- Publicidad -

Economía 2023: un año con estanflación recargada e incertidumbre por las elecciones

Dólar, Dólares, billetes, moneda americana - Foto: NA

Según publica La Nación Estancamiento, alta inflación y avance del tipo de cambio similar a la suba de precios es el escenario que plantean los economistas para el ejercicio que viene; además, por la escasez de reservas se mantendrá el cepo a las importaciones.

Por: Esteban Lafuente

Una economía estancada será el telón de fondo de una nueva campaña presidencial en la Argentina. Lejos del 5% de crecimiento estimado para 2022, el año que viene tendrá un freno en el nivel de actividad, con alta inflación, presión sobre el poder adquisitivo de las familias y escasez de divisas que alimentará la brecha cambiaria y el cepo.

La tendencia de la economía no traerá buenas noticias para el Gobierno. Si bien este año las proyecciones indican que la economía crecerá más de lo que se había estimado en el presupuesto y según las cifras de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), los números más recientes muestran una desaceleración sostenida desde septiembre y muchos analistas advierten que esa dinámica marcará la pauta de la economía en 2023. Sin suficientes divisas en las reservas del Banco Central, el Gobierno reforzó el cepo a las importaciones y ese esquema impacta en el acceso a dólares para la importación, con un consecuente efecto negativo sobre el nivel de actividad y la inflación.

El último dato oficial marca que la economía se estancó en el último tercio del año –el Estimador mensual de actividad económica (Emae), que elabora el Indec, dio -0,3% en septiembre en la medición desestacionalizada frente a agosto–, y las perspectivas dan cuenta de un escenario similar para lo que viene. Sin el efecto positivo del “arrastre estadístico” que mejorará el dato de crecimiento de 2022, las estimaciones del último Reporte de Expectativas del Mercado (REM), que difundió el Banco Central en noviembre, prevén un alza del 0,9% del PBI para 2023. “Siendo muy optimistas, podría superar el 1%, y eso en términos de PBI per cápita es una economía estancada”, sintetiza Gabriel Caamaño, economista y director de Consultora Ledesma, al cotejar el alza del nivel de actividad con el crecimiento de la población.

“Nosotros estimamos un 0,7%, que es básicamente un año de estancamiento. El consumo quizás puede sostenerse un poco, pero la inversión bajará en un mal año”, agrega Fernando Marull, titular de la consultora FMyA y exasesor del Ministerio de Hacienda durante la gestión de Cambiemos. “El año que viene la economía no ayuda en nada al Gobierno y los números de apoyo van a ser peores, porque la economía va a llegar mal, al menos en la macro, con los mismos problemas que tenemos ahora: inflación alta y cepo”, plantea el analista.

Pese a las promesas de disponibilidad de divisas para diferentes sectores que replica el ministro Sergio Massa, el endurecimiento del cepo que dispuso el Gobierno a través del nuevo sistema SIRA ya afecta el acceso a insumos y bienes intermedios que impacta en diferentes sectores productivos. Al mismo tiempo, la persistente inflación, que promedia el 6,2% mensual en los últimos siete meses, golpea al poder adquisitivo de los ingresos (salarios y prestaciones sociales) y debilita al consumo, el gran componente de la demanda agregada. “La economía en 2023 va a continuar con el freno que arrancó en septiembre. Incluso podría esperarse caída en el cuarto trimestre de este año, y la tendencia es de estancamiento a la baja, con la inflación y el cepo a las importaciones, que es la gran variable calibre que tiene el Gobierno”, completa Marull.

Desde que Massa llegó a Economía, la apuesta oficial fue acelerar el ritmo de la devaluación para acompañar la evolución de la inflación y evitar, como exigió el acuerdo firmado con el FMI, una apreciación del tipo de cambio oficial, que acumula más del 25% al cotejar los números actuales con los valores del inicio de la gestión de Alberto Fernández. Descartado un salto del tipo de cambio discreto, algo que generó discusiones y diferencias dentro de la coalición oficialista por el posible efecto acelerador sobre los precios y el consecuente impacto sobre los ingresos y la pobreza, los pronósticos prevén que el Gobierno mantendrá su estrategia de acompañar la velocidad del crawling peg a la evolución de la suba de precios. “La estimación es que el tipo de cambio suba un poquito por atrás de la inflación, que es condición para que los precios no se aceleren”, concluye Caamaño.

