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Fayt renunció y le dejó la renovación de la Corte Suprema al próximo gobierno

Habló la hija de Fayt: "Está vivo y trabajando, su lucidez no puede ser puesta en duda"
16/09 – 09:40 – El ministro Carlos Fayt presentó ayer la renuncia a la Corte Suprema, que hará efectiva el 11 de diciembre, el primer día del mandato del futuro presidente de la Nación.

Por: Adrián Ventura
Fayt, quien a comienzos de año soportó fuertes ataques de la presidenta Cristina Kirchner para conseguir su vacante y, luego, negociar con la oposición una nueva integración del alto tribunal, había anticipado a sus colegas, en varias oportunidades, su determinación de alejarse de la Corte. Ayer, finalmente, tomó la decisión en el acuerdo de ministros.

El Gobierno dejó trascender que su decisión era “inevitable” y “previsible” y no se descarta que la presidenta Cristina Kirchner pueda intentar cubrir las dos vacantes del máximo tribunal.

En efecto, a partir de la renuncia de Fayt, la Corte, que está compuesta por cinco plazas, quedará sólo integrada por tres jueces: su presidente, Ricardo Lorenzetti; la vicepresidenta Elena Highton de Nolasco, y Juan Carlos Maqueda. Una situación que coloca al máximo tribunal en un nuevo escenario político: su inevitable cambio.

Ayer, rápidamente, en la oposición se apresuraron a dar señales de que los nuevos nombramientos deberán esperar unos meses.

En efecto, el diputado Federico Pinero dijo que Mauricio Macri, si es presidente, “presentará al Congreso una lista de personalidades respetables”. Y el titular de la UCR, el senador Ernesto Sanz, confirmó a LA NACION que la discusión comenzará recién cuando se conozca el nombre del nuevo presidente de la Nación.

Cerca del candidato oficialista, Daniel Scioli, sostienen que “es conveniente que la Corte esté completa” y que la “Presidenta tiene todas las facultades para promover nombramientos”. Sin embargo, también evalúan que, en plena campaña, “éste es un tema que no suma votos y que entorpece la agenda de cualquier candidato”.

En otras palabras, todo indica que habrá que esperar al 25 de octubre, al 19 de noviembre o, tal vez, al mes de diciembre para que se dé el nuevo debate, ya que la actual presidenta, por sí misma, no podría imponer los nombres de los nuevos integrantes de la Corte.

De todas maneras, no puede descartarse que la Presidenta se lance a proponer dos nombres para completar los cargos que dejaron vacantes las renuncias de Eugenio Zaffaroni -el candidato Roberto Carlés, que propuso hace meses, no atravesó el filtro del Senado- y, ahora, la de Fayt.

Para nombrar un juez de la Corte se necesita que la propuesta del presidente de la Nación sea aprobada por dos tercios de los senadores, un número que sólo se logra a partir de acuerdos políticos con la oposición. El hecho de que a partir del 11 de diciembre existan dos vacantes puede facilitar esa negociación.

La carta

“Tengo el agrado de dirigirme a la señora Presidenta de la República con el objeto de presentar mi renuncia al cargo de Juez de la Corte Suprema de Justicia, con efectos a partir del once de diciembre del corriente año”, dice el mensaje de Fayt a la mandataria. “Saludo a la Señora Presidenta con las expresiones de mi consideración más distinguida”, concluye. Lleva la fecha de ayer y está firmada por el juez Fayt.

La nota, que fue enviada por la Corte a la Casa Rosada, consta de apenas dos párrafos, atentos y formales, que muestran la distancia que Fayt siempre mantuvo con el poder político y, en especial, con la Presidenta.

De esta forma, Fayt decidió preservarse y correrse del centro de los ataques que sufrió durante buena parte del año. “Eligió el mejor momento para renunciar”, como señalaban ayer varias fuentes de la Corte.

En 1990, el entonces presidente Carlos Menem había ampliado la Corte, llevándola de cinco a nueve integrantes. Pero luego de los juicios políticos impulsados por Néstor Kirchner en contra de aquellos jueces menemistas, una ley sancionada en 2006 estableció una reducción paulatina del cuerpo, primero a siete magistrados y, luego, a cinco.

Pasaron ocho años de aquella ley y el fallecimiento de Carmen Argibay y de Enrique Petracchi la dejó en ese número. Pero enseguida Zaffaroni anunció su dimisión, que se hizo efectiva el 31 de diciembre pasado, y, ahora, se aleja Fayt.

Luego de que se estancó el pliego de Carlés, la Presidenta comenzó a criticar duramente al decano de los jueces, en una estrategia que la mostraba interesada en conseguir su renuncia y poder tener un cargo como moneda de cambio en una eventual negociación.

Hacia mediados de año, la embestida se había vuelto indisimulada y feroz. Pero Fayt prefirió resistir, para no darle la chance a la mandataria de nombrar a su reemplazante.

Entre los motivos que el kirchnerismo invocó para atacar a Fayt estaba su decisión de haber firmado en su casa la acordada del 21 de abril pasado, por la que Lorenzetti fue reelegido presidente de la Corte hasta 2019.

Con esa excusa, la Comisión de Juicio Político abrió en el Congreso “un proceso investigativo” para saber cuál era el estado de salud mental del juez. Un proceso que nunca tuvo la mayoría que exigía la Constitución, pero que el kirchnerismo mantuvo vivo y, por momentos, por lo menos latente.

El magistrado resistió la ofensiva del oficialismo y advirtió que seguiría trabajando hasta que Dios le dé “fuerza, vida y plenitud”.

Asimismo, en junio el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, le envió a Fayt una carta de fuerte apoyo. Una señal que se interpretó como enviada directamente por el papa Francisco, con quien Cristina Kirchner intenta mantener una excelente relación.

La campaña instaló una agenda distinta y la discusión por la Corte pasó a un segundo plano.

Por eso, Fayt coincidió ayer con sus colegas en que éste era el “mejor momento” para presentar su dimisión. En efecto, faltan 39 días para la elección presidencial; la primera mandataria se aproxima a su retiro y es previsible que los candidatos quieran tener voz y voto en las nuevas designaciones.

En la práctica, Fayt continuará participando de todos los acuerdos, como hasta ayer, hasta la segunda semana de diciembre. Y el nuevo presidente podría intentar un acuerdo político distinto. (La Nación)

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