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Trump sacudió a la ONU con un discurso más beligerante que nunca


09:00 El presidente norteamericano, Donald Trump, se paró ayer por primera vez detrás del atril de mármol de la sala de la Asamblea General de las Naciones Unidas y, en un beligerante discurso ante líderes del mundo, ensayó una fuerte defensa de las soberanías nacionales, cargó contra un grupo de “regímenes truhanes” y amenazó con “destruir totalmente” Corea del Norte, cuyo desafío nuclear hizo resucitar ha reciclado el pánico de la Guerra Fría.

Por: Rafael Mathus Ruiz
La lista negra de gobiernos de Trump comenzó con el régimen norcoreano de Kim Jong-un -al que tildó de “depravado”, “asesino” y “temerario”- y cerró con Irán, Siria, Cuba y Venezuela, los únicos países de América latina que mencionó en su discurso. Trump los llamó el “flagelo del planeta”, y los vinculó con la guerra, el terrorismo, la pobreza, la corrupción o el comunismo.

El primer mensaje directo fue para el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, a quien, en la oración más trumpista de todo su discurso, llamó por el sobrenombre que le puso hace unos días, “el hombre cohete”.

“Estados Unidos tiene gran fuerza y paciencia, pero si se ve obligado a defenderse o a sus aliados, no tendremos más remedio que destruir totalmente a Corea del Norte. Hombre Cohete está en una misión suicida para sí mismo y para su régimen”, fustigó Trump.

Un murmullo recorrió la histórica sala de la Asamblea General, atestada de dignatarios. Unos minutos antes, el flamante secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, había advertido que, ante las ansiedades globales por las armas nucleares, están en el nivel más alto desde el final de la Guerra Fría, “el lenguaje inflamatorio puede dar lugar a malentendidos fatales”.

El régimen de Kim fue el primero que Trump mencionó y al que mayor tiempo le dedicó. Luego vino el resto. Irán, dijo, “enmascara una dictadura corrupta detrás de un falso disfraz de democracia”. Trump criticó el acuerdo nuclear que Teherán firmó con Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea, al que calificó de “vergüenza”. Al hablar de Siria, dijo lo mismo que Barack Obama: que quería “una solución política” a la guerra civil.

Cuba y Venezuela, en la visión de Trump, sufren la “angustia”, la “devastación” y el “fracaso” del comunismo. Trump pidió la ayuda de todos los miembros de la asamblea para resolver la crisis humanitaria y política de Venezuela. La mención de la nación caribeña provocó un tibio aplauso.

“La dictadura socialista de Nicolás Maduro ha infligido terrible dolor y sufrimiento a la buena gente de ese país. Este régimen corrupto destruyó una nación próspera al imponer una ideología fallida que ha producido pobreza y miseria en todas partes donde se ha intentado”, afirmó. “El pueblo venezolano está muriendo de hambre y su país está colapsando. Sus instituciones democráticas están siendo destruidas. Esta situación es completamente inaceptable, y no podemos pararnos y mirar”, agregó.

Un dato: Trump nombró a Venezuela ocho veces, el doble que Siria. Utilizó la palabra “régimen” 20 veces, y sólo mencionó en tres ocasiones la palabra “democracia”, siempre para hablar de un régimen, no para elogiarla. Nunca habló de cambio climático o calentamiento global, para algunos, la crisis global más seria. Al inicio de su mensaje, eso sí, agradeció la ayuda recibida para enfrentar la devastación que dejaron los huracanes Irma y Harvey en el sur del país.

El discurso, que marcó el debut de Trump en el debate general al inicio de un nuevo período de sesiones de la asamblea, estuvo teñido con sus instintos nacionalistas. Trump abogó por buscar “naciones fuertes, soberanas”, y salpicó con críticas a las Naciones Unidas, piedra angular del andamiaje de gobierno global desarrollado tras la Segunda Guerra Mundial. Extrapoló su mantra “Estados Unidos primero”, al afirmar que debería ser la prioridad de cualquier mandatario.

Sobre el final arraigó su mensaje con una apelación al patriotismo: “¿Seguimos siendo patriotas? ¿Amamos nuestras naciones lo suficiente para proteger su soberanía y tomar posesión de su futuro?”, se preguntó.

En una muestra de pragmatismo puro, Trump dijo que se guiaba “por resultados, no por ideología”, que Estados Unidos no quería “imponer” su forma de vida a nadie y que buscaba “armonía y amistad”. Pero exigió respeto a la soberanía y dejó amenazas puntuales.

“Para superar los peligros del presente y para alcanzar la promesa del futuro, debemos comenzar con la sabiduría del pasado. Nuestro éxito depende de una coalición de naciones fuertes e independientes que abracen su soberanía para promover la seguridad, la prosperidad y la paz para sí mismos y para el mundo”, afirmó el mandatario.

“No esperamos que los diversos países compartan las mismas culturas, tradiciones o incluso sistemas de gobierno. Pero esperamos que todas las naciones mantengan estos dos deberes soberanos fundamentales: respetar los intereses de su propio pueblo y los derechos de cualquier otra nación soberana”, agregó. (La Nación)

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