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Las autoridades locales ayudan a la caravana en su paso por México

Las autoridades locales ayudan a la caravana en su paso por México

12:00 En el estado de Querétaro la policía asistió a los migrantes para conseguirles transporte

Autoridades locales mexicanas ayudaron ayer a miles de migrantes centroamericanos a conseguir transporte para la siguiente etapa de su viaje hacia la frontera con Estados Unidos.

En una estación de peaje al oeste de Querétaro, en el centro del país, donde el grupo pasó la noche anteayer, la policía ayudó a conseguir camiones que transportaran a los migrantes y les impidieron tratar de detener ellos mismos los vehículos.

“Decidí venir [con la caravana] para ayudar a mi familia”, dijo María Yesenia Pérez, una mujer de 41 años que salió de La Ceiba, Honduras, hace casi un mes, con su hija de 8 años.

Después de pasar algunos días en la Ciudad de México mientras la caravana decidía cómo proceder, Pérez dijo que estaba dispuesta a esperar de nuevo para llegar a la frontera con Estados Unidos.

El gobierno de Querétaro, situado 200 kilómetros al noroeste de la Ciudad de México, dijo vía Twitter que 6531 migrantes atravesaron el estado entre el viernes y el sábado. Dijo que 5771 de ellos partirían después de pasar la noche en tres refugios, el más grande de los cuales era un estadio de fútbol.

Las cifras eran mayores que las calculadas por las autoridades cuando el grupo pasó varios días en Ciudad de México, lo que podría deberse a que otros migrantes se sumaron a la caravana principal.

Los migrantes partieron antes del amanecer hacia Irapuato, unos 100 kilómetros al oeste, después de entrar al estado de Guanajuato, donde también recibieron ayuda de las autoridades.

Una escena similar se produjo el día anterior cuando la caravana partió de Ciudad de México. Trenes especiales del subterráneo los transportaron por la capital antes del amanecer, mientras que en una estación de peaje al norte de la capital formaron filas ordenadas para subir a los grandes camiones dispuestos a llevarlos los 200 kilómetros hasta Querétaro.

Luego de que muchos migrantes llevaron pequeñas mochilas con lo más esencial mientras cruzaron el sur tropical de México, sus pertenencias aumentaron notablemente desde su escala de varios días en la Ciudad de México.

Muchos llevan ahora bultos con mantas, bolsas de dormir y ropa de invierno para protegerse de las temperaturas más frías en el norte del país. Algunos partieron de la capital con botellas de agua y bolsas plásticas con plátanos y naranjas para aguantar el largo camino que tienen por delante.

Aparentemente esperan llegar a Tijuana para cruzar la frontera a San Diego, a 2575 kilómetros.

La caravana se volvió un tema electoral en las elecciones de mitad de período de Estados Unidos y el presidente Donald Trump ha ordenado el despliegue de más de 5000 soldados en la frontera para frenar a los migrantes. El mandatario también ha insinuado, sin aportar pruebas, que hay criminales o incluso terroristas en el grupo.

Muchos migrantes dicen que huyen de la pobreza endémica, la violencia de las pandillas y la inestabilidad política, principalmente en los países centroamericanos de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua, y que ya llevan semanas en el trayecto.

La Ciudad de México está a más de 600 millas del cruce fronterizo estadounidense más cercano en McAllen, Texas, pero el área alrededor de las ciudades fronterizas mexicanas de Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo está plagada de bandas de narcotraficantes y los migrantes la consideran demasiado riesgosa.

Los migrantes ahora están tomando una ruta aún peligrosa, pero algo más segura y larga, hacia Tijuana, en el extremo noroeste de México, frente a San Diego.
México ha ofrecido visas de refugio, asilo o trabajo a los migrantes, y su gobierno dijo que se han emitido 2697 visas temporales a individuos y familias para protegerlos mientras esperan el proceso de solicitud de 45 días para obtener un estatus permanente.

Sin embargo, la mayoría decidió continuar a Estados Unidos. “Se gana un poco más y tal vez uno puede apoyar a nuestra familia allá (en Honduras), dijo Nubia Morazán, de 28 años, cuando se preparaba para partir con su esposo y dos hijos. (La Nación)

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