Según publica LA NACION accedió a los datos del estudio que mide los linfocitos T, un indicador de la protección a largo plazo que desarrolla el organismo ante un virus.
Por: José María Costa
Al menos una decena de estudios se dieron a conocer en los últimos meses sobre la efectividad y la eficacia de las diferentes vacunas contra el Covid-19 para generar anticuerpos, y sobre el tiempo que durarían estos con una dosis y con esquema completo. Pero pocas eran las investigaciones que se centraban en los “linfocitos T”, comúnmente llamada “inmunidad celular”.
A poco más de dos meses del lanzamiento de la plataforma de monitoreo “COVID-T”, desarrollada por un grupo de investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), se dieron a conocer los resultados de los primeros análisis, que muestran una alta respuesta de linfocitos T entre las personas vacunadas en el país con las vacunas Sputnik V y Sinopharm.
En el caso de la vacuna del Instituto Gamaleya, más del 90% de las muestras estudiadas en personas con dos dosis presentó inmunidad celular. En tanto, con el fármaco del Instituto de Productos Biológicos de Pekín se analizaron muestras con una sola dosis y más del 80% mostró esta respuesta clave.
Daniel Gollan, ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, había adelantado parte del resultado: “Ayer [por el lunes] tuvimos una reunión con el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, Roberto Salvarezza, donde se hizo un primer análisis del efecto de la enfermedad y las vacunas. Notamos una excelente respuesta en la activación de los linfocitos T ante las vacunas Sputnik y Sinopharm”.
“La gran respuesta al linfocito T implica que en esa línea está lo que va a perdurar como defensa en el tiempo. Quedan esos linfocitos de memoria que registran al coronavirus y lo guardan en la memoria”, dijo Gollan, y agregó: “Cuando vuelven a tener contacto con ese virus, rápidamente generan anticuerpos y células ‘killers’ que matan al virus”.
Hoy, LA NACION accedió a los detalles del estudio, que determinó: “La Plataforma permite estudiar la respuesta inmunológica T, un tipo de inmunidad distinta a la que estudiamos cuando evaluamos presencia de anticuerpos, y su duración en el tiempo frente al virus SARS-CoV-2 en personas que recibieron una y dos dosis de las vacunas aplicadas en la Argentina, en este caso en la Provincia de Buenos Aires, y en pacientes recuperados de la enfermedad”, explicó Gabriel Rabinovich, inmunólogo que está al frente del equipo de investigadores del Instituto de Biología y Medicina Experimental del Conicet (Ibyme) y donde también hubo colaboración de profesionales del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (Inbirs) de la UBA y el Conicet, y el Hospital General de Agudos “Doctor Ignacio Pirovano”.
En diálogo con LA NACION, Rabinovich agregó: “Las vacunas que se aplican acá están hechas con diferentes plataformas y por eso nos parecía interesante poder exponer los linfocitos T a diferentes péptidos (fragmentos específicos de la Covid-19), ya que, no todos los péptidos los activan por igual”.
“Medimos la probabilidad de que los linfocitos se activen a los diferentes péptidos. Nos centramos en seis variables diferentes para monitorear la activación de células T CD4 y T CD8. Ahora estamos tratando de armar un algoritmo para que, si tuviésemos que darle el resultado a los pacientes, ellos pudieran leerlo e interpretarlo fácilmente”, detalló el investigador.
Según Rabinovich, esta plataforma no está pensada, en una primera etapa, para que cada persona vaya y se haga un análisis. “Lo que buscamos aportar es conocimiento sobre este tema para que tengan más herramientas para tomar decisiones de salud pública. Es un estudio científico y población al que esperamos en un futuro se pueda ofrecer cómo un servicio”.
“De los seis marcadores hay cinco que siempre levantan muy consistentemente. Por eso estamos trabajando con bioestadísticos para poder integrarlos en un valor representativo. Lo bueno es que cuando hacemos la misma prueba en personas sin vacunación o sin haber tenido el virus, los linfocitos T no reaccionan”, detalló.
¿Cómo se miden los linfocitos T en la plataforma Covid T?
La tecnología de medición o monitoreo de linfocitos T ofrece cierta complejidad, según explicaron, por lo que es difícil plantearlo como un kit comercial, pero los investigadores lograron armar una plataforma integral de medición. Para el estudio actual se procesaron muestras de personas inoculadas con las distintas vacunas disponibles en la Provincia de Buenos Aires.
