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El ciclo que se agota, detrás del giro cristinista

El ciclo que se agota, detrás del giro cristinista
23/06 – 09:30 – La incertidumbre –o el discurso destinado a la platea cristinista– se mantuvo cuatro días, una eternidad para quienes, incluso dentro del Gobierno, suponían que era necesario enviar sin demoras una clara señal negociadora al juez Thomas Griesa, a los fondos buitre y a los mercados internacionales.

En los argumentos a favor de esta postura parecen haber pesado, también y especialmente, las hipótesis centradas en el efecto desastroso que podría haber tenido un nuevo default sobre la figura presidencial. Cristina Fernández de Kirchner adoptó ese criterio y finalmente expuso la decisión de darle un giro neto a su posición pública y habilitar las conversaciones, algunas de las cuales eran ensayadas por vías informales. En definitiva, fue otra muestra de que algunos integrantes del círculo más próximo a Olivos intentan garantizar una salida del poder dura pero al menos transitable.

No es poco como expresión del agotamiento de un ciclo.

Existen al menos dos interpretaciones diferentes, y tal vez complementarias, sobre la cuidada indefinición de las primeras reacciones oficiales tras el fallo de la Corte de Estados Unidos. Primero la Presidenta y luego Axel Kicillof utilizaron términos duros para referirse a la situación surgida de las decisiones de la justicia estadounidense, pero no dijeron que fueran a ser rechazadas. La inquietud ganó en esas horas a dirigentes del peronismo y también a los principales referentes de la oposición.

Una hipótesis señala que aquellos discursos tenían el exclusivo sentido de atender las necesidades del frente interno. En otras palabras, desde esa visión se entendía que apuntaban a mantener en pie y en tensión al cristinismo. Parece demasiado que un mensaje presidencial por cadena y luego una puesta en escena similar del ministro fueran motorizados por tales motivos domésticos, cuando las miradas internacionales también estaban puestas en la Argentina, pero es probable que en parte ese haya sido uno de los objetivos. Otra mirada indica que la incertidumbre inicial fue fruto de que la discusión en Olivos tardó en ser saldada. Carlos Zannini y también Kicillof, dos de los pocos influyentes en el reducido esquema de poder kirchnerista, habrían insistido en que la peor salida era entrar en situación de default, más allá de cualquier otra valoración técnica o política.

La primera señal de que la Presidenta abriría y blanquearía el camino de la negociación fue dada en el Congreso, a mediados de la semana pasada, cuando el ministro de Economía, el secretario de Legal y Técnica y el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, expusieron ante los jefes de los bloque. Allí, luego de un freno a Kicillof por parte de un legislador, Zannini dijo que el Gobierno evitaría el precipicio del default.

Hasta ese momento, los gestos razonables sólo habían surgido de quienes están anotados en la carrera del 2015: Daniel Scioli y en un plano alejado Florencio Randazzo, desde el oficialismo, y el massismo, el macrismo y la sociedad Frente Amplio–UNEN, en la otra vereda. Pero, se ha visto, el 2015 también aparece en el horizonte del cristinismo.

“El pago a los holdouts puede agudizar el cuadro, pero la situación económica previa era mala y la que se proyecta es delicada por sí misma, porque es fruto de desequilibrios, con expresión en la inflación y otros problemas”, apunta un ex legislador radical, y añade: “En cambio, no acatar los fallos habría agravado todo a límites de catástrofe ”. Pensado desde la perspectiva oficialista, el recorrido final de la gestión presidencial será duro, sin dudas difícil, pero la otra perspectiva, la del default, lo habría tornado intransitable y tal vez explosivo.

Pasada la devaluación de enero, con visibles señales de enfriamiento y ajuste de la economía, un experimentado consultor político interpretaba que el mejor escenario político para el oficialismo es una recesión controlada. “Con cierto freno de la economía pero con inflación debajo de los 2 puntos mensuales, Cristina puede pensar en una transición más o menos ordenada ”, decía. Algo parecido piensan cerca de Scioli: consideran que en ese contexto, pueden consolidar el respaldo del peronismo orgánico, dejar sin aire las jugadas de los cristinistas más duros y desbancar a Massa.

Olivos sigue sin digerir al gobernador bonaerense, pero en estas horas su mayor preocupación es asegurarse la transición. Eso también explicaría los compromisos en el CIADI, el acuerdo con Repsol y el arreglo con el Club de París.

La perspectiva del final resulta incómoda y el discurso a veces tarda en acomodarse. (Clarín)

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