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MANZUR, UN COLADO EN EL GOBIERNO QUE NADIE VOTÓ Y EL PRESIDENTE, CEDIENDO TODA AUTORIDAD, QUEDÓ RELEGADO AL PAPEL DE APLAUDIDOR DESDE ABAJO DEL ESCENARIO

El Jefe de Gabinete Juan Manzur - Foto: NA
El Jefe de Gabinete Juan Manzur – Foto: NA

(Por: Rubén Lasagno) – No se exactamente si la sociedad en general comprende la gravedad de lo que le está ocurriendo a la Argentina, por la pelea intestina que tiene el partido gobernante y que dejó en carne viva el resultado de las PASO.

La jefa de la banda, salió con furia a atacar a la oposición, tratando de trasvasar el problema interno de su engendro (Frente de Todos) a una hipotética “operación” de los medios que, confabulados con vaya a saber quién, se encargan de horadar la institucionalidad de la República.

Es una psicopatía política aguda que padece el Frente para la Victoria y aflora en su magnitud, cuando las cosas no le salen como las ha planificado la mesa chica de los “notables” que la componen, léase: Cristina Fernández, su hijo Máximo, “el ñoño” Zanini y Sergio “Panqueque” Massa.

Sin decoro y sin el mínimo respeto por la gente que los votó y ni hablar por quienes no los votaron en el 2019, el kirchnerismo en su afán de flagelar a su enemigo íntimo (el presidente Alberto y su equipo de científicos), se comió las extremidades, en un acto de autocanibalización política explícito, que responde a su naturaleza autodestructica, como  ya lo dijimos hasta el cansancio en este mismo espacio. Esto tiene una lectura pretendidamente disparada desde el Instituto Patria: que la gente piense que el problema es de Alberto y sus funcionarios que no funcionan, pero no de la preopinante del engendro llamado FDT. El problema, para CFK, es que nadie le cree, ni siquiera los propios.

La vergüenza es un tema de culto, en general, en el mundo de la política a nivel global. Esto se pone de manifiesto cuando en algún país medianamente coherente e institucionalmente fuerte, la corrupción, un acto indebido de funcionarios o legisladores, independientemente del partido que se trate, genera una indeclinable renuncia al cargo o, tras los mecanismos judiciales y jurídicos correspondientes, el culpable del delito es separado/echado del cargo y enviado a la cárcel o a su casa, debiendo enfrentar las consecuencias sin fueros y sin privilegios. Esto en Argentina no pasa, al contrario, acá el premio es seguir en el cargo y forzar a la justicia para quedar impune por los estropicios generados.

Uno de los actos más flagrantes de delito político, es decir, aquel consumado en contra de la institucionalidad de la República, lo acaba de perpetrar el partido gobernante, quien, desatando un aquelarre interno debido al incumplimiento de las órdenes emanadas de la vicepresidente, por parte del presidente Alberto F (aunque parezca mentira, en Argentina sucede), la esquizofrenia partidaria sucumbió al enloquecimiento colectivo del FPV y de un plumazo, tal como nos tiene acostumbrado el kirchnerismo, corrieron al hereje y en su lugar colocaron (con la cobertura figurada de Jefe de Gabinete) a Juan Manzur, hombre con pocos códigos, gran fortuna que nadie sabe bien como la hizo y un pasado político signado por la mentira, la trampa electoral, el fraude y la impudicia. A Manzur no lo votó nadie, pero la manipulación ordinaria y procaz de Cristina Fernández, lo ungió como un virtual presidente en las sombras, sin título ni representatividad alguna, pero con todas las prerrogativas.

El funcionario, quien tomó el gobierno junto con Aníbal Fernández y Martín “cara de nada” Izaurralde, preside las reuniones de gabinete, elabora discursos donde pide la ayuda de Dios y reproduce la caricatura del más rancio peronismo de los 70, con la pátina de la ortodoxia kirchnerista, que suple el pensamiento lógico y acude al pensamiento lateral, pero no aquel que le permite encontrar caminos alternativos para la resolución de los problemas, sino al que plantea soluciones cuasi mágicas, para forzar una realidad que ellos mismos elaboraron como un caos.

En tanto, el (bien o mal) elegido en las urnas como Presidente de la Nación está relegado a temas menores, casi protocolares, como abrazarse con los viejitos en los actos donde Manzur habla desde el escenario y Alberto aplaude con la cara tapada por el barbijo, tal vez como forma de ocultar el rictus de disgusto de sus labios o cubrir el enrojecimiento de sus mejillas, si es que le queda algo de vergüenza.

En síntesis, los que nadie eligió, gobiernan. El que fue elegido en las urnas, aplaude, cumple una penitencia en el rincón del político absurdo y espera que la jefa de la banda le levante la sanción.

Que el lector tenga en cuenta para noviembre y fundamentalmente para el 2023, cómo en el kirchnerismo dilapidan su voto, cómo se usan las elecciones de papel higiénico y como defecan arriba de la institucionalidad, de la población y del país, cuando sus intereses son trastocados y la amenaza de su subsistencia está en juego. (Agencia OPI Santa Cruz)

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6 COMENTARIOS

    • EL 14 DE NOVIEMBRE USTEDES VAN A COMERSE UNA REAL, REVERENDA, BRUTAL Y VERDADERA PALIZA ELECTORAL QUE NO LA VAN PODER PARTAR NI CON TODA LA GUITA DEL MUNDO HABIDA Y POR HABER.

  1. Con Manzurete y Anibaul …¿ Que puede salir mal ? ¿ No veo fisuras en el plan de la Kretina?…Aqui tienes su cabeza en una bandeja de plata.

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