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Aumentan sus bienes los secretarios presidenciales

Ricardo y Pablo Barreiro en El Calafate - Foto: OPI Santa Cruz/Francisco Muñoz
13/07 – 10:00 – En las declaraciones patrimoniales revelaron importantes incrementos; sueldos anuales de $ 900.000.

Por: Iván Ruiz
Es una carrera corta, pero intensa. Sólo un par años de largas jornadas laborales les deja un legado para todo la vida: casas, autos y cientos de miles de pesos, en algunos casos millones. Después, con la fortuna en el bolsillo, se alejan del entorno presidencial.

Los secretarios privados de Cristina Kirchner volvieron a registrar un fuerte incremento patrimonial durante 2014, según consta en sus declaraciones juradas. Sueldos superiores a $900.000 anuales y jugosos viáticos por acompañar a la Presidenta en sus giras oficiales son los motivos que aducen para justificar la compra de distintos bienes, según pudo saber LA NACION.

Cristina Kirchner tomó nota: renovó su entorno el año pasado, pero la tendencia volvió a repetirse. El patrimonio de su secretario Mariano Cabral, por ejemplo, creció un 111% en 2014. El resto de su equipo, el mismo que la acompañara en su salida de la Casa Rosada, repitió el fenómeno aunque con números algo más bajos.

El último movimiento ocurrió hace un mes, con la retirada de Pablo Barreiro, el asistente preferido de la Presidenta. Fue el séptimo secretario presidencial que renunció en los últimos seis años. Casi todos dejaron el poder observados por su enriquecimiento, pero la Justicia los sobreseyó amparados en sus viáticos.

Hijo del jardinero de Néstor Kirchner, Barreiro tenía 26 años cuando desembarcó en el despacho presidencial, allá por 2010. Había heredado la confianza de Ricardo Barreiro, su padre un íntimo amigo del ex presidente. Desde ese lugar, algunas fuentes oficiales le atribuyen el manejo de las cuentas de Facebook y Twitter de Cristina. Escoltaba a la mandataria en todas sus giras internacionales y también la acompañaba en sus momentos de descanso en Santa Cruz.

El patrimonio de Barreiro se multiplicó por cinco en sus años como funcionario público. Unos días antes de su renuncia se conoció que la cotización de sus bienes había aumentado un 43% durante 2014, número que ratificó la curva ascendente. Informó en su última declaración jurada activos por 1,7 millones. Lo más valioso es la mansión que construyó en El Calafate, el lugar en el mundo de ex jefa, que valuó en más de $ 1 millón.

Antes de su desembarco en el epicentro del poder, Barreiro -que declara estudios secundarios- había participado de una empresa de transporte y otra de turismo junto a su padre. Durante sus años junto a Cristina, ese espíritu emprendedor se potenció: los Barreiro abrieron el restaurante Campo Grande en El Calafate.

Barreiro era uno de los pocos secretarios que había sobrevivido a la renovación del entorno presidencial que Cristina practicó el año pasado, atenta ante el posible uso de las influencias que facilita la intimidad con el poder. En ese enroque perdieron lugar varios históricos asistentes y desembarcaron algunos jóvenes allegados a Oscar Parrilli, entonces Secretario General de la Presidencia.

Cabral, uno de los nuevos colaboradores, se sumó al equipo con 28 años. Registró durante 2014 el aumento patrimonial más pronunciado con una suba del 111%. Declaró un patrimonio de $ 760.000, casi sin detalle de sus bienes. Otro de los jóvenes secretarios es Diego Bermúdez Bringüe, 33 años, cuyos activos crecieron un 80% durante el año pasado, su primero al lado de la Presidenta. Informó un Ford Fiesta 2006, depósitos bancarios y 20.000 dólares.

La última polémica salida de un secretario la protagonizó, justamente, uno de los jóvenes colaboradores de Cristina. Martín Aguirres, que había desembarcado en la Casa Rosada con 30 años, quintuplicó sus bienes en sus dos años como funcionario. Ingresó a la función pública en diciembre de 2011 con $320.000 y, a fines de 2013, sus cuentas superaban los $1,5 millones. Compró cinco propiedades en Chivilcoy -que incluye una casa de 650 metros cuadrados-, declaró hasta medio millón de pesos en efectivo y sacó un crédito con el Banco Nación. Renunció el 5 de marzo de 2014, ante las sospechas por su enriquecimiento que reveló LA NACION.

Como sucedió con otros cinco secretarios privados de Cristina, la Justicia lo sobreseyó al entender que con sus viáticos podía justificar la compra de todos sus bienes adquiridos como funcionario público.

Héctor Farías Brito, un histórico que acompañaba a Cristina Kirchner desde sus años en el Congreso, también renunció por un escándalo. Era un “todoterreno” que oficiaba de jefe del despacho presidencial con atribuciones como el manejo de la agenda. Se alejó después de que la Justicia encontrara durante un allanamiento un sobre con el sello de “urgente” y su nombre manuscrito para que supuestamente una diputada oficialista favoreciera a una aspirante a jueza en el Consejo de la Magistratura. Días después fue nombrado en el Senado como empleado de planta permanente con el contrato más alto.

El equipo que acompaña ahora a la Presidenta está integrado por dos soldados kirchneristas más veteranos. Carlos Aníbal López fue nombrado secretario privado recién el año pasado, después de largos años de militancia en el Frente Grande. Primero trabajó en Diputados, como enlace con el Poder Ejecutivo. Se acercó a Parrilli de la mano de Luis D’Elía, cuando el funcionario tenía contactos con los movimiento sociales.

López, 56 años, es valorado también por su versatilidad, que le permite hasta realizar algunas tareas vinculadas a la seguridad. Informó un aumento en sus bienes del 27% durante 2014. Declaró una casa de 430 metros cuadrados en Olivos que cotizó $ 450.000. También una camioneta VW Sharan 2011 valuada en $255.000.

Juan Francisco Alarcón, 42 años, es el último integrante del equipo de Néstor Kirchner que todavía acompaña a Cristina. Ex agente de la Policía Federal nombrado como “asesor presidencial”, “Tatú” ganó influencia en las cuestiones de seguridad presidencia hasta armar una suerte de equipo de seguridad paralelo. Alarcón declaró en 2014 bienes por $ 800.000: una casa en Ciudad Evita (La Matanza) de 260 metros cuadrados, una Kawasaki Ninja 250 y depósitos bancarios. Según publicó el diario Perfil, “Tatú” omitió mencionar a Jacinto en sus declaraciones juradas, un toro gran campeón que el funcionario utilizaba para vender semen por cientos de miles de pesos.

Excepto Alarcón, que no participa de todas las misiones oficiales, el resto del equipo tiene asistencia perfecta cada vez que la Presidenta sale del país. Cabral y Bermudez, por ejemplo, la escoltaron este año en China y Panamá. Si la delegación argentina tiene que limitar cupos, como sucedió a comienzos de este mes cuando Cristina Kirchner visitó al Papa, la mandataria prefiere evitar algunas invitaciones de protocolo para guardarles un lugar. Su presencia es indispensable. (La Nación)

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