Las nuevas armas de Teherán muestran su capacidad para infligir graves daños

Las nuevas armas de Teherán muestran su capacidad para infligir graves daños

La represalia contra objetivos norteamericanos en Irak y los ataques de septiembre contra instalaciones petroleras sauditas exhibieron los avances iraníes en precisión y alcance

Por: Joby Warrick

Cuando un enjambre de drones y misiles crucero se abatió sobre la mayor planta petrolera de Arabia Saudita, el 14 de septiembre, el gobierno de Donald Trump salió indignado a culpar inmediatamente a Irán por lo que calificó como “un ataque sin precedente” a las fuentes de energía del mundo. Pero la verdadera sorpresa fue la precisión que tuvo el ataque: de las 19 armas lanzadas, todas menos dos dieron directamente en el blanco.

Cuando el humo se disipó, los sauditas contaron 14 agujeros de proyectiles que había perforado los tanques de almacenamiento de crudo. También habían quedado inutilizadas por los impactos otras tres áreas claves, lo que obligó al cierre total de la planta y redujo temporalmente a la mitad la producción de crudo de Arabia Saudita.

En informes posteriores, los analistas norteamericanos describieron el ataque como una especie de llamado de advertencia: la evidencia tangible del vasto arsenal de misiles de alta precisión que Irán venía desarrollando y compartiendo calladamente con sus aliados desde hace una década. Y según los analistas, en una eventual guerra abierta con Estados Unidos, Irán probablemente desplegaría esas armas para causar daños sustanciales en una gran variedad de objetivos, desde bases militares norteamericanas, como hizo ayer, hasta refinerías o diversos blancos en Israel.

“En estos últimos años, lo que se ha visto es que Irán pasó de tener misiles que eran básicamente una herramienta de amedrentamiento político o psicológico, a misiles que son verdaderas armas de guerra”, dijo Fabian Hinz, un estudioso del programa misilístico iraní. “Se trata de un salto cuántico.”

Funcionarios de Estados Unidos y de Medio Oriente dicen que esos misiles mejorados -algunos con alcance superior a los 2000 kilómetros-, son apenas uno de los caminos que tiene Irán para llevar a cabo su venganza por la muerte del general mayor Qassem Soleimani, máximo líder militar iraní.

Mientras algunos expertos creen que Irán no se arriesgará a atacar directamente intereses norteamericanos fuera de la región, la amenaza de un contraataque -como un golpe que realmente deje fuera de juego las instalaciones petroleras en el Golfo Pérsico, o un ataque a Israel- se concretó ayer y alteró los cálculos de Estados Unidos e hizo escalar el conflicto.

Como Irán compartió sus avances misilísticos y su tecnología de fabricación de bombas con grupos aliados en otros países, también tiene la opción de dañar a sus adversarios limitando al mismo tiempo el riesgo de represalias.

En el pasado, Teherán solía encargarles a los grupos de milicias proiraníes -principalmente, al Hezbollah en el Líbano- la concreción de una amplia variedad de acciones encubiertas en su nombre, desde bombardeos y ataques con misiles hasta secuestros o incluso ciberataques.

“Irán ataca ahí donde ve vulnerabilidades, y se contiene cuando piensa que puede haber consecuencias mayores”, dijo Karim Sadjadpour, analista de política iraní del Carnegie Endowment, un grupo de expertos con sede en Washington. Sadjadpour cree que lo más probable es que el próximo ataque con misiles sea lanzado por los aliados hutíes de Irán en Yemen contra “objetivos blandos”, como instalaciones petroleras, aeropuertos o plantas de desalinización en los Estados del Golfo Pérsico. Ese tipo de ataques les generaría enormes pérdidas económicas a aliados claves de Estados Unidos, y al mismo tiempo desatarían un alza global del precio del crudo.

De menor impacto global, pero psicológicamente muy disruptivos, sería una serie de magnicidios o secuestros realizados de modo tal que Irán no pueda ser culpado. Hace una década, Teherán activaba células dormidas y enviaba sicarios para asesinar a diplomáticos alrededor del mundo. “En la India, Tailandia, Georgia, lugares en los que nadie pensaría”, dice Sadjadpour. “Las embajadas norteamericanas de todo el mundo deberían estar en alerta, y no solo durante los próximos días, sino al menos durante todo el año”.

Los avances de Irán en materia misilística son el resultado de los cambios ordenados hace más de una década por el líder supremo del país, el ayatollah Ali Khamenei. Desde entonces, los laboratorios militares de Irán gastaron millones de dólares para crear sistemas de guiado que mejoraron enormemente la precisión de los nuevos misiles y actualizaron los modelos ya existentes. El resultado, según un funcionario de inteligencia del Departamento de Defensa norteamericano, es una línea de misiles de corto y mediano alcance que pueden transportar ojivas con una precisión de impacto de apenas una decena de metros.

Un desarrollo tecnológico más inquietante todavía es el misil iraní Qiam-1 de 800 kilómetros de alcance que les permite a sus controladores hacer un ajuste fino de la trayectoria cuando ya está en vuelo. El ataque del 14 de septiembre sobre dos instalaciones de la petrolera estatal Saudi Aramco se sirvió de drones armados y misiles crucero de gran maniobrabilidad y muy difíciles de detener con baterías antimisiles, al punto que el costoso sistema de defensa antimisiles de los sauditas, construido por Estados Unidos, no pudo frenar el ataque.

A otros expertos los asombra aún más la habilidad de Irán para protegerse de acusaciones directas tras un ataque de la magnitud del que sufrieron las instalaciones petroleras sauditas.

Si bien el presidente Trump amenazó con represalias masivas si Irán ataca instalaciones o intereses norteamericanos, los analistas afirman que esas amenazas pierden sentido en el caso de que en el futuro el origen de nuevos ataques resulte ambiguo, y agregan que esa ambigüedad seguramente esté presente en otras eventuales respuestas que den los iraníes por la muerte de Soleimani.

“Presumo que los iraníes calcularán cuidadosamente algún tipo de nueva revancha, lo que causará sufrimiento real sin generar ninguna represalia verdadera”, dice Greg Thielmann, exdirector de la Oficina de Inteligencia e Investigaciones del Departamento de Estado. “En Medio Oriente sobran blancos fáciles”. (La Nación)

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