre para hablar con libertad. Se dice que el periodista es “el espía del pueblo”, porque su trabajo libera y lleva a la superficie, aquello que el poder encubre y tapa. Por eso, en algún momento, se los denominó “el cuarto poder”, luego de los establecidos por la Constitución. El periodismo se basa en dos aspectos fundamentales: la credibilidad y la libertad. Sin uno de ellos, el periodismo no existe.

Confundir propaganda militante con periodismo, es una falacia inculcada por el krichnerismo (igual que el chavismo o el castrismo), para decirle a la gente que informar es un acto de obsecuencia debida y no de libertad individual. El kirchnerismo odia visceralmente al periodismo y a la prensa en general. Ese odio lo fomentó Néstor Kirchner cuando vivía en Santa Cruz, acostumbrado a manejar los diarios de Río Gallegos, horas ante de su cierre, dictándole a los propietarios del medio qué debían poner en tapa, cuál era el título que debían resaltar y qué no debían informar, a expensas de perder la pauta si al otro día no salía el diario a la calle como él había ordenado.

El periodismo militante es al periodismo, lo que una banda militar es a la música. Lejos están los días en que Víctor Hugo Morales nos llamaba, durante el largo conflicto del 2007, para salir en su programa de radio y en la presentación de alguno de los integrantes de OPI, hacía un larga introducción, con su lenguaje florido y barroco, donde fustigaba la acción demoledora de Néstor Kirchner sobre la credibilidad pública y nos ensalzaba como “cuasi héroes” que peleábamos en soledad en Santa Cruz, en contra de un enrome cíclope político que nos quería aplastar. Por entonces y de acuerdo a sus propias palabras que tenemos guardadas en algunos grabaciones Kirchner era “un golpista”, “avaro, “político insensible” y hasta “un dictador en la sombras”.

A pesar de que jamás nos victimizamos, no puedo olvidar aquellas introducciones de Víctor Hugo, destacando nuestras cualidades y coraje para enfrentar al establishment de “los Kirchner”, como le gustaba decir, para informar lo que entonces pasaba el esta provincia. Todo era radiante, nuestra lucha era épica, según las palabras de Víctor Hugo; sin embargo, la última llamada que recibimos fue aquel día en que Néstor Kirchner, compró los 2 millones de dólares para adquirir el hotel de El Calafate (según dijo). Aquella mañana, Víctor Hugo habló (una vez más) personalmente conmigo y me preguntó, al aire, qué me parecía la operación financiera efectuada por el ex presidente, me pidió que le dijera si creía que era ético, si presumía que esos fondos eran genuinos y si estimaba que Néstor había cometido un delito, al usar su posición dominante y el conocimiento previo o el manejo de información privilegiada, para acometer con “su negocio”.

Obviamente y como tantas otras veces lo había hecho, me explayé sobre lo que creía y le dije lo que opinaba. Ese día, fue la última vez que Víctor Hugo Morales llamó a OPI para saber de Santa Cruz. Desde aquel momento, su mirada política cambió 180º y ya nunca más sintió la necesidad de contarle al mundo que en este rincón del país había periodistas que “se la jugaban por informar”, “le ponen banca al poder feudalista de los Kirchner” o “son nuestros referentes de lo que se puede hacer cuando no se cae en la bajeza de la pauta y se entrega, algo más que el corazón y el alma, a los gobiernos de turno” (SIC) tales algunas de las introducciones que hacía le uruguayo por aquellos días, en cada una de las presentaciones que realizaba de OPI, antes de ponernos al aire.

Después vino lo otro y hoy su programa “Bajada de línea”, es toda una definición autorrefencial. Nosotros, como podemos, seguimos haciendo periodismo. (Agencia OPI Santa Cruz)

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