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Francisco designa nuevos cardenales, con la mira puesta en su legado


10:00 Predominan purpurados de diócesis marginales, que resultarán claves para el cónclave que elegirá a su sucesor

Por: Elisabetta Piqué
Francisco continúa revolucionando la geografía del cónclave que elegirá a su sucesor: ayer anunció que el 29 de junio próximo nombrará 14 nuevos cardenales, de los cuales 11 serán electores, es decir menores de 80 años. Entre ellos no figura ningún argentino: hay un latinoamericano (peruano), seis europeos (tres italianos), un paquistaní, un iraquí, un japonés y un prelado de Madagascar.

Por haberse distinguido en su servicio a la Iglesia, Francisco también premió a tres prelados mayores de 80 años y sin derecho a participar en un cónclave, entre los cuales se encuentran Toribio Ticona Porco, un boliviano que fue lustrabotas y minero, arzobispo emérito de Corocoro; el mexicano Sergio Obeso Rivera, arzobispo emérito de Xalapa, y el padre misionero claretiano español Aquilino Bocos Merino.

“Su proveniencia expresa la universalidad de la Iglesia que continúa anunciando el amor misericordioso de Dios a todos los hombres en la Tierra”, dijo Francisco, que sorprendió a todo el mundo al realizar su anuncio durante la tradicional oración mariana del Regina Coeli, desde la ventana del despacho del Palacio Apostólico.

En lo que será el quinto consistorio de su pontificado, recibirán el preciado birrete púrpura tres miembros de la curia romana: el actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el jesuita español Luis Ladaria; el sustituto de la Secretaría de Estado y delegado especial ante la Soberana Orden de Malta, el italiano Angelo Becciu, y el limosnero pontificio y prelado famoso por su trabajo con los sin techo de Roma, el polaco Konrad Krajewski.

En un gesto de aliento para un país castigado como Irak, el Papa también nombró a su beatitud Louis Raphaël I Sako, patriarca de Bagdad, el primero de la lista de nuevos purpurados. Y, como sucedió en los anteriores consistorios, premió a pastores “con olor a oveja” que trabajan en sitios difíciles y en las periferias del mundo, como Josep Coutts, arzobispo de Karachi, Paquistán, país musulmán donde la minoría católica es perseguida por grupos fundamentalistas, y Desiré Tsarahazana, arzobispo de Toamasina, en Madagascar.

Una vez más, salvo el caso del vicario general de Roma, Angelo De Donatis, a quien también designó, Francisco dejó de lado la vieja tradición por la que titulares de diócesis importantes reciben la dignidad cardenalicia.

Otra vez, sedes como Milán, Venecia y Bolonia quedaron sin anillo y birrete, que el Papa prefirió dar al italiano Giuseppe Petrocchi, arzobispo de L’Aquila, ciudad destruida por un terrible terremoto en 2009. También decidió incluir en el selecto colegio cardenalicio al jesuita peruano Pedro Barreto, progresista arzobispo de Huancayo; al portugués António dos Santos Marto, obispo de Leiria-Fátima, y a Thomas Aquinas Manyo, arzobispo de Osaka, Japón, país que desde hace tiempo esperaba un cardenal.

Por primera vez, el Papa superó el límite de 120 cardenales electores impuesto por Pablo VI, algo que otros papas también hicieron.

Cuando Francisco hizo el anuncio, el Colegio Cardenalicio, que tiene 213 miembros, tenía 115 electores. Después del consistorio del 29 de junio, los cardenales electores pasarán a ser 125 (cinco más del límite de 120), porque el cardenal Angelo Amato, de la Congregación para las Causas de los Santos, cumple en junio 80 años. De estos 125 purpurados, 59 es decir, la mayoría habrán sido nombrados por Francisco; 47 por su predecesor, Benedicto XVI, papa emérito, y 19 por Juan Pablo II: un cambio más que trascendente para la futura composición geográfica del cónclave que deberá elegir al próximo papa. (La Nación)

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