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Dólar, tarifas y subsidios: lo que viene

Dólar: sigue la corrida y bate récords en todas las cotizaciones
10/11 – 09:30 – Scioli promete no subir las tarifas y dejar el dólar debajo de $ 10 en enero. ¿Por cuánto tiempo?, es la gran duda. Macri y Scioli apuestan a contener la inflación. Y a paritarias que arranquen con una suba salarial semestral.

Por: Alcadio Oña
Es cierto que Daniel Scioli nunca habló de bajar subsidios o, lo que es lo mismo, de subir tarifas, ni de tocar el dólar oficial. Más bien, siempre eludió comprometerse con temas tan espinosos.

El que habló por sus informes fue, en realidad, Miguel Bein convertido hace rato en asesor económico estrella del candidato oficialista. Bein puso todo –o pone todo– dentro de un programa gradual apuntado a corregir variables claramente distorsionadas, cuidando las palabras aunque a veces no demasiado. Ha planteado el problema de “la dominancia fiscal”, la necesidad de resolver “un desajuste tarifario, fundamentalmente en la tarifa eléctrica” y llegó a comparar al Banco Central con una empresa que tras pagar sus deudas (las del Gobierno) “se quedó sin liquidez”.

Hay dos cuestiones que conviven, conflictivamente, en las definiciones de Bein. Una es que en su papel de economista-consultor no puede no decir nada sobre los desarreglos evidentes que deja la gestión de Cristina Kirchner. Y la otra, que como asesor clave de Scioli debe evitarle al gobernador más problemas con la Presidenta de los que ya tiene.

Bein nunca tuvo arranques de sinceridad excesivos, mucho menos de sincericidio, pero uno de sus informes le valió un reto furibundo del candidato. Ahora se subió resueltamente al tren de pegarle sin asco a las ideas del macrismo.
Todo coincidió con un viraje explícito del discurso de Scioli, asociado a las urgencias de una contienda electoral que no le pinta favorable. En dos saltos, acaba de prometer: “Conmigo se van a garantizar los subsidios, que no aumente la boleta de luz, ni de gas, ni el transporte. El dólar va a estar abajo de 10 pesos en enero, sin ningún problema”.

Está claro que si gana el gobernador ha quedado preso del compromiso de no tocar los subsidios a la electricidad, al contrario de lo que contemplaba el plan inicial. Y haber hablado de enero deja abierto cierto interrogante sobre el reajuste cambiario del 14%, nunca superior al 20%, previsto en la misma hoja de ruta. Así ocurrirá por lo menos en el arranque.

Una duda grande corre pareja al insostenible déficit fiscal. Dice alguien de ese universo: “Eso será al principio. ¿Y más adelante qué; en marzo, por ejemplo?”.
Un solo número desnuda el trasfondo: entre enero y septiembre, los subsidios a la energía alcanzaron a $ 113.000 millones o a tres veces y media el prespuesto anual del Ministerio de Salud.

Algunas de las iniciativas de Mauricio Macri han quedado bastante expuestas. Una, clarísima, consiste en liberar el mercado cambiario y eliminar el cepo desde el comienzo. Eso se llama devaluar, aunque vaya acoplada a una intervención del Banco Central en el mercado que buscará impedir una disparada del dólar.

Hay otra decisión que también madura rápido: mantener los subsidios a la energía para los sectores de menores recursos y sacárselos a las capas de mayores ingresos. La intención es presentarla bajo el formato “usted antes pagaba por la luz tantos pesos equivalentes a tal monto de sus ingresos y ahora pagará estas proporciones…”. Se pretende darle un matiz de equidad a la medida y, sobre todo, gambetear porcentajes que sin duda serán altos.

En cualquier caso, no serán tocados los subsidios al transporte de pasajeros, ni los del colectivo ni el de los trenes.
Los economistas del macrismo hacen varias apuestas que lucen bien en los papeles aunque suenan riesgosas en los hechos.

Dicen que desde 2014 el precio de la mayor parte de los productos que se comercializan en el mercado interno ha seguido al blue y que, por lo tanto, no habría demasiados motivos para subirlos. Lo no dicho es de que el grueso de los empresarios que acompañan la cruzada de Cambiemos también acompañen con los precios: sobre eso ya hay gente hablando.

Aún así, sobrevuela un temor común a ambos bandos: se llama inflación.
Puesto de otra manera, que cualquiera sea el ajuste, gradual o de un golpe, después el índice de precios siga un sendero descendente. Y no es casual que tanto el sciolismo como el macrismo proyecten que los primeros acuerdos salariales de paritarias sean semestrales. Tampoco, que unos y otros se reserven la carta del Impuesto a las Ganancias.

Es de todos modos un requisito de hierro que los indicadores del INDEC vuelvan a ser confiables y añadido, uno inevitable: renovar la cúpula y los mandos del organismo. Nada servirá si justamente ahí prevalece la continuidad. Scioli lo sabe y Macri ya prepara un desembarco.

Cuanto menos igual de perentorio resulta conseguir un paquete de divisas que refuerce las reservas y sirva de soporte a la política cambiaria.
Scioli ya negocia con Dilma Roussef un préstamo de US$ 10.000 millones –swap en la jerga de los financistas– que, además de mejorar la caja del Banco Central, podría ser usado de medio de pago para importaciones desde Brasil: reales en lugar de dólares. También gestiona otros 10.000 millones ante el gobierno chino.
Todo debiera estar disponible en marzo, que al parecer es un mes crucial dentro del escenario imaginado por el gobernador.

Sumados a la cosecha de divisas que le reporte la baja o eliminación de retenciones a las exportaciones de granos, los 20.000 millones implican mucho aire para las decisiones del candidato oficialista. Y mucho más, pensando que Cristina Kirchner puede meter una cuña en la negociación con los fondos buitre que demore su correlato, el acceso al financiamiento privado internacional.

Macri también avanza hacia un fortalecimiento considerable de las reservas, con un tipo de cambio más alto, una poda en las retenciones parecida y un crédito puente prácticamente acordado por organismos del exterior. Pero si la cuestión son los fondos buitre, tiene al menos la ventaja de que la Presidenta no estará en el medio.

Lo cierto, lo definitivamente cierto es que quien sea el triunfador deberá enfrentar una herencia gravosa por donde se mire. Y pagar los costos, porque en eso de dejar un terreno minado el cristikirchnerismo no ha ahorrado esfuerzos. (Clarín)

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