“La puesta a punto de la plataforma no fue tarea simple porque los linfocitos T de memoria contra SARS-CoV-2 en individuos infectados, recuperados o vacunados demandan una técnica compleja para detectarse, deben ser activados in vitro con los péptidos específicos del virus y no todos los péptidos los activan por igual, lo cual consume un tiempo importante de optimización”, dijo Rabinovich.
Para hacer el ensayo, los especialistas obtuvieron sangre de la persona vacunada y, ya en el laboratorio, purifican las células mononucleares las cuales contienen los linfocitos T, entre otros tipos de células.
“Estas células son estimuladas con fragmentos específicos del virus SARS-CoV-2. Una vez cumplidos los plazos de cultivo, los investigadores determinan la activación de los linfocitos T a través del monitoreo de una serie de moléculas presentes en la superficie y en el interior de las células por citometría de flujo.
Actualmente trabajamos con esta plataforma en nuestro laboratorio, y nos permitirá realizar un estudio epidemiológico de la memoria T a lo largo del tiempo de individuos con que recibieron distintas vacunas, con una y dos dosis”, especificó Rabinovich, cuyo equipo de trabajo está integrado por Montana Manselle Cocco y Florencia Veigas y los colaboradores Ada Blidner, Nicolás Torres, Tomás Dalotto, Pablo Hockl, Yamil Mahmoud, Alejandro Cagnoni, Valeria Wiersba y Alicia Sirino. En tanto, quienes financiaron el proyecto fueron el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, la agencia de ciencia y tecnología y fundaciones Bunge y Born, Williams y Sales.
La diferencia entre anticuerpos e inmunidad celular
“El sistema inmunológico consta de dos ramas: la inmunidad innata y la inmunidad adaptativa. La primera integra una gran diversidad de tipos celulares. La segunda, solo a dos tipos celulares: los linfocitos B y T. Los linfocitos B serán los responsables de producir anticuerpos. Los linfocitos T podrán adquirir diferentes funcionalidades y mediar distintas respuestas. Destruirán células infectadas por el virus o liberarán mediadores llamados citoquinas, a fin de instruir el modo en el que células de la inmunidad innata enfrentarán la infección”, había explicado el mes pasado a LA NACION, Jorge Geffner, profesor de Inmunología en Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador del Conicet.
En tanto, su colega, Norberto Zwirner, docente responsable de la asignatura Inmunología de la carrera de Medicina de la Universidad Favaloro e Investigador Superior del Conicet, agregó: “Cuando nuestro sistema inmunológico responde contra un virus o una vacuna trabaja dos ramas que van en paralelo. Una es la respuesta inmune humoral, que son los anticuerpos, la otra es la inmunidad celular, que son los linfocitos T. La impronta que deja en el organismo el virus o la vacuna es lo que se conoce como memoria inmunológica. Es una especie de ‘entrenamiento’ que recibe el sistema inmunológico para que la próxima vez que una persona se encuentre con ese bicho pueda responder de manera más rápida, mejor y sacárselo antes de encima sin que produzca síntomas o sean leves”.
Cada una de estas células tendrá un rol clave: unas se encargarán de evitar que el virus se replique y las otras de destruir las células infectadas. “Tanto la infección como la vacunación activan la respuesta inmune innata y adaptativa. Particularmente, la activación de los linfocitos B se traducirá en la producción de anticuerpos. Ellos juegan un papel muy importante en la defensa frente a la infección por SARS-CoV-2 al interactuar con la espícula del virus y bloquear su capacidad infecciosa. Podemos detectar estos anticuerpos en nuestra sangre, aproximadamente a las dos semanas de vacunarnos o padecer la infección. La activación de los linfocitos T conduce a otras respuestas capaces de mediar la destrucción de células infectadas, activar células de la inmunidad innata y dirigir el tránsito de diferentes tipos celulares a fin de hacerlo más efectivo en pos de resolver la infección”, había detallado en términos técnicos Geffner.
Zwirner, que también es profesor asociado de Inmunología Celular y Molecular en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, ejemplifica este trabajo en conjunto de la siguiente manera: “Si pensamos que el virus es un auto mal estacionado, los linfocitos B serían los agentes de tránsito que lo identifican y le ponen una etiqueta que luego la verán los linfocitos T, que serían la grúa que acarrea ese auto y se lo lleva al estacionamiento”. (La Nación)