El anuncio de las intervenciones del Tesoro calmó al dólar, que bajó 1,2%

09:00 – El Gobierno podrá vender aún cuando el billete se mueva dentro de la zona de no intervención del BCRA

Por: Javier Blanco

La cotización del dólar cedió 1,2% promedio ayer tras confirmarse al mediodía que el Gobierno podrá volcar desde abril -y hasta fin de año- US$9600 millones, procedentes del nuevo tramo que se apresta a desembolsar el FMI o que haya captado con las emisiones de letras del Tesoro (LETE) en dólares que realiza, sobre la plaza local.

El billete cerró a un promedio de $41,76 para la venta al público ($40,76 para la mayorista), lo que supone retrocesos de 54 centavos en cada segmento de negocios respecto de anteayer y su segundo retroceso consecutivo, tras una racha alcista que había crispado los nervios oficiales.

El anuncio de este atajo que le permite al Gobierno “meter mano” en la plaza cambiaria, aún cuando el dólar se mueva dentro de la zona de no intervención del Banco Central (BCRA), resultó todo un bálsamo para el mercado.

Básicamente porque muestra que la administración Macri (que tiene por objetivo este año mantener al dólar estabilizado -condición que supone absolutamente necesaria para mantener expectativas de reelección-) consiguió una herramienta clave -aunque acotada a US$ 60 millones por día- para actuar cuando detecte faltantes de oferta que tiendan a provocar volatilidad en la plaza cambiaria.

Después de todo si de algo había tomado nota el mercado era de la peligrosa disociación que había entre ese manifiesto objetivo oficial y las posibilidades con que el BCRA contaba, en el esquema monetario y cambiario pactado con el FMI a fin de septiembre, para contener escaladas de la divisa.

Hay que recordar que el programa actual permite una amplia zona de flotación del billete (de $38,96 a $50,42, es decir, casi 30%) sobre la que la entidad monetaria tiene mínima injerencia y por vías indirectas: sólo puede llevar adelante intervenciones acotadas en mercados de futuros o manejar la tasa de interés para subir el premio a los tenedores ociosos de pesos.

Pero ambas alternativas se habían revelado en las últimas semanas como muy poco eficaces para frenar al billete, aún en un cuando el mercado cambiario local estaba operando magros montos.

Esto quiere decir, que como había advertido varios analistas desde comienzos de año, el esquema cambiario permitía un grado de volatilidad de la divisa que las necesidades políticas del oficialismo y la debilitada actividad económica ya no están en condiciones de no tolerar.

La tasa sigue firme

El “permitido” que obtuvo ayer el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, del FMI, aunque no estuvo diseñado con un objetivo cambiario (estaba previsto que el Gobierno iba a tener que convertir parte de los préstamos que obtuvo de ese organismo a pesos para enfrentar gasto y cancelaciones de deuda en pesos) precisamente apunta a recrear certezas que, a la vez, estimulen la oferta privada de dólares, básicamente, de los exportadores.

Las circunstancias que eligió el funcionario para hacer el anuncio desde EE.UU. (sumado a las polémicas intervenciones “para oficiales” de anteayer sobre el mercado para frenar al billete) dejan a la vista el apuro oficial por reinstalar la sensación de previsibilidad, tras dos episodios de volatilidad en menos de un mes que trajeron reminiscencias de la traumática corrida de 2018. Después de todo, si algo se había notado en los últimos días, fue que quienes tenían dólares para liquidar estaban retrasando su venta, bajo la creencia de que podrían liquidarlos a un precio más alto en unos días.

Esa especulación comenzó a romperse ayer, como muestra el aumento de 25% que tuvo el volumen operado en la plaza cambiaria (llegó a los US$657millones).

Al que no le hizo bajar la guardia el repliegue del dólar fue al BCRA que avaló un nuevo incremento de 33 puntos básicos en la tasa de referencia de la economía (del 63,33 al 63,66% anual promedio) para tratar de mantener un alto premio para que los tenedores ociosos de pesos los mantengan.

Con ese objetivo también la autoridad monetaria le pidió a los bancos en las últimas horas que “acelerar el traslado” de ese beneficio a sus depositantes (la tasa que los bancos pagan por plazos fijos minoristas está en 38,7% anual, casi 25 puntos por debajo) en un intento de asegurar una “compra” de tranquilidad algo más duradera.

