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Si algo faltaba para oficializar “el oficialismo” sindical, era la presencia de la gobernadora en la paritaria con los estatales

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15:30 – Cuando dividimos el gremialismo provincial entre oficialistas y no oficialistas, no debiera enojarse nadie (especialmente los dirigentes gremiales) porque estratificamos de esa forma a los grupos sindicales. Cuando dicen “no” para ocultar lo obvio, intentan mentirle a la gente tras las evidencias irrefutable de sus propios actos. Y esto acaba de ocurrir una vez más en Santa Cruz.

Esta semana la gobernadora Alicia Kirchner se presentó en la reunión paritaria central con los gremios ATE, APAP y UPCN y de allí en más, las cartas estaban echadas. Los paritarios de los gremios mencionados salieron con una consigna fija e inamovible: aceptar el aumento propuesto por el Ejecutivo consistente en un 31,66% (para algunos discutibles y al menos 1.5 punto por debajo de lo que dicen) a pagar en cuotas y a largo plazo; es decir, 15% con los haberes de mayo, 7% con los haberes de julio y 7% con los haberes de septiembre.

Sin embargo, mucho antes de las paritarias centrales, los gremios UPCN y APAP reclamaban un 60% de aumento y ATE gritaba a los cuatro vientos que no aceptaría menos de $ 39.000,00 para sus trabajadores. La aceptación ronda menos de la mitad de ese monto y queda aún más disminuída si se tiene en cuenta que la inflación ronda el 4% mensual.

Una fuente que participó de la reunión paritaria le confirmó a OPI que el ingreso de Alicia Kirchner al recinto de discusión sorprendió a muchos (no a todos), dado que la gente del gobierno tenía certeza que la gobernadora se haría presente. “Tenías que ver la cara de algunos… entre sorpresa y felicidad de ver allí a la gobernadora que les hablaba y había algunos que se deshacían en sonrisas y asentían todo con la cabeza”, nos confió la fuente.

La gobernadora cumplió un papel fundamental de ablande y aceptación por parte de los sindicatos oficialistas. “Nunca vi tanta sumisión. Si había alguien que iba a decir algo en contra del porcentaje, allí se terminó todo”, señaló la fuente “nadie habló en contra de la miseria que cobra el empleado público y solo se limitaron a escuchar a la gobernadora quien se mostró afable y sonriente, pero se puso seria cuando dijo que el 31% era un esfuerzo enorme hecho por su gobierno y no podía pedírsele más”.

Nuestro testigo presencial del acto insistió en la actitud sumisa de los dirigentes gremiales allí presentes “los manejó como quiso. Ninguno tuvo la grandeza de expresarle en la cara lo que realmente están pasando sus afiliados”, dijo y agregó “tenuemente Garzón deslizó la situación de necesidad que tenía el sector, pero rápidamente se convenció de que allí nos se podía hablar y mucho menos disentir. La gobernadora le puso el broche a cualquier negociación que hubieran querido hacer con alguna libertad”.

Cuando se retiraron de allí, cada dirigente sindical llevaba perfectamente claro que lo dispuesto por el Ejecutivo era lo que se aceptaría. Y acá el sindicalismo provincial, especialmente ATE que ha dado sobradas muestras de lucha en años anteriores, cometió el peor pecado: Alejandro Garzón aceptó el porcentaje de aumento sin respetar la opinión de las asambleas del interior que en su gran mayoría había sacado un mandato para rechazar la oferta. Sin oír la voz de los afiliados, la Comisión Directiva de ATE provincial, aceptó in límine el aumento decretado por la gobernadora, aduciendo que era una mejora importante en salarios absolutamente depreciados, como lo es el del empleado público en Santa Cruz.

La mayor controversia se da porque históricamente ATE y especialmente Alejandro Garzón, se caracterizó por debatir en asambleas todas y cada una de las decisiones, propuestas y ofrecimientos que ha hecho la patronal en cada sector de la administración pública provincial.

Nadie olvida cuando en el 2007, 2008, 2009 y más acá hasta el 2015, Alejandro Garzón reunía a la gente en los hospitales, en el Ministerio de Desarrollo Social o en diversos sectores y arengaba con mucho énfasis el reclamo ante las autoridades, peleaba por las conquistas, tomaba las oficinas exigiendo el pago en tiempo y forma y rodeaba la casa de gobierno para exigir el cumplimiento de sus conquistas y logró construir un sentimiento de pertenencia de los afiliados con ATE que multiplicó la adhesión de empleados públicos a este sindicato, el cual irrumpió en el año 2004 de su mano y creció increíblemente hasta transformarse junto con la ADOSAC en uno de los sindicatos más numerosos y opuestos a las políticas de ajustes del gobierno, tanto provincial como nacional.

El perfil que más destacó a Garzón en todo esos años, fue la democratización de las decisiones que en ATE se tomaban teniendo en cuenta la voz de las asambleas. Sin embargo (y lamentablemente) desde el arribo de Alicia Kirchner al poder ATE perdió en el terreno popular y se fue internando en el terreno partidario. Se incorporó al staff de gremios afines a las decisiones oficiales y hoy tiene luchas internas, está partido el gremio por las divisiones que imponen quienes se muestran en desacuerdo de que el gobierno le imponga condiciones mientras al trabajador estatal se lo mantiene por debajo de la línea de pobreza, además de enfrentarse con el Secretario General por cuestiones personales que no vienen al caso.

Lo dijimos alguna vez y hoy lo comprobamos fácticamente en todo este tiempo: aquellas fotos del 2016 donde Alejandro Garzón se mostraba sonriente con Alicia Kirchner y codo a codo con Claudio Vidal, eran una mala señal para ATE. Y hoy, quedan expresamente explicadas aquellas imágenes y sus consecuencias. (Agencia OPI Santa Cruz)

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