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Xi Jinping en la cúspide de su poder y sin sucesor a la vista


10:00 Con un poder sin precedentes, el jefe de Estado y del Partido Comunista Chino, Xi Jinping, inició su segundo mandato de cinco años tras ser confirmado en Pekín el nuevo Comité Central del partido en su primer pleno.

Con un poder sin precedentes, el jefe de Estado y del Partido Comunista Chino (PCch), Xi Jinping, inició su segundo mandato tras ser confirmado hoy en Pekín el nuevo Comité Central del partido en su primer pleno.

La confirmación del mandatario de 64 años para otros cinco años más en el cargo se daba por descontada.

Seguidamente, Xi Jinping presentó al que es su nuevo equipo. Entre los cinco miembros del poderoso Comité Permanente del Buró Político, un gremio creado hace cinco años, no figura ningún potencial aspirante. Los elegidos serían demasiado mayores para heredar su cargo hasta 2022.

Con la renovación de personal y la inclusión de su filosofía en los estatutos del Partido, Xi, el “hombre fuerte de China”, figura en lo más alto del poder. Desde Mao Tse-tung, el “Gran Timonel”, ningún otro líder había alcanzado una posición tan elevada a nivel político e ideológico.

Al no dejar entrever ninguna disposición sobre su heredero, Xi Jinping abre el camino a las especulaciones sobre si él aspira a un tercer mandato una vez haya concluido el actual, dentro de cinco años. Podría seguir como secretario general del partido y como presidente de la Comisión Central Militar, pero en teoría no como presidente.

Además de Xi Jinping y el primer ministro Li Keqiang (de 62 años), también ingresaron cinco nuevos miembros en el Comité Permanente. El orden de entrada deja entrever claves sobre su rango. El primero en ingresar fue Li Zhanshu (de 67 años), presidente de la Oficina General del Comité Central y hombre de estrecha confianza del mandatario.

Le siguen el viceprimer ministro, experto en materia económica, Wang Yang (de 62 años), el ideólogo jefe Wang Huning (de 62 años), el responsable de organización Zhao Leji (de 60 años), que además es el nuevo director de la Comisión Central para la Inspección de Disciplina, el organismo encargado de corrupción y el líder del partido en Shanghai, Han Zheng (de 63 años).

Con este nuevo círculo de poder, Xi Jinping rompe con la tradición impuesta desde Deng Xiaoping, fallecido en 1997, con quien se impuso que, tras un primer mandato del Congreso del Partido Comunista surgía un sucesor para facilitar un traspaso de poder sin asperezas.

En un discurso ante la prensa, Xi Jinping, señalo que tanto él como su nuevo equipo quiere cooperar con otros países y hacer avanzar la segunda mayor economía del mundo. “Nos esforzaremos por un crecimiento sostenible y sano, que sirva al pueblo de China y a todo el mundo”, dijo.

Los 89 millones de afiliados y los 1.300 millones de personas en China tienen que saber que “la paz es valiosa y que hay que valorar el desarrollo”. “El Partido Comunista de China es el mayor partido del mundo. Y nos tenemos que comportar de acuerdo a nuestro status”, agregó Xi.

El Congreso del Partido, que se reúne cada cinco años, acogió el martes el “pensamiento de Xi Jinping para la nueva era del socialismo con características chinas” en el plan de acción de los estatutos del partido. Los delegados encumbraban así al mandatario a la altura de Mao.

El líder del partido persigue así el “sueño chino” de una “gran resurgimiento” de una China económica y militarmente fuerte en el mundo. Además se despidió del “estilo colectivo de mando”, centralizó el poder en sus manos y exige lealtad y disciplina.

El Congreso del Partido incorporó también a los estatutos la supremacía absoluta del partido sobre la sociedad, la economía y el Ejército. Tras tres décadas de reformas económicas, es de esperar un retroceso en las las ideas de Xi Jinping frente a un papel más fuerte del Estado en la gestión de la economía.

Desde su llegada al poder en 2012 Xi no ha dejado de establecer nuevas reglas de juego. A través de grupos de mando ha ido asumiendo destacadas funciones de Gobierno y con ello amasando un poder sin precedentes.

Su lucha contra la corrupción, que cuenta con gran popularidad entre la población, no se dirige sólo contra funcionarios corruptos, sino que se ha convertido también en un instrumento con el que desmontar a los rivales políticos y cimentar su poder. (Clarín)

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