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Por el retraso cambiario, se disparan los consumos con tarjeta en el exterior

Fuerte repunte en julio del gasto con tarjetas de crédito
13/03 – 11:30 – El stock de operaciones realizadas fuera del país acumulado en los primeros días de marzo rozó los US$ 800 millones, lo que implica un salto interanual del 55%; prevén que se mantenga

Por: Javier Blanco
El atraso cambiario es recurrente en la historia de la economía argentina. Tanto que hasta el lenguaje popular acuñó distintos latiguillos para describir uno de sus efectos más coloridos: la compulsión de la que muchos argentinos incluso se ufanan, en situaciones de este tipo, para hacer toda clase de compras en el exterior. La “plata dulce” de los 80 o el “deme dos” de los 90 son un ejemplo claro al respecto.

Para el Gobierno y el Banco Central (BCRA), la situación actual no es comparable a ninguno de esos antecedentes. Sin embargo, casi a diario afloran datos que, cuando menos, ponen en duda esa afirmación.

Tal vez el más elocuente fue el récord que alcanzó el stock de consumos realizados en el exterior con tarjetas de crédito, al orillar los US$ 800 millones al 3 de marzo (exactamente, US$ 790 millones), uno de los momentos del año donde suele alcanzar un pico estacional, ya que se acumulan los gastos realizados por los argentinos que eligieron vacacionar fuera del país. Esto supone un salto del 55% interanual en los saldos financiados respecto de igual período del año anterior, del 107% en comparación con 2015 y una multiplicación por 11 veces con relación a una década antes (a marzo de 2007 se habían financiado apenas US$ 70 millones), cuando poco más de un lustro después de haber dejado atrás una situación extrema de atraso cambiario costaba imaginar que el país repetiría desequilibrios similares.

Se trata de consumo exportado que pasa a aportar a otras economías y a otros fiscos y resta demanda al mercado local. A esto se suma el fenómeno de importación hormiga que trae consigo y que tiende a agravar los dos efectos citados: en muchos casos, suma oferta de productos que, además, eludieron los controles aduaneros.

“El gasto de residentes con tarjeta de crédito en el exterior ha crecido sobremanera en los últimos años por la profundización del atraso cambiario, que se ha traducido en mayores ingresos promedio en dólares de la clase media en adelante”, apunta Juan Ignacio Fernández, economista jefe de la consultora Oikos. Y agrega que el despegue de este tipo de financiaciones se ha consolidado porque, con los avances de la tecnología y las comunicaciones, se ha popularizado la conciencia sobre el elevado diferencial de precios que tiene la Argentina respecto de otros mercados.

En este sentido, el consultor advierte que la consecuencia más contraproducente de vivir en el atraso cambiario crónico “es que se trata de un fenómeno que tiende a generar una mutación en la estructura productiva y en la matriz de servicios locales, y va configurándose un entramado de precarización innecesaria y evitable”.

Para el especialista en consumo Damián Di Pace, el salto en el gasto exportado vía plásticos se vio impulsado también por la eliminación del recargo del 35% que se aplicaba en los tiempos finales del cepo y por la licuación de la devaluación del peso que devino de un dólar planchado mientras se acumulaba una inflación del 40%. “El problema es que a esta exportación de consumo la Argentina le suma una importación, ya que no ha podido consolidar un comercio vinculado a su industria local ni siquiera en sectores en los que tiene ventajas, como alimentos”, acota. “Hay cadenas de supermercados norteamericanas, francesas y chilenas que giran dividendos al exterior por consumo argentino en el mercado interno, generando una fuga por doble vía”, dice el también autor del libro Marketing extraordinario, de la colección de Economía de Eudeba.

La percepción de un dólar barato reimpulsó los planes de veranear en el exterior y aprovechar para hacer shopping, y fomenta las escapadas de compras. El hecho de que el precio nominal del billete se haya mantenido a igual nivel que al que había llegado a tener hace un año, cuando todo lo demás se encareció, dio un estímulo a esas conductas.

Pero si el saldo de consumos financiados en moneda extranjera con tarjetas alcanzó el récord fue por la fiebre que se desató por las compras en Chile, lo que llevó a posicionar esa plaza como la más elegida por los argentinos en la última temporada veraniega, algo inusual, ya que es sabido que las aguas de sus playas son más destempladas que las argentinas. Y por cercanía, accesibilidad y costos ayudó a popularizar los tours de compras.

“En las casi dos décadas de actividad que tiene la compañía nunca nos había pasado: Chile fue esta temporada el destino más elegido, superando a Miami y a Río de Janeiro, que se había posicionado muy bien en los últimos años a partir de la caída del real”, explicaron a LA NACION en Despegar.com, una de las empresas líderes en el sector.

“El caso de las compras de argentinos en Chile es elocuente del fenómeno, básicamente porque pone en evidencia el impacto que tiene la inflación en dólares de nuestra economía. El problema no es sólo el dólar barato, sino el diferencial de costos que deriva de la elevada presión tributaria, la deficiente infraestructura de transporte y logística, entre otras variables”, apunta Di Pace.

El índice Falabella, que creó el economista y consultor Federico Muñoz a mediados de 2016 siguiendo los precios de los productos que ofrece el gigante minorista en los distintos mercados de la región en que está presente (Chile, Colombia y Perú, además de la Argentina), dejó a la vista esas diferencias: el sobreprecio que pagan los argentinos promedia el 81%, si bien tendió a reducirse en los últimos meses (estaba en el 108% en agosto pasado).

La medición, que tiene en cuenta un total de once artículos de indumentaria, electrónica y hasta cosméticos, si bien mostró progresos (derivados de cambios impositivos locales), dejó a la vista diferencias aún muy importantes que incentivan a exportar consumo.

Fernández cree que los estímulos para realizar gastos en el exterior se mantendrán inalterables por algún tiempo. “Con salarios que se moverán sobre el dólar (cuya cotización local está afectada por las cuantiosas colocaciones de deuda) y el escaso interés que se nota en el Gobierno por impulsar una impopular depreciación más agresiva previa a las elecciones de medio término, todo parece dado para que así sea.”

En este contexto, “no debería sorprender a nadie que, para desgracia del turismo local, en 2017 -e incluso en 2018- se marquen nuevos récords en todas o casi todas las variables vinculadas al turismo en el exterior”, vaticina. (La Nación)

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