La cotización del dólar cedió ayer 1,2%, en promedio, tras confirmarse al mediodía que el Gobierno podrá volcar a partir de abril -y hasta fines de año- US$9600 millones, procedentes del nuevo tramo del préstamo stand-by que el Fondo Monetario Internacional se apresta a desembolsar o de lo que haya captado con las emisiones de letras del Tesoro (LETE) en dólares que realiza sobre la plaza local.

El billete cerró a un promedio de $41,76 para la venta al público ($40,76 para la mayorista), lo que supone retrocesos de 54 centavos en cada segmento de negocios respecto de anteayer y su segundo retroceso consecutivo tras una racha alcista que había crispado los nervios oficiales.

El anuncio de este atajo que le permite al Gobierno meter mano en la plaza cambiaria aun cuando el dólar se mueva dentro de la zona de no intervención del Banco Central (BCRA) resultó todo un bálsamo para el mercado.

Básicamente porque muestra que la administración Macri (que tiene por objetivo este año mantener al dólar estabilizado, condición que supone absolutamente necesaria para mantener expectativas de reelección) consiguió una herramienta clave -aunque acotada a US$60 millones por día- para actuar cuando detecte faltantes de oferta que tiendan a provocar volatilidad en la plaza cambiaria.

Después de todo, si de algo había tomado nota el mercado era de la peligrosa disociación que había entre ese manifiesto objetivo oficial y las posibilidades con que el BCRA contaba en el esquema monetario y cambiario pactado con el FMI a fin de septiembre para contener escaladas de la divisa.

Hay que recordar que el programa actual permite una amplia zona de flotación del billete (de $38,96 a $50,42, es decir, casi 30%) sobre la que la entidad monetaria tiene mínima injerencia y por vías indirectas: solo puede llevar adelante intervenciones acotadas en mercados de futuros o manejar la tasa de interés para subir el premio a los tenedores ociosos de pesos.

Pero ambas alternativas se habían revelado en las últimas semanas como muy poco eficaces para frenar el billete aun cuando el mercado cambiario local estaba operando magros montos.

Esto quiere decir que, como habían advertido varios analistas desde comienzos de año, el esquema cambiario permitía un grado de volatilidad de la divisa que las necesidades políticas del oficialismo y la debilitada actividad económica ya no están en condiciones de tolerar.

El “permitido” del FMI que obtuvo anteayer en Washington el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, aunque no estuvo diseñado con un objetivo cambiario (estaba previsto que el Gobierno iba a tener que convertir parte de los préstamos que obtuvo de ese organismo a pesos para enfrentar gastos y cancelaciones de deuda en pesos), precisamente apunta a recrear certezas que, a la vez, estimulen la oferta privada de dólares, básicamente, de los exportadores.

Previsibilidad

Las circunstancias que eligió el funcionario para hacer el anuncio desde Estados Unidos (sumadas a las polémicas intervenciones “paraoficiales” de anteayer sobre el mercado para frenar al billete) dejan a la vista el apuro del Gobierno por reinstalar la sensación de previsibilidad, tras dos episodios de volatilidad en menos de un mes que trajeron reminiscencias de la traumática corrida de 2018. Después de todo, si algo se había notado en los últimos días era que quienes tenían dólares para liquidar estaban retrasando su venta bajo la creencia de que podrían liquidarlos a un precio más alto dentro de unos días.

Esa especulación comenzó a romperse ayer, como lo demuestra el aumento de 25% que tuvo el volumen operado en la plaza cambiaria (llegó a los US$657millones).

Al que no le hizo bajar la guardia el repliegue del dólar fue al BCRA, que avaló un nuevo incremento de 33 puntos básicos en la tasa de referencia de la economía (del 63,33 al 63,66% anual en promedio) para tratar de mantener un alto premio para que los tenedores de pesos los mantengan.

Con ese objetivo, también la autoridad monetaria les pidió a los bancos en las últimas horas “acelerar el traslado” de ese beneficio a sus depositantes (la tasa que los bancos pagan por plazos fijos minoristas está en 38,7% anual, casi 25 puntos por debajo) en un intento de asegurar una compra de tranquilidad algo más duradera. (La Nación)

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