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Una de las monjas del monasterio pensaba que José López llevaba comida en los bolsos

Piden la indagatoria de una monja y dos empresarios cercanos a López
02/08 – 10:15 – Declaró la hermana Inés, que dijo que cumplía órdenes de la madre superiora

Por: Paz Rodríguez Niell
La hermana Celia Inés Aparicio declaró ayer en indagatoria, acusada de haber encubierto a José López la madrugada que lo ayudó a ingresar bolsos con millones de dólares en el monasterio de General Rodríguez. Sentada frente al juez, dijo que no tenía idea de lo que llevaban esos bolsos.

Aparicio, de 78 años, fue indagada durante casi dos horas por el juez federal Daniel Rafecas, que tiene procesado al ex secretario de Obras Públicas por enriquecimiento ilícito y sospecha que la religiosa lo ayudó a esconder el dinero malhabido.

Ella negó cualquier vinculación con un delito. Contestó todas las preguntas y presentó un escrito con su versión de los hechos, informaron fuentes judiciales.

Contó que se enteraron de que “José” iba a visitar el monasterio por la llamada de “Mari” (María Amalia Díaz, la mujer del ex funcionario) esa misma tarde. Aparicio contó que fue la madre superiora quien recibió la llamada de Mari, que después le pasó a José. Ellos le preguntaron a la madre Alba si López podía quedarse unos días en el convento porque estaba mal, muy angustiado. La madre superiora les dijo que sí. El convento tiene una habitación de huéspedes. Según contó ayer Aparicio, a la medianoche pensaron que López había cambiado de opinión y que ya no iría, pero pasadas las 3 les tocó el timbre.

La religiosa admitió haber sido ella quien corrió la ventana, lo reconoció y le fue a avisar a la madre Alba de la llegada. López había estado otras veces en el convento, dijo Aparicio. Ella lo había visto en un cumpleaños de la madre superiora.

Alba le dijo que le abriera, contó la hermana. Según su relato, convencida de que los bolsos tenían comida, lo ayudó a entrarlos y le dijo que los llevara a la cocina. Después, López estuvo 45 minutos con la madre superiora en su habitación. ¿No se le ocurrió entonces abrir los bolsos?, le preguntaron ayer a Aparicio. Dijo que no. Que no puede hacer algo así sin permiso de la madre Alba y que no podía pedirle autorización porque estaba reunida con “José”.

Fue la madre superiora -dijo la hermana Inés- quien le contó cómo había sido esa charla. Le relató que López le había confesado que los bolsos tenían dinero robado y que él quería regalárselo al convento. Ella le dijo que no. Que si era plata robada se la llevara. Eran cuatro millones de dólares.

Los demás dólares que llevaba López aquella noche nunca llegaron al monasterio. Eran más de cinco millones que quedaron en la Meriva, en la puerta, en una valija con candado. Cuando llegó la policía, la camioneta estaba prendida, con las llaves puestas y las luces encendidas.

Aparicio dijo ayer que nunca vio a Julio De Vido ni a otros ex funcionarios, pero que ella no solía ir al convento cuando había visitas (hasta abril no dormía en el monasterio; vivía en Luján con otra religiosa). El juez debe decidir ahora si la procesa.

Hoy sigue la ronda de indagatorias con la mujer de López. Él, ya procesado, volverá a declarar el viernes. (La Nación)

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