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Nisman: Stiuso declaró más de once horas y rige el secreto de sumario

Con duras críticas a Nisman, la Cámara rechazó su denuncia contra la Presidenta
01/03 – 09:20 – El ex espía de la SIDE testificaba anoche ante la jueza Palmaghini, que prohibió a las partes divulgar el contenido de la declaración; fuerte expectativa en Tribunales.

Por: Paz Rodríguez Niell
Era una noche oscura y hacía horas que el gigantesco Palacio de los Tribunales estaba desierto, pero Antonio Stiuso seguía declarando. La audiencia había empezado antes de las 10. A las 21 frenaron una hora y retomaron. Al cierre de esta edición, la causa había entrado en secreto de sumario y la audiencia no había terminado aún.

Las luces prendidas del quinto piso eran las del juzgado de Fabiana Palmaghini, la responsable de investigar la muerte del fiscal Alberto Nisman. Allí estaban Stiuso, el testigo, y la fiscal, el defensor y las querellas, que sólo se asomaron al pasillo en los pequeños recesos de la declaración. Durante todo el día esa ala del edificio estuvo poblada de policías. La custodia fue más estricta que nunca. Para cuidar la confidencialidad de lo que Stiuso estaba declarando, la jueza dispuso el secreto del sumario.

En los papeles, su cargo era de director de Operaciones de la SIDE, pero Stiuso, con toda una carrera en “la casa”, fue durante años el hombre más poderoso del mundo del espionaje. Conoció a Nisman por el caso AMIA; una investigación que, según el ex espía, fue la razón de la vida de ambos.

Stiuso es, además, un personaje clave en esta causa. Tenía una relación muy cercana con Nisman y fue el hombre a quien el fiscal buscó con insistencia el día previo a su muerte. Stiuso no le atendió el teléfono.

La audiencia estaba citada para las 10, pero el movimiento empezó muy temprano en el juzgado de Palmaghini. Para evitar a los fotógrafos que lo iban a estar esperando, Stiuso llegó cerca de las 8. Fuentes policiales contaron que entró por una puerta lateral, por la calle Tucumán, pero lo cierto es que nadie lo vio llegar.

En la audiencia, además de la jueza, estuvieron la fiscal del caso, Viviana Fein, que se asomaba de a ratos a fumar; el defensor de Diego Lagomarsino, Gabriel Palmeiro, y los abogados de las dos querellas, Pablo Lanusse, por la madre de Nisman, y Federico Casal, Juan Pablo Vigliero y Manuel Romero Victorica, por las hijas de Nisman, Iara y Kala.

A Stiuso lo acompañó su abogado, Santiago Blanco Bermúdez, que daba vueltas por el edificio. Pasadas las 21, durante el cuarto intermedio, subió a ver a Stiuso. No tenía permitido participar de la audiencia.

En los interrogatorios de Palmaghini el sistema es que primero pregunte la jueza y una vez terminadas todas sus preguntas empiece el cuestionario de las partes. Fein no llevaba preguntas preparadas. Las querellas, sí. Tenían largos cuestionarios.

Fue la segunda vez que Stiuso declaró en esta causa. La anterior había sido hace un año y en secreto, un martes feriado de Carnaval.

Entonces, a Stiuso le preguntaron por qué no había atendido a Nisman, que lo llamó con insistencia vía Nextel el día antes de su muerte. “No lo escuché. Tenía el volumen bajo”, contestó él, que dijo que había bajado el timbre por el acoso de los periodistas.

Contó que desconocía que Nisman fuera a denunciar a la entonces presidenta y consideró “intempestiva” la forma en que lo hizo. “De haberlo sabido, lo hubiese aconsejado o asesorado de otra manera”, añadió.

También declaró entonces que le había llamado la atención la “sorpresiva muerte” de Nisman, recordó que ambos habían sido amenazados y dijo que no hablaba con él desde Navidad, casi un mes antes de la muerte.

Palmaghini volvió a citarlo el 17 de diciembre pasado. Como no sabía dónde estaba, pidió que las fuerzas de seguridad averiguaran “su paradero”, pero no hizo falta. Días más tarde, Blanco Bermúdez presentó un escrito en el juzgado de Palmaghini diciendo que Stiuso estaría en febrero en el país, en condiciones de declarar en el expediente. Así fue como se lo citó para ayer. Esta vez estaba previsto que fuera una declaración con menos misterio. Declararía en el juzgado de la causa, ante todas las partes y en un día normal, con los tribunales poblados de abogados, como siempre.

Sin embargo, nadie lo vio entrar; era tardísimo y no había salido, y su declaración, que todos dijeron que mantendrían en reserva, adquirió, por su contenido, el estatus de secreta. (La Nación)

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