Los pronósticos privados corroboran estas perspectivas. En la última publicación del Consensus Forecast de LatinFocus de noviembre (ver cuadro), que compila las proyecciones de decenas de bancos y consultoras, se estima que el tipo de cambio oficial concluirá 2022 en $173,40 y que llegará a $318 a fines de 2023. “El peso debería seguir perdiendo valor en el año por la constante emisión de dinero y la elevada inflación”, advierten los autores del informe.

Sin embargo, este escenario no estará exento de tensiones en el frente cambiario, afectado por la escasez de reservas y la brecha, que genera menores incentivos a la exportación y, al mismo tiempo, mayores incentivos a importar al tipo de cambio oficial. “El tema de la falta de reservas va a seguir estando en escena, porque tenemos un bajo stock. Y a eso se le suma el mayor nivel de incertidumbre que suele caracterizar a cualquier año electoral”, dice Soledad Pérez Duhalde, directora de Operaciones en Abeceb, la consultora liderada por el exministro Dante Sica, en referencia al incremento en la demanda de dólares en cada año impar. “Esperamos que el Gobierno siga con esta estrategia que viene aplicando los últimos meses, con devaluación a un ritmo similar a la inflación, tasas de interés reales más altas, sobre todo afectada por la debilidad en la demanda de dinero, y obviamente mantener la política de administración de la cantidad de dólares que salen, con cepo, control a las importaciones y otras medidas”, añade la economista.

En esa línea coincide Lorena Giorgio, economista jefe de Equilibra, quien proyecta una inflación del 115% para 2023 y, a diferencia de otras estimaciones, una contracción del 1% del PBI. “El estancamiento de las exportaciones industriales, los crecientes incentivos a aprovechar la elevada brecha cambiaria subfacturando exportaciones y sobrefacturando importaciones, el incremento del pago de intereses de la deuda pública en moneda dura y los menores desembolsos que llegarán del FMI harán que la escasez de divisas persista o incluso se agudice en 2023″, dice la analista, y agrega: “Con igual o menos dólares disponibles que en 2022, y de cara a un año electoral en el que el sector privado suele dolarizar portafolios como estrategia precautoria ante un escenario de gran incertidumbre, no cabe esperar una flexibilización de los controles a las importaciones, y, como consecuencia, la actividad seguirá debilitada y la brecha cambiaria no cederá”.

Además del cepo cambiario y la brecha, las necesidades de emisión por parte del BCRA para cubrir el déficit fiscal o sostener la demanda de títulos de deuda en pesos es otro factor que alimentará la inflación en 2023, que según las estimaciones más optimistas seguirá en el nivel de este año. Sin medidas de fondo para contener la suba de precios, más allá de acuerdos sectoriales y medidas de control en grandes cadenas de supermercados, la pauta del 60% del presupuesto luce incumplible y mantiene, también, un correlato positivo para el Gobierno: una baja marcada de la inflación complicaría la meta de ajuste del déficit, con una parte mayoritaria del gasto público (jubilaciones, pensiones y otras prestaciones sociales) indexada a la variación de precios pasada.

El clima electoral será es otro factor condicionante para la economía en 2023. Según Caamaño, el rol de la oposición marcará las probabilidades de tensión en el frente cambiario. “Para el Gobierno, es mejor un opositor ‘cooperativo’. Si crece la figura de alguien que plantea que va a reestructurar la deuda en pesos o que planea salir con shock del cepo cambiario, nadie va a vender al dólar barato y habrá más presiones para devaluar”, advierte.

Ajeno al control del Gobierno, la evolución de la sequía condicionará también la oferta de dólares en 2023. Con la cosecha de trigo comprometida (la Bolsa de Rosario estima ahora unas 12,4 millones de toneladas frente a las 20,5 previstos inicialmente), las lluvias en los próximos meses impactarán en la campaña de soja, cuya siembra ya está retrasada. (La Nación)

spot_img

Suscribité al Newsletter

Más Noticias

- Publicidad -spot_img

Más Noticias

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí