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La izquierda y el kirchnerismo funcionales a Moyano y entre todos, le hicieron un gran favor a Macri


14:20 – (Por Rubén Lasagno) – Y la “gran marcha” dispuesta por el frente opositor (según convenga) se hizo en Buenos Aires, sin repercusión más allá de la General Paz y con una acotada y proporcionalmente mínima concurrencia, donde las estimaciones de la policía son las más cercanas a la realidad y aún bastante generosas, al calcular la cantidad de asistentes en cerca de 80 o 90 mil personas.

El periodismo nacional (o al menos buena parte de él) siempre hacen gala de supina ignorancia, especialmente en cuestiones de conteo y cálculo de asistentes y solo es “aceptable”, por cuestiones obvias, que los propios organizadores hayan visto “400 mil concurrentes”, pero no es lógico que desde el análisis serio se especulen con cifras de asistencia que nada tiene que ver con la realidad.

Fuera de esto, algo quedó claro: el multitudinario encuentro en el centro porteño, respondió a un acto en defensa propia de Hugo Moyano y los inefables adherentes a la movilización, pretendieron disimularse tras los reclamos sociales, pero quedaron expuestos a ser simples teloneros del reclamo caminero por la pelea de su líder con el presidente.

Además del éxodo de los sindicatos más importantes, el jefe de los camioneros habló en defensa propia, personalizó la pelea con el gobierno y se cuidó muy bien de no convocar a un paro general, como hubiera correspondido ante una movilización real en representación de los trabajadores. El motivo es simple: Moyano sabe que allí estaba virtualmente solo. Si todo el acompañamiento es del kirchnerismo y de la izquierda, su poder queda reducido a una mísera proclama.

El kirchnerismo, destartalado, diezmado, peleados, perseguidos por la justicia en causas de corrupción, robo y fraude al Estado, con una “líder” desaparecida, sin peso político y una pretendida vuelta de la mano de la “renovación” que encarnan Máximo y ahora también Pablo Moyano, no es ningún apoyo real, es la diáspora de un partido en extinción y el “sálvese quien pueda”, que representan tipos como Aníbal Fernández, Hebbe de Bonafini, Zafaronni, Moreno y otros más, que concurren a cuanta plaza pública se llene con reclamos de cualquier tipo, prendiéndose como garrapatas, en este caso de Moyano, pero bien podría ser de cualquier causa en contra de Mauricio Macri.

La izquierda, fiel a su acción histórica, siempre tiene una explicación para justificar el encubrimiento a Julio de Vido en el Congreso o marchar junto a los Kirchneristas en las calles, apedrear a los policías el día de la sesión o encolumnarse tras el ícono de la “burocracia sindical” que representa Hugo Moyano. En definitiva: cualquier colectivo les queda bien si el fin es protestar contra lo establecido. Para la izquierda, lo coherente es ir contra todos y todas. Los únicos que hacen bien las cosas son ellos, pero lamentablemente no han llegado al poder y luego de estos deslices “ideológicos”, dudo que, al menos en Argentina, algún día puedan aplicar sus sabias recetas donde coexisten con la utopía económica, la idea de que el Estado debe ser el dueño de todo, el que controle todo, el que dé todo, el que te quite todo y del que vivan todos y si es posible… felices.

En síntesis, lo que vimos ayer no conmueve a nadie y mucho menos a Macri un práctico de la política que con su banda de CEOs mira el futuro en números y hasta ahora, la ecuación no le cierra con todo lo que se robó el kirchnerismo, los millones de empleados público que ingresó en los últimos años y el populismo que sembró subsidios a manos llenas, en un Estado fundido y sin infraestructura.

Hoy tenemos aumentos, despidos, más aumentos, ajustes, fuerte presión tributaria, los que tenemos una empresa vivimos regalándose al socio bobo (Estado) más de la mitad de nuestras ganancias, los empleados ganan miseria, muchos sindicatos arreglan bajo la mesa y se acercan a la seguridad del poder y el gobierno nacional aplica las recetas drásticas en un pretendido “gradualismo” que solo lo ignoran las billeteras de los CEOs con cuentas off shore o los multiladrones K que por 12 años arrasaron con la riqueza y los fondos de la nación. El resto de la población, en su variopinta conformación, en más o en menos, sufre día a día las consecuencias de los gurúes de la política llegados al sillón de Rivadavia y creyéndose los fundadores de la Patria.

Concluyendo: lo único que puede hacer variar la política de un país y torcer la mano de un gobierno afecto a rectificarse, generalmente a destiempo, además del voto en cada oportunidad que se ofrezca, es llenar verdaderamente las calles y hacer tronar el escarmiento en paz pero con la voz firme y sin banderas rojas, verdes o de la Cámpora. Solo el pueblo genuino logra torcer la voluntad de los malos gobernantes, no los grupos ideologizados o movidos por cuestiones personales como en el caso de Moyano o simplemente unidos por la lejana esperanza de que haciendo mucho barrullo, si estos se caen, a ellos se les vuelve abrir la posibilidad de volver.

No hay que ser tan básico ni tan idiota como para pensar que la sociedad argentina puede mirar con interés las marchas del club de amigos y desesperados, muchos de los cuales, en vez de llevar el currículum en el bolsillo, llevan la citación de un Juzgado para declarar imputado de algún delito. (Agencia OPI Santa Cruz)

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