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Máximo y Pablito, unidos por el espanto y las causas judiciales


10:15 – (Por Rubén Lasagno) – Algo que me hace mucha gracias, es la tendencia de los argentinos, pero especialmente los periodistas, de rotular a cualquier cuatro de copas y promocionarlo como un “hacedor” o un “impulsor” de algo, otorgándole representatividad, entidad, estatus y poniéndolo en un lugar que la sociedad no le ha dado. En ese marco, cinco minutos de televisión, cuatro palabras y alguna causa más o menos justa que digan defender, disfrazadas del progresismo berreta propio de estos lares, completan el círculo para que personas sin historias personales, sin currículum que mostrar o llenar (como es el caso de Máximo Kirchner) y hasta sin poder articular dos frases fonéticamente coherentes y mentalmente bien hilvanadas, como es el caso de Pablo Moyano, nos sean ofrecidos a la opinión pública como “dirigentes políticos”, “dirigentes sociales”, “representantes”, “armadores” y “constructores” de un nuevo espacio político.

Y los medios tenemos plena responsabilidad sobre esto. Dentro del marco del respeto y la coherencia, sin distorsionar el objeto de la noticia la cual sería: Máximo Kirchner y Pablo Moyano se reúnen para definir un espacio de oposición, todo es aceptable y hasta ahí es digerible el enunciado, más allá que tengamos reparos en los cómos, en quiénes y cuándo. Pero el despiste del periodismo, viene cuando se utilizan frases como “los contactos telefónicos entre ambos dirigentes…”; “el líder de la Cámpora y Moyano Jr. están abocados a encastrar cada una de las piezas que dará musculatura al frente opositor…”; “Fruto de esas negociaciones, asoma en el firmamento la figura de Juan Grabois…” (¿?), entre algunas frases de colección deslizadas por Infobae, pero se pueden encontrar en otros espacios del periodismo nacional.

Lo que nadie o pocos dicen y se debe analizar para contextualizar al lector, es que estos dos personajes, quienes otrora se referían entre sí como el Mínimo, aludiendo al hijo de Néstor y Cristina, en boca de los moyanistas y el Traidor en las consideraciones de La Cámpora sobre Moyano, se juntan con el fin de generar las autodefensas necesarias para conseguir poder de fuego y contraatacar en las calles con la fuerza bruta, ya que no logran convencer a los Tribunales de su inocencia, donde hay jueces que los tienen apuntados por delitos de corrupción, lavado de dinero y enriquecimiento ilícito.

Es decir, más allá de la causa común de que Mauricio Macri no llegue a terminar su mandato, como ya lo han expresado literalmente los sectores “opositores” K, los une el espanto y la desesperación. “Con Pablo Moyano nos une la esperanza“, dicen que dijo Cristina Fernández, Yo le agregaría: “la esperanza de no ir presos”. En ambos casos, si la justicia funcionara en un 50% solamente, tanto Máximo Kirchner como Pablo Moyano, tendrían que estar dando explicaciones en un estrado judicial y no arrogándose falsos títulos como “constructores” de un nuevo espacio político, cuando todos sabemos que se trata de los mismos de siempre, pero unidos por el miedo a caer bajo el imperio de la ley, de los códigos y sus propias desmesuras.

No tengo dudas que esta es una simbiosis con fines autoprotectivos. El mismo espanto unió en los últimos días a Hugo Moyano con su antigua enemiga, la ex presidenta a quien cualquier colectivo le queda bien, si de apedrear el techo del gobierno se trata. Sin embargo y a pesar de estos intentos espasmódicos de unir despojos de quienes están haciendo todo lo posible por no ir a la cárcel, con un “nuevo espacio”, donde se supone, convergirá el peronismo residual, lo que quedó después de la destrucción masiva producida por el kirchnerismo en la década pasada, no representa una oposición válida para el gobierno. Macri lo sabe y no hace nada por abortar marchas como la de esta semana, por cuanto la pobre imagen que darán actuando en defensa propia, lo exime al gobierno nacional de armar cualquier contraofensiva.

Después de ver los que se unen para pedir por lo que ellos nunca pudieron hacer, los votos no cambiarán de mano solo para inmunizar a quienes deben rendir cuentas ante la justicia y la sociedad; y el peronismo que pudiera alinearse con ellos, pagará caro y en carne propia las consecuencias, de las malas juntas. Caerían más bajo aún, después de escuchar de boca de Cristina Fernández decirle al inefable Parrilli que el PJ “nunca le importó” y que sus dirigentes se “suturen el orto”, acudiendo a su tan desarrollada cultura, que la remite a los orígenes sociales de donde proviene.

Máximo y Pablo, son dos puntas del mismo ovillo. Solo tratan de unirse para resistir el vendaval judicial por venir y tomados de la mano, pretenden convencer a la opinión pública que son “nuevos dirigentes”, “referentes” de no se qué, para armar un frente común al tsunami de problemas judiciales que se les avecinan a ellos personalmente y a sus familias.

Es hora que bajemos los títulos y llamemos a las cosas por sus nombres. Estos dos personajes son construcciones forzadas, propias de familias corruptas, cuya descendencia pretende hacernos creer en el nacimiento de una generación más honesta de la política nacional y son vagos, vividores de la corrupción de sus mayores y oportunistas que intentan darle continuidad a la dinastía que se enriqueció con la política pretendiendo salvarse, también y asegurarle el sustento que les provee el Estado, a quienes los sucedan.

Quitémosle el apoyo, el voto y la trascendencia; eso los hará desaparecer naturalmente de la opinión pública, porque personalmente no tienen nada para entregar y solo dependen de los medios que puedan construir alrededor de ellos una expectativa y una idealización, la cual les ayude a sobrevivir para no ser ignorados y olvidados como se merecen. (Agencia OPI Santa Cruz)

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1 COMENTARIO

  1. Buenas Tardes con quien tengo que contactarme para poder denunciar una estafa a dos trabajadores
    echas por Leopoldo Kalmuas y Nancy Pizzo gracias

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