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Teme el Gobierno que la reforma electoral pueda naufragar en el Senado

Amplio apoyo en el Senado al paquete de leyes anticorrupción - Foto: Luciano Ingaramo
21/11 – 09:10 – A la decisiva opinión que darán el jueves los gobernadores del PJ se suma un calendario legislativo complejo

Por: Gustavo Ybarra
Un fantasma recorre los pasillos de la Cámara alta. Es el fantasma de la “ley Mucci”, el primer gran fracaso legislativo del gobierno de Raúl Alfonsín en un Senado con mayoría peronista, que ahora parece amenazar la reforma electoral , el proyecto más codiciado de la administración de Mauricio Macri.

Es que al ya de por sí complicado debate político, cuya suerte pende de lo que defina una docena de gobernadores del PJ el próximo jueves, se suma un nuevo obstáculo que complicaría los planes del Poder Ejecutivo: el calendario.

“Estamos complicados, no nos queda mucho tiempo disponible para poder avanzar con el proyecto, y si no sale antes de fin de año habrán ganado los que no quieren cambiar nada”, aseguró a LA NACION, preocupado, un funcionario con despacho en la Casa Rosada.

Es que la convocatoria del FPV a sus gobernadores no hizo más que dilatar una semana más los planes del oficialismo, que, según había previsto cuando el proyecto salió de Diputados, el 20 de octubre, pensaba tener aprobada la iniciativa el 9 del actual.

Ahora, en el más optimista de los escenarios, el Gobierno tendría dictamen de comisiones al proyecto el martes 29, y recién podría llevarlo al recinto el 7 de diciembre, ya en período de sesiones extraordinarias (las ordinarias concluyen el 30 de noviembre).

Como la reforma sufrirá cambios en el Senado, volverá en segunda revisión a Diputados, donde el oficialismo deberá trabajar a marcha forzada si quiere sancionarla antes de fin de año.

Sobre todo porque en la cámara que conduce el macrista Emilio Monzó hasta los más optimistas reconocen que, teniendo en cuenta que Cambiemos depende del apoyo de aliados circunstanciales para reunir quórum, sólo habría una sesión en extraordinarias: el 14 de diciembre. “No me imagino a los diputados viniendo el 21 de diciembre a sesionar para tratar este proyecto”, comentó el preocupado funcionario del Poder Ejecutivo que sufre por los vaivenes de la reforma electoral.

La única salida para acelerar los tiempos es que Cambiemos obtenga el apoyo del FPV y reúna los dos tercios que el reglamento exige para tratar sobre tablas el proyecto, algo muy difícil. Sólo así el Senado podría tratar la reforma el miércoles 30, junto con el presupuesto 2017, y le dejaría casi dos semanas a Diputados para lograr la sanción de la ley.

Malditos feriados

Pero también en este caso el calendario juega en contra del Gobierno. Es que la del 7 de diciembre será una semana corta (jueves y viernes serán feriados). A la poca predisposición de amplios sectores de la oposición a discutir el proyecto se sumarían, entonces, las complicaciones logísticas para movilizar diputados durante un fin de semana largo.

A estas complicaciones se suma la fuerte dispersión de posiciones que existe en el Senado en torno de la reforma electoral, lo que abre un gran interrogante sobre la suerte del proyecto. Es que la mayoría opositora del Frente para la Victoria, clave para el funcionamiento del Senado, está dividida en al menos tres grupos.

Un sector, liderado por el kirchnerismo, rechaza de plano la iniciativa por el hecho de que la impulsa el macrismo. En este caso, a este grupo se suman senadores cuyos gobernadores (Tucumán, La Rioja, Formosa y Santiago del Estero) se oponen a cualquier cambio en el sistema de votación.

En el otro extremo se ubica, en soledad, Rodolfo Urtubey (Salta), que apoya sin cortapisas el uso de la boleta única electrónica con el polémico chip. Sin embargo, el salteño reconoció a LA NACION que el proyecto debe aplicarse de manera gradual y no en todo el país, como pretende Macri.

Entre ambos extremos se ubica un número importante de senadores que admiten la necesidad de terminar con el sistema vigente, pero que no tienen una postura homogénea. Hay quienes aceptan la impresión de boletas con pantalla táctil, pero rechazan el chip, y quienes quieren la boleta única de papel al estilo Santa Fe o Córdoba.

Para terminar con esta dispersión y evitar un debate que podría balcanizarle el bloque, el jefe del FPV, Miguel Pichetto (Río Negro), convocó a los gobernadores. Quiere que definan una postura que encolumne al menos al grueso de la bancada.

El gran riesgo es que los caciques peronistas decidan cajonear la reforma. Sería el peor escenario para la Casa Rosada, que mira con terror cómo podría reeditarse el primer gran tropiezo legislativo de Alfonsín, cuando en 1984 el proyecto de “democratización sindical”, que impulsaba el entonces ministro de Trabajo, Antonio Mucci, fue rechazado en el Senado gracias al decisivo voto del caudillo del MPN Elías Sapag. (La Nación